miércoles, 20 de mayo de 2015

EL FERROCARRIL MINERO DE ARDITURRI Y LA REAL COMPAÑÍA ASTURIANA DE MINAS (II)

Ferrocarriles en el entorno de las Peñas de Aya. Dibujo de Mike Bent

La minería en las Peñas de Aya

La riqueza minera del macizo granítico de las Peñas de Aya era conocida desde los tiempos del Imperio Romano. Testimonio de esta antigua actividad, son las numerosas galerías, que suman más de 16 kilómetros de longitud y que todavía se conservan en el paraje de Arditurri. El tráfico comercial generado por estas explotaciones, exportado por vía marítima a través de diversos muelles emplazados en la desembocadura del río Bidasoa, unido a su estratégica situación geográfica, tuvo como consecuencia el establecimiento de una aglomeración urbana que, según se desprende de los restos arqueológicos descubiertos en los barrios iruneses de Santiago y del Juncal, pudo constituir la ciudad romana más importante de la cornisa Cantábrica.

Las Peñas de Aya, también conocidas como de Los Tres Reyes, tienen su origen en un diapiro tardihercínico, es decir, una intrusión, principalmente granítica, en el corazón del denominado macizo paleozóico de las Cinco Villas. Su altura máxima es de 838 metros.

El levantamiento de este diapiro produjo una serie de movimientos geológicos y arrastres de minerales, cuyo resultado final fue la formación de un filón de contacto situado entre las capas de pizarras y granitos, el cual presenta en sus afloramientos óxidos de hierro (hematíes-rubio), y en su profundidad, hierro espático. Asimismo, existen depósitos de otros minerales como galena y zinc.

Tal y como se ha señalado, fueron los romanos los que iniciaron el aprovechamiento de los recursos mineros de Peñas de Aya. Su actividad se centró principalmente en el coto de Arditurri, donde explotaron inicialmente diversos filones de galena, con el fin de beneficiar su contenido en plomo y plata. Posteriormente, también se laboreó el mineral de hierro, el cual era exportado a través del puerto de Irún.

En la Edad Media se reanudó la explotación de estos yacimientos con el fin de abastecer de mineral de hierro a las numerosas ferrerías de la zona. Testimonio de esta actividad, es el Fuero de las Ferrerías concedido al Valle de Irún por el Rey Alfonso XI en 1388.

Fue a mediados del siglo XIX cuando se inició la explotación industrial de los recursos mineros de las Peñas de Aya, donde se establecieron dos áreas claramente diferenciadas:

- Coto minero de Arditurri, situado al Oeste del macizo de Peñas de Aya. A finales del siglo XIX, los principales titulares de las concesiones eran, por una parte, la Real Compañía Asturiana de Minas y, por otra, la sociedad Chávarri Hermanos. Estos últimos construyeron un ferrocarril de vía estrecha, con un ancho de vía de 750 milímetros, con el que conducían el mineral hasta el puerto de Pasajes, donde era directamente embarcado en las bodegas de los barcos, mediante un espectacular cargadero Cantilever.

- Grupo de Escolamendi, Miauri y minas del Este, situadas al Este del macizo de Peñas de Aya. La salida del mineral extraído en estos cotos se dirigía, utilizando diversos medios de transporte, hacia Irún.

Este trabajo incidirá en el estudio del coto minero de Arditurri así como su ferrocarril minero, en los que centró su interés la Real Compañía Asturiana de Minas. Las minas situadas al Este del macizo de Peñas de Aya contaron con sus propios medios de transporte que terminaron por ser tributarios del desaparecido Ferrocarril del Bidasoa.

Vagoneta de la explotación minera de Catavera, fotografiada en el alto de Udana. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi

Los transportes de mineral a la fábrica de Capuchinos

En principio, la mayor parte de los minerales extraídos en la provincia de Gipuzkoa se transportaban a la fundición de Capuchinos por carretera, excepto los de la mina Catavera.

La explotación de Catavera estaba emplazada en el municipio guipuzcoano de Oñati, en un paraje escarpado y agreste situado en pleno corazón del macizo de Aitzgorri, a 1.055 metros de altitud. Dadas las evidentes dificultades de acceso a este punto, la Real Compañía Asturiana de Minas estableció en 1893 un tranvía aéreo tricable, sistema Otto Pohlig, construido por la casa alemana Bleichert. Su longitud era de 3.100 metros y ofrecía una capacidad de transporte de 70 toneladas. Con esta instalación se salvaba un desnivel de 540 metros, lo que permitía conducir la producción al alto de Udana, punto situado sobre la carretera que enlaza Oñati con Legazpia, a 514 metros de altitud.

En Udana, la Real Compañía Asturiana de Minas construyó dos hornos de tratamiento del mineral que, una vez calcinado, era remitido mediante carros a la estación del ferrocarril del Norte en Brinkola. Desde este punto, la producción se remitía hasta la estación de Pasajes desde donde, mediante un ramal establecido en 1888, los vagones llegaban directamente a la fundición de Capuchinos. Para las maniobras en este empalme, la Real Compañía Asturiana de Minas adquirió una locomotora de vía ancha y caldera vertical, suministrada por la casa belga Cockerill, en 1891.

La explotación de las minas de Catavera cesó en 1935 ante el agotamiento de los principales filones. Con ello se clausuró también el tranvía aéreo a los hornos de calcinación del alto de Udana.

Por lo que respecta al aprovechamiento de las blendas extraídas en las concesiones de la Real Compañía Asturiana de Minas en Arditurri, su volumen, durante toda la segunda mitad del siglo XIX fue muy escaso. Según Luis Castells, la producción de blenda y calamina en todo el territorio de la provincia de Gipuzkoa fue, entre 1871 y 1900 de 6.752 toneladas, y la de galena de 4.647 toneladas lo que supone una media de 380 toneladas anuales de ambos minerales. Aunque desconocemos el porcentaje que pueda corresponder a las explotaciones de Arditurri, es evidente que para movilizar su producción resultaba suficiente el transporte mediante mulas o carros para cubrir la docena de kilómetros que separaban los yacimientos, de la fundición de Capuchinos, sin que fueran necesarias infraestructuras más complejas como la construcción de un ferrocarril minero.

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