El 12 de junio de 1998 se inauguró el ferrocarril histórico de Azpeitia a Lasao que, desde entonces, gestiona el Museo Vasco del Ferrocarril de Euskotren. Fotografía de Javier Fernández López
El Museo Vasco del Ferrocarril de Euskotren conmemora hoy el 25 aniversario de uno de los pocos ferrocarriles históricos de nuestro país,
la línea de Azpeitia a Lasao. En este trayecto de cinco
kilómetros que recorre parte del valle del Urola, circulan los vehículos
preservados en esta institución, habitualmente remolcados por centenarias
locomotoras de vapor, aunque en verano y en jornadas especiales, también es
posible verlos arrastrados por veteranas máquinas diesel.
A
diferencia de otros países europeos, España no es pródiga en ferrocarriles
históricos. A los pioneros de Arganda (Madrid) y Río Tinto (Huelva) les siguió
en 1998 el de Azpeitia a Lasao (Gipuzkoa), que ahora cumple su primer cuarto de
siglo de servicio, y, posteriormente, también se han puesto en marcha
iniciativas similares en Utrillas (Teruel) o en Samuño (Asturias).
Obras de construcción del Ferrocarril del Urola entre Azpeitia y Lasao. En la imagen, el puente número 18 y el túnel 22, por los que en la actualidad transcurre el ferrocarril histórico. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
Sobre el
ferrocarril del Urola
El
ferrocarril histórico de Azpeitia a Lasao recuperó un tramo de cinco kilómetros
del desaparecido Ferrocarril del Urola. Esta línea de vía métrica había sido
construida por la Diputación Provincial de Guipúzcoa para conectar las
localidades de Zumárraga y Zumaya. En la primera de ellas, sus trenes enlazaban
con la línea de ancho español de Madrid a Irun y con la de ancho métrico de los
Ferrocarriles Vascongados a Málzaga (Eibar), mientras que en Zumaya combinaban
con los trenes de la línea de Bilbao a San Sebastián, también operada por los
Ferrocarriles Vascongados.
En sus 36
kilómetros de recorrido el ferrocarril del Urola se mantenía fiel al cauce del
río que le dio nombre y atendía a las localidades guipuzcoanas de Zumárraga,
Villarreal de Urrechua, Azcoitia, Azpeitia y Cestona, hasta alcanzar Zumaya,
donde, además, la empresa ferroviaria disponía de su propio puerto sobre la
ría, lo que facilitaba el tráfico intermodal de mercancías. La vía presentaba
un descenso continuado, sin contrapendientes en todo su recorrido, desde los
354,56 metros sobre el nivel del mar en los que se encontraba la estación de
Zumárraga, hasta los 3,95 de altitud de la terminal en los muelles de Zumaya.
La
construcción del Ferrocarril del Urola en un valle tan estrecho y sinuoso
exigió la realización de numerosas obras de fábrica, como demuestra la
presencia de 20 puentes y 29 túneles diseminados en sus 36 kilómetros de
recorrido. Éstos últimos sumaban 3.894 metros de longitud, por lo que más del
10% del trayecto transcurría en galerías subterráneas.
Tren inaugural del Ferrocarril del Urola,
fotografiado el 22 de febrero de 1926 en la estación de Azpeitia, actual sede
del Museo Vasco del Ferrocarril de Euskotren. Archivo Euskotren/Museo Vasco del
Ferrocarril
El Ferrocarril
del Urola se inauguró el 22 de febrero de 1926 y desde sus inicios se explotó
con tracción eléctrica, gracias a siete automotores de viajeros y tres de
mercancías suministrados por la firma alemana Siemens, con equipos eléctricos
fabricados en su factoría de Cornellá (Barcelona) y carrozados por Material
Mövil y Construcciones, antiguos talleres de Carde y Escoriaza, en Zaragoza.
Los 21 coches de viajeros fueron construidos por CAF en Beasain y los vagones por
los Talleres de Miravalles (Vizcaya).
El trazado
del Ferrocarril del Urola, uno de los más esmerados en la vía métrica del
cantábrico, fue diseñado por el ingeniero Manuel Alonso Zabala, mientras que
los edificios de sus estaciones fueron proyectados por el arquitecto Manuel
Cortázar en un depurado estilo neovasco. Curiosamente, dos de sus edificios
fueron, posteriomente, reproducidos en el ferrocarril de Zamora a La Coruña, en
concreto, en la estación de Ordes-Pontagra, idéntica a la de Azpeitia, y en
Cabañas de Aliste, que reproduce una de las casillas de guardabarreras del tren
guipuzcoano.
En 1986 se clausuró el Ferrocarril del Urola. En la imagen, uno de sus últimos servicios abandona la estación de Lasao. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
Un ferrocarril ruinoso
Aunque los
primeros proyectos para la construcción del Ferrocarril del Urola se remontan a
1888, durante más de treinta años el capital privado no se interesó por su
construcción, al considerar que sus vías atravesarían una comarca poco poblada
y escasamente industrializada, por lo que no se garantizaría la demanda
necesaria para rentabilizar sus servicios. Lo cierto es que los capitalistas no
estaban muy equivocados, ya que en los sesenta años en que funcionó el
ferrocarril de la mano de la Diputación de Guipúzcoa, entre 1926 y 1986,
únicamente en ocho años, 1928, 1930, 1940, 1942, 1946, 1947, 1955 y 1956, su
explotación llegó a ofrecer algún beneficio, en todo caso insuficiente para
amortizar la gran inversión realizada en su construcción.
Los malos
resultados económicos que arrastró el Ferrocarril del Urola durante su
existencia impidieron que se realizaran las necesarias inversiones de
modernización que exige cualquier servicio de esta clase. El resultado es que,
sesenta años después de su inauguración, seguían circulando los veteranos
automotores eléctricos construidos en 1926, sobre los ya desgastadísimos
carriles estrenados ese mismo año y tomaban la corriente sobre una anticuada
catenaria que, milagrosamente, todavía se sostenía sobre la vía.
Cuando en
1985, y como consecuencia de la aprobación de la Ley de Territorios Históricos,
la Diputación Foral de Gipuzkoa traspasó el Ferrocarril del Urola al Gobierno
Vasco, sus instalaciones y material móvil hacía tiempo que habían agotado su
vida útil. En aquella época, en la que el País Vasco atravesaba la .mayor
crisis económica de su historia y en la que todavía no existía conciencia
mediambiental alguna, ante la disyuntiva de realizar una inversión multimillonaria
para reconstruir prácticamente de cero el ferrocarril o sustituirlo con la
adquisición de tres o cuatro autobuses, se optó por esta segunda alternativa.
Así, el 14 de julio de 1986 los trenes recorrieron por última vez el valle del
Urola.
Entre 1992 y 1995 los trenes históricos del Museo Vasco del Ferrocarril de Euskotren circulaban entre Azpeitia y Loyola. Fotografía de Javier Fernández López
El Museo Vasco del Ferrocarril
Cuando
apenas habían transcurrido tres años desde la clausura del Ferrocarril del
Urola, el Gobierno Vasco, inmerso en su primer programa de modernización de la
red ferroviaria de vía métrica de su titularidad, tomó conciencia sobre el
valor histórico de los vehículos y equipos que en aquel momento se retiraban
del servicio, algunos de ellos con más de sesenta años de intensa vida activa.
Para valorar correctamente el potencial de este patrimonio, en la primavera de
1989 inició la redacción de un inventario que hizo patente la existencia de
elementos de gran interés histórico que, a su vez, se encontraban en riesgo
inminente de ser destruidos.
Tras las
conclusiones arrojadas por el citado inventario, el Gobierno Vasco decidió
crear el Museo Vasco del Ferrocarril con el propósito de preservar y divulgar
el rico legado histórico generado por más de un siglo de actividad ferroviaria
en Euskadi. Como sede de la institución se eligió la antigua estación del
Ferrocarril del Urola en Azpeitia, en el pasado corazón de este pequeño tren,
ya que, junto al clásico edificio de viajeros, contaba con otras instalaciones
como las oficinas administrativas de la línea, la histórica subestación de
tracción eléctrica y, sobre todo, sus primitivas cocheras, un edificio de más
de 2.000 metros cuadrados especialmente adecuado para albergar el material
móvil que conservaría el museo y que, además, contaba con un magnífico taller
mecánico que conservaba toda la maquinaria original de 1926, impulsada por un
solo motor eléctrico que transmitía su fuerza a través de un complejo sistema
de poleas, embarrados y correas.
El Gobierno
Vasco siempre consideró que el Museo Vasco del Ferrocarril no solo debía
preservar y conservar los vehículos históricos recuperados por esta
institución, sino que debería de devolverles algo tan esencial como la
posibilidad de volver a circular y transportar viajeros o mercancías, tal y
como lo hicieron en el pasado. Por ello, cuando en 1989 emprendió el levante de
las antiguas vías del Ferrocarril del Urola, decidió conservar las existentes a
lo largo de los dos kilómetros que separan las antiguas estaciones de Azpeitia
y Loyola.
El 20 de
enero de 1992 el Museo Vasco del Ferrocarril abrió al público su primera fase,
que comprendía la restauración de los antiguos edificios de la estación de
Azpeitia y sus oficinas administrativas, mientras que el 4 de octubre de 1994
se completó la segunda fase, que abarcaba las cocheras, talleres y subestación
de tracción. Mientras tanto, algunos fines de semana se ofrecieron los primeros
servicios con tracción vapor entre Azpeitia y Loyola. Lamentablemente, estas
circulaciones se tuvieron que suspender a partir de mayo de 1995, cuando la
ampliación de una empresa siderúrgica situada en las imediaciones, y entonces
la mayor generadora de empleo en la villa guipuzcoana, interrumpió la traza.
El verano de 1997 la empresa Balzola emprendió el montaje de la vía del ferrocarril histórico de Azpeitia a Lasao. Fotografía de Juanjo Olaizola
El ferrocarril histórico de Azpeitia
a Lasao
Para
compensar la pérdida que supuso el desmantelamiento de la vía entre Azpeitia y
Loyola, Euskotren, sociedad pública a la que en 1994 el Gobierno Vasco había
encomendado la gestión del Museo Vasco del Ferrocarril, decidió reconstruir la
vía en el sentido opuesto, es decir, entre la sede del museo y su colateral en
dirección a Zumaya: la pequeña estación de Lasao.
En el verano
de 1997 se iniciaron los trabajos de recuperación de la traza, ejecutados por
la empresa Balzola. En una primera fase se limpió toda la explanación, invadida
por la vegetación tras una década sin servicio ferroviario. Posteriormente, una
vez verificado el buen estado de taludes, trincheras, túneles, puentes y muros
de sostenimiento, se procedió al montaje de la vía en la que, al tratarse de un
ferrocarril histórico, se optó por utilizar las clásicas traviesas de madera.
La primavera de 1998 se realizaron los primeros trenes de prueba entre Azpeitia y Lasao, remolcados por la centenaria locomotora de vapor “Aurrera”. Fotografía de Juanjo Olaizola
Una vez
realizadas las pruebas oportunas de circulación del material histórico del
museo, el 12 de junio de 1998 se procedió a la inauguración del ferrocarril
histórico de Azpeitia a Lasao, en un acto presidido por el entonces
Viceconsejero de Transportes del Gobierno Vasco y antiguo director de la 5ª
zona de Renfe, Carlos García Cañibano. El tren inaugural, encabezado por la
locomotora de vapor “Aurrera”, conducida por Guillermo González Angulo,
veterano maquinista de Alsasua, estaba formado por dos coches históricos del
Ferrocarril del Urola, construidos por CAF en Beasain en 1925.
Llegada del tren inaugural del ferrocarril histórico de Azpeitia a Lasao. Fotografía de Javier Fernández López
El recorrido
El
ferrocarril histórico de Azpeitia a Lasao enlaza la antigua estación de
Azpeitia, desde 1992 sede del Museo Vasco del Ferrocarril de Euskotren, con su
colateral en Lasao, en un recorrido de cinco kilómetros que bordea las orillas
del río Urola.
Tras
abandonar las instalaciones del Museo, la vía se situa en paralelo al río, y
durante dos kilómetros y medio transcurre por su orilla derecha. El recorrido
desciende suavemente, durante el primer kilómetro con una pendiente
prácticamente imperceptible, con una media de tan solo 2,5 milésimas. Superado
este primer tramo, la declividad se acentúa hasta situarse en las 8,8 milésimas
a lo largo del segundo kilómetro del trayecto.
Un tren de viajeros desciende hacia Lasao remolcado por la locomotora de vapor “Zugastieta”, construida en 1888 para el ferrocarril de Amorebieta a Guernica. Fotografía de Enrique Andrés Gramage
Un pequeño
paso a nivel marca el inicio del tercer kilómetro de la línea, en el que la vía
transcurre completamente horizontal. En contraste a su fácil perfil este tramo
concentra las principales obras de fábrica del recorrido, el puente número 18 y
el túnel 22 del antiguo Ferrocarril del Urola. El puente, con el que la vía
pasa a discurrir por la margen izquierda del río Urola, dispone de cuatro tramos
de hormigón armado, realizado mediante vigas prefabricadas en π diseñadas por
el ilustre ingeniero Eugenio Ribera, cada uno de 10,4 metros de luz. A su
salida se encuentra el túnel, de 225 metros de longitud.
El ferrocarril histórico de Azpeitia a Lasao también ha registrado circulaciones de trenes de mercancías, como el de la imagen, remolcado por la locomotora de vapor “Euzkadi”, construida en 1920 para la Compañía de los Ferrocarriles Vascongados. Fotografía de Juanjo Olaizola
Una vez
superado el túnel, la vía emprende un nuevo descenso, más acentuado que el
anterior, ya que alcanza las 16 milésimas de declividad durante más de un
kilómetro. Finalmente, tras un nuevo tramo horizontal, el trazado alcanza la
antigua estación de Lasao que cuenta con un bonito edificio inspirado en los
caseríos de la zona, así como dos andenes y dos vías que facilitan las
maniobras de paso de la locomotora de cabeza a cola de la composición.
Desde su
creación en 2005, la titularidad de la vía entre Azpeitia y Lasao corresponde a
la sociedad pública del Gobierno Vasco Euskal Trenbide Sarea/Red Ferroviaria
Vasca, empresa que realiza el mantenimiento preventivo y correctivo es esta
infraestructura. Cabe señalar que en la estación de Lasao cuenta con las dos
únicas agujas talonables que todavía operan en la red ferroviaria vasca de
ancho métrico, aparatos en el pasado muy comunes en los ferrocarriles de vía
estrecha españoles, con los que se simplifican notablemente las maniobras a la
par que incrementan su seguridad.
Euskal
Trenbide Sarea-Red Ferroviaria Vasca es también la titular del edificio de
viajeros de la estación de Lasao, que recientemente ha rehabilitado en su
integridad. Además, la Asociación de Amigos del Museo Vasco del Ferrocarril ha
recuperado su interiorismo original con los diversos espacios destinados a
despacho de billetes, gabinete de circulación, vivienda del jefe de estación y
retretes para los viajeros. Por su parte, Euskotren gestiona, a través de su
Museo Vasco del Ferrocarril, la operación del servicio y realiza el mantenimiento
de los vehículos históricos que circulan en este trayecto.
En los días laborables de agosto y durante la celebración de jornadas especiales también circulan trenes con tracción diesel en el ferrocarril histórico de Azpeitia a Lasao. A la izquierda, automotor Allan 301, construido en Holanda el año 1955, cedido al Museo Vasco del Ferrocarril de Euskotren por los Ferrocarriles Portugueses (CP) y, a la derecha, locomotora Alsthom 1004 de la Compañía Vasco-Asturiana. Fotografía de Juanjo Olaizola
El servicio
Desde
la inauguración del ferrocarril histórico de Azpeitia a Lasao el 12 de junio de
1998, el Museo Vasco del Ferrocarril de Euskotren, con la inestimable
colaboración de los miembros de la Asociación de Amigos de la citada
institución, ha ofrecido a sus visitantes la posibilidad de viajar en sus
trenes de vapor todos los fines de semana desde la Semana Santa hasta el puente
de Todos los Santos, así como a lo largo del puente de la
Constitución-Inmaculada.
La locomotora “Aurrera” asciende desde Lasao hasta Azpeitia en cabeza de una composición de viajeros formada por dos coches procedentes del Ferrocarril del Urola y uno de los Ferrocarriles Vascongados, todos ellos construidos por CAF, los dos primeros en 1925 y el otro en 1944. Fotografía de Iñaki Arrizabalaga Bengoetxea
En
principio, los trenes históricos del museo circulan entre Azpeitia y Lasao
todos los sábados, con una salida por la mañana y otra por la tarde, así como
los domingos y festivos con un viaje matinal. La composición está generalmente
formada por una locomotora de vapor, siendo la más habitual la “Aurrera”,
máquina construida en Mánchester por la firma Nasmyth & Wilson en 1898, y
dos o tres coches de viajeros realizados por CAF entre 1925 y 1944 para los
ferrocarriles del Urola y los Vascongados. Además, los días laborables del mes
de agosto el servicio se incrementa con servicios asegurados con tracción
diesel, bien con un automotor Allan de 1955 cedido por los ferrocarriles
portugueses, bien con una locomotora Alsthom originaria del ferrocarril
Vasco-Asturiano.
Por el ferrocarril histórico de Azpeitia a Lasao también han circulado vehículos ajenos a las colecciones del Museo Vasco del Ferrocarril de Euskotren, como es el caso de este curioso automotor diesel de los ferrocarriles de Madagascar, dotado de una singular rodadura sobre neumáticos, propiedad del museo Michelin de Clermont-Ferrand (Francia). Fotografía de Juanjo Olaizola
Junto
a estos servicios regulares, el Museo Vasco del Ferrocarril ofrece la
posibilidad de alquilar trenes especiales cualquier día y a la hora que
determine el cliente. Esta opción es cada día más utilizada por grupos de todo
tipo, desde escolares a jubilados o turistas.