Retrato de Vicente Alcalá de Olmo y Morales.
Fondo, Arxiu Hitóric de la Ciutat de Gandia
El pasado 7 de febrero se conmemoraba el 155 aniversario del desaparecido ferrocarril de Carcaixent a Dénia. Con este motivo, queremos recordar en este blog la figura de su principal promotor, Vicente Alcalá del Olmo y Morales.
Nacido en València el 18 de marzo de 1820 en el seno de una familia
aristocrática de origen andaluz, su padre y otros antepasados eran también
militares, por lo que no es de extrañar que el 18 de enero de 1835, sin haber
cumplido todavía los 15 años, ingresara en la Escuela Militar de Segovia. Vicente Alcalá desarrolló una interesante carrera militar,
alcanzando el grado de subteniente en 1837, el de capitán en 1847 y el de
Coronel de Estado Mayor en 1866. Obtuvo también importantes condecoraciones y
menciones por méritos de guerra a las órdenes de destacados militares de la
época como Juan Prim, Rafael Echagüe o Leopoldo O’Donell.
En 1848 Vicente Alcalá contrajo matrimonio con Ángela
Valtier, miembro de una familia acomodada de comerciantes vinculada a la
pequeña nobleza de Gandia. Esta boda, unida a la herencia familiar, proporcionó
a nuestro protagonista una situación personal lo suficientemente desahogada
como para poder solicitar diversas licencias en el ejército que aprovechó para
viajar por Europa y tomar contacto directo con las nuevas industrias y negocios
de la época. En ellos dedicó especial atención a los transportes ferroviarios y
a las alternativas de bajo coste que, en aquel momento, comenzaban a divulgarse
por el continente de la mano del francés Alphonse Loubat. Fruto de sus estudios
fue la publicación de un trabajo titulado Tram-vías
o caminos de hierro movidos por fuerza animal, editado en Madrid en 1860.
Vicente Alcalá compaginó sus actividades empresariales con la
vida militar. Si en 1858 dedicó una de sus licencias a la confección del
proyecto del ferrocarril hipomóvil de Carcaixent a Dénia, un año más tarde
volvió al ejército, participando entre 1859 y 1860 en la campaña de Marruecos.
En ella, según señala su biógrafo, Jesús E. Alonso, colaboró en la compra de
material para el que se convertiría en el primer ferrocarril de la región,
construido para comunicar la ensenada de Río Martín con Tetuán.
Finalizada la campaña africana, Vicente Alcalá retornó a
Gandia para constituir la empresa e impulsar la construcción de su «Tram-vía» a
Carcaixent. Sin embargo, desavenencias con sus socios le impulsaron a presentar
la dimisión de su cargo de Director-Gerente de la compañía y a solicitar el
reingreso en la carrera militar, de modo que en noviembre de ese mismo año fue
nombrado segundo jefe de estado mayor en Cuba. Su nuevo destino impidió que
pudiera asistir a la inauguración del ferrocarril hipomóvil en febrero de 1864.
La estancia de Vicente Alcalá en la mayor de las Antillas fue
breve, ya que un año más tarde, el 30 de octubre de 1864, regresaba a España.
Cuatro años más tarde, tras el estallido de la revolución «Gloriosa» que
destronó a la reina Isabel II, Alcalá se decantó por el carlismo. En 1870
participó en la Junta de Vevey (Suiza) y poco después el pretendiente Carlos
VII le nombró Comandante de Guipúzcoa y, más tarde, Jefe del Ejército del
Centro. Sin embargo, en septiembre 1871 decidió acogerse a los beneficios de la
amnistía decretada por el gobierno, lo que no impidió que en 1873 se trasladara
a Francia para volverse a ver implicado con la junta carlista de Baiona. Sin
embargo, tras el golpe de estado de Pavía, decidió regresar a España en mayo de
1874.
Finalizada la guerra, Vicente Alcalá abandonó definitivamente
la milicia y tras vivir algunos años en Madrid, se trasladó a su palacio de
Benirredrá, donde en 1879 falleció su esposa. Poco después, el 2 de diciembre
de 1882, contrajo segundas nupcias con una de sus sirvientas, Roberta Vilella,
39 años más joven. Desde entonces dedicó sus esfuerzos a la gestión de sus
tierras y a la organización del Sindicato de Agricultores de Gandia,
constituido en 1890 con el propósito de facilitar la comercialización de los productos
agrícolas de la comarca, evitar el fraude y protegerse frente a los
intermediarios.
Vicente Alcalá vivió sus últimos años estrechamente vinculado
a la comarca de la Safor, falleciendo en su palacio de los condes de Rótova en
Benirredrá el 19 de marzo de 1902, a los 82 años de edad.