El primer ferrocarril de vía métrica de la
Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya funcionó entre Peñarroya y Fuente del
Arco en 1895. Estación de Peñarroya. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo
Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
Durante
décadas, una amplia red de vía métrica recorrió el entorno de Sierra Morena
conectando entre sí diversas poblaciones del sur de Extremadura y Castilla-La
Mancha y el norte de Andalucía. Fruto de la amalgama de diferentes concesiones
ferroviarias fue posible realizar el segundo recorrido más largo en la vía
estrecha española en pintorescos trenes en los que se llegó a utilizar los tres
sistemas clásicos de tracción ferroviaria; vapor, eléctrica y diésel, entre
Fuente del Arco (Badajoz) y San Quintín (Ciudad Real), pasando por localidades
de gran relevancia minera e industrial como Peñarroya y Puertollano.
Lamentablemente, el declive de las explotaciones mineras de la región acarreó
la decadencia de estas vías férreas, construidas principalmente con el
propósito de transportar estos recursos, por lo que hace ahora medio siglo la
empresa estatal Feve optó por su definitiva clausura.
La Sociedad MineroMetalúrgica de Peñarroya
también tenía importantes intereses mineros en Puertollano. Locomotora “Puertollano”
fotografiada por Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
Los inicios; la Sociedad Minero-Metalúrgica de Peñarroya
El
entorno de Sierra Morena ha constituido históricamente uno de los entornos
mineros más ricos y variados de Europa: desde la famosa faja pirítica del sur
de Portugal y el norte de Huelva, con grandes yacimientos de azufre, cobre,
galena y oro, hasta las cuencas carboníferas de Peñarroya y Puertollano, sin
olvidar el mercurio de Almadén o las minas de plomo de Linares el valle de la
Alcudia y San Quintín.
Los
ricos yacimientos mineros de Sierra Morena se han explotado, como mayor o menor
intensidad, desde tiempos remotos, pero con la llegada de la Revolución
Industrial su demanda internacional se incrementó exponencialmente. Al mismo
tiempo, se introdujeron nuevos métodos de extracción, cada vez más
tecnificados, así como estructuras empresariales y de organización del trabajo
netamente capitalistas. Entre las numerosas compañías implicadas en la región,
una, de origen francés, destacó sobremanera en este panorama, la Société
Minière et Metallurgique Peñarroya (SMMP), constituida en París el 6 de octubre
de 1881 con un capital social de cinco millones de francos, de los que 1,9
millones estaban en manos de los famosos banqueros de la familia Rotschild.
Tras
su constitución, la SMMP adquirió diversas explotaciones mineras y arrendó
otras, además de firmar contratos a largo plazo con varias empresas de la zona,
al mismo tiempo que estableció en Peñarroya una gran fundición de plomo que consumía
los carbones de la zona.
Locomotora de vapor “Almodóvar del Campo”. El
ferrocarril de la SMMP enlazó esta localidad con Puertollano en 1898.
Fotografía de Gustavo Reder. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
Los
primeros ferrocarriles de la SMMP
Uno
de los principales problemas que deben afrontar las empresas mineras es el de
los transportes de las ingentes masas de mineral, estériles y combustibles que
movilizan en sus procesos productivos. En el caso de Peñarroya, el mayor
inconveniente se encontraba en el hecho de que la vía más directa a un puerto
en el que embarcar los productos de su fundición de plomo pertenecía a un grupo
empresarial ajeno a los Rotschild; la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces,
que podía encaminarlos desde su línea de Belmez a Córdoba hacia el puerto de
Málaga. Por ello, la SMMP pronto estudió otras alternativas a través de la
Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante (MZA), también
controlado por los Rotschild. Sin embargo, su ruta de Belmez a Almorchón y de
ésta a Mérida y Sevilla implicaba un gran rodeo que encarecía notablemente el
precio final de los envíos.
Ante
esta tesitura, la SMMP decidió impulsar la construcción de un ferrocarril de
vía métrica que, en paralelo a Sierra Morena, permitiría alcanzar la estación
de MZA situada en la localidad pacense de Fuente del Arco, donde la carga
podría ser trasbordada hacia el puerto de Sevilla. Además, esta vía facilitaría
el acceso a las minas de plomo de Azuaga y Fuente Ovejuna.
Entre 1896 y 1907 la SMMP adquirió 14 locomotoras
de cuatro ejes acoplados construidas por Fives-Lille y la Sociedad Alsaciana.
Fotografía de Gustavo Reder. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
El
16 de julio de 1891 la SMMP obtuvo del Ministerio de Fomento la preceptiva
concesión para la construcción de esta vía férrea, de 69 kilómetros
de longitud, que entró en servicio el 26 de junio de 1895.Las obras fueron
realizadas por la firma francesa Fives-Lille, sociedad asimismo integrada en el
grupo Rotschild, que también fabricó la mayor parte de los materiales
empleados, incluidas las cuatro locomotoras de vapor conlas que se inauguró la
línea.
Desde sus
inicios, la SMMP también había adquirido diversas concesiones mineras en los
cotos carboníferos de Puertollano y en las vecinas minas de plomo de Almodóvar
y San Quintín. Por ello, su segundo proyecto ferroviario se centró en esta
zona, en concreto, en una pequeña vía férrea entre Puertollano y Almodóvar del
Campo, cuya concesión fue otorgada por el Ministerio de Fomento a la empresa de
los Rotschild el 6 de septiembre de 1896. Dada la escasa longitud de la nueva
línea, apenas 8 kilómetros, las obras se desarrollaron con rapidez y el 25 de
enero de 1898 se procedió a su inauguración.
La línea de
Puertollano a Almodóvar solamente era el primer paso de un proyecto más
ambicioso que pretendía llegar hasta las minas de San Quintín, lo que requería
construir otros 18 kilómetros. El 12 de noviembre de 1897 la SMMP obtuvo la
preceptiva autorización para construir en este trayecto un ferrocarril de uso
particular que, al parecer, ya estaba operativo el 3 de diciembre de 1899, pero
únicamente como ferrocarril minero. Los vecinos de la zona tuvieron que esperar
hasta el 20 de marzo de 1903 para que la línea se abriera a todo tipo de
tráficos y se establecieran apeaderos para su servicio en Villazaide y Collado.
Para mejorar los servicios de viajeros, en 1914
la SMMP adquirió a la Sociedad Alsaciana tres elegantes locomotoras tipo 230,
aunque también se emplearon en trenes de mercancías, como es el caso de la Nº
20 “Pueblo Nuevo” captada por la cámara de Gustavo Reder. Archivo
Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
La compleja
unión entre Peñarroya y Puertollano
A finales del
siglo XIX, la SMMP explotaba dos líneas de vía métrica, la primera, entre Fuente
del Arco y Peñarroya; la segunda, desde Puertollano a San Quintín. Ambas
estaban separadas entre sí por más de 145 kilómetros, así como por una
orografía compleja que exigía la travesía de Sierra Morena de sur a norte. Aunque
la unión de ambas pudiera parecer un proyecto prioritario para la empresa
francesa, dada la vinculación de la producción minera e industrial que
desarrollaba en ambas comarcas, este proyecto tuvo un desarrollo complejo en el
que se plantearon diversas alternativas que no siempre tuvieron como meta
Puertollano, dado que para la empresa francesa también resultaban de gran
interés los criaderos de plomo de Linares y La Carolina.
Desde el 22 de
junio de 1894 existía en la zona una concesión para la construcción de un
ferrocarril desde Llerena (Badajoz) a Linares, otorgada por el Ministerio de
Fomento a Ramón Romasanta Pérez. Esta concesión se dividía a su vez en cinco
secciones, de las que la primera era prácticamente paralela a la del
ferrocarril de la SMMP Fuente del Arco, población situada a 15 kilómetros de
Llerena, a Peñarroya, siendo las restantes de Peñarroya a Pozoblanco, de ésta a
Conquista, de Conquista a El Hoyo y de El Hoyo a Linares. La SMMP negoció con
el citado concesionario y, a su vez, el 14 de abril de 1904 obtuvo la
preceptiva autorización para construir la segunda de estas secciones, la
comprendida entre Peñarroya y Pozoblanco.
Locomotora “Alcaracejos” fotografiada sobre el
carro transbordador de los talleres de locomotoras de la SMMP en Puertollano.
Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
Dado que el
terreno apenas presentaba dificultades, la construcción del tramode Peñarroya a
Pozoblanco se desarrolló con rapidez, de modo que en poco más de dos años
quedaron concluidas las obras de los 53 kilómetros del nuevo ferrocarril. El 5
de agosto de 1906 entró en servicio la nueva vía que, entre otros objetivos,
facilitaría el transporte de la producción de las minas de plomo de Alcaracejos
a la gran fundición de la SMMP en Peñarroya.
La siguiente
etapa para lograr la conexión entre Peñarroya y Puertollano fue la construcción
de la tercera sección del ferrocarril de Llerena a Linares. En este caso, la
concesión fue otorgada por el Ministerio de Fomento a la SMMP el 17 de enero de
1906 y, como en el caso anterior, la ausencia de accidentes orográficos de entidad
facilitó el desarrollo de las obras. El 1 de julio de 1907 entraron en servicio
los 40 nuevos kilómetros de vía métrica.
Mientras la SMMP
se debatía entre las alternativas de continuar hacia Linares o dirigirse a
Puertollano, una empresa minera de la zona, la Nueva Sociedad de Minas del
Horcajo, decidió construir su propio ferrocarril minero, con el reducido ancho
de vía de 600 mm, para conectar sus explotaciones con la estación de Conquista.
Otorgada la preceptiva autorización gubernativa el 9 de agosto de 1907, un año
más tarde inició su andadura el pequeño tren, de 22 kilómetros de longitud.