En 1914
comenzaron a circular los primeros tranvías eléctricos de Vigo. Archivo
EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
El 31 de diciembre
de 1968 circularon por última vez los tranvías urbanos de Vigo, así como los
trenes eléctricos del ferrocarril a La Ramallosa y sus ramales tranviarios a Baiona
y Gondomar, todos ellos operados por la empresa Tranvías Eléctricos de Vigo,
Compañía Anónima (TEVCA). El cierre del servicio se vio precipitado por una arbitraria
decisión del consistorio de la capital olívica que meses antes había decidido
implantar una nueva red alternativa de autobuses gestionada por la firma
Vitrasa.
Intensa
circulación de tranvías en el centro de Vigo. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del
Ferrocarril
Vigo contó en el pasado con una de las redes de tranvías más
interesantes de España. Además, su implantación, a diferencia de lo que
sucedió en la mayor parte de las ciudades de nuestro país, no fue fruto de la
iniciativa de intereses foráneos, sobre todo belgas, sino del impulso de un
grupo de vigueses, muchos de ellos antiguos emigrantes, que decidieron invertir
los capitales que habían amasado en Sudamérica, en la implantación de un
servicio considerado clave para la definitiva modernización y desarrollo de su
ciudad natal.
En 1926
TEVCA inauguró el ferrocarril de Vigo a La Ramallosa. Archivo EuskoTren/Museo
Vasco del Ferrocarril. Fondo Iñaki García Uribe
Capitaneados por Manuel Losada, Concepto López Lorenzo y Martín
Echegaray, en 1911 constituyeron la empresa Tranvías Eléctricos de Vigo,
Compañía Anónima (TEVCA), sociedad que en tres años fue capaz de poner en
marcha la primera red de transporte urbano de la ciudad olívica. Así, el 1 de
agosto de 1914 entraron en servicio las primeras líneas.
Vista del
ferrocarril eléctrico de Vigo a La Ramallosa. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril. Fondo Iñaki García
Uribe
Una
red muy eficiente
De la mano de TEVCA, Vigo pudo contar con una de las redes de
tranvías más completas y eficientes de España. En sus primeros años, bajo la
dirección de Ricardo Mella, la empresa completó una red de siete líneas que
enlazaba los principales barrios de la ciudad con el centro urbano, la estación
de ferrocarril y su importante puerto. Más tarde, se embarcaría en un proyecto
aun más ambicioso y precursor de los modernos tren/tram que, en la actualidad,
se implantan en Europa: el ferrocarril de Vigo a La Ramallosa y sus extensiones
tranviarias a Baiona y Gondomar, abierto al público en 1926. Sus trenes eran
capaces, no solo de circular como vehículos ferroviarios por esta línea de vía
métrica electrificada, sino también por sus prolongaciones tranviarias y por
las calles de Vigo, acercando a sus viajeros a sus puntos de destino.
Interior
de uno de los tranvías de TEVCA. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril.
Fondo Iñaki García Uribe
Junto a las iniciativas impulsadas por TEVCA, Vigo también contó
con un frustrado tranvía interurbano que pretendió enlazar la ciudad olívica
con el afamado balneario de Mondariz. Lamentablemente esta empresa no logró
alcanzar su destino final y únicamente pudo poner en explotación la primera
sección desde Vigo hasta Porriño, abierta al público en 1920.
Tranvía de la línea
interurbana a Porriño. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Pese a las limitaciones de la posguerra, marcada por la falta de
todo tipo de materiales y repuestos, unido a las consecuencias de las
restricciones eléctricas, TEVCA fue capaz de mantener un servicio indispensable
para la ciudad e incluso de modernizarlo y ampliarlo, con el establecimiento de
varios tramos de doble vía o la construcción del ramal a la playa de Samil,
especialmente concurrido en el periodo estival. Asimismo amplió su parque móvil
con la compra de unidades excedentes de otras redes desmanteladas en aquella
época, como la vecina Pontevedra o la de Sevilla. Pese a su antigüedad, las
manos expertas de los operarios de sus talleres supieron ponerlos al día y
ofrecer a los vigueses un aspecto impecable.
TEVCA modernizó en sus
talleres las unidades más antiguas. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
La
supresión
TEVCA también propuso al Ayuntamiento la implantación de servicios
complementarios de autobuses y también de trolebuses. De hecho, llegó a
adquirir un lote de trolebuses de dos pisos de ocasión en Londres, vehículos
que finalmente jamás llegaron a circular al no autorizar el consistorio el
montaje de las necesarias líneas eléctricas para su alimentación.
Tranvía Nº 301, dotado de una
elegante y moderna carrocería. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo
EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
En los
años cuarenta, TEVCA mejoró los servicios a las playas más concurridas de Vigo. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Lamentablemente la red de tranvías de Vigo fue clausurada el 31 de
diciembre de 1968 tras una oscura y caciquil maniobra del alcalde franquista
Rafael Portanet en la que el ayuntamiento favoreció sin el menor rubor a
la que desde entonces es la concesionaria de los transportes urbanos de la
ciudad, Vitrasa, cuyo gerente era en aquella época Gonzalo Álvarez Arrojo quien,
a su vez, era presidente del sindicato vertical de Transportes y
Comunicaciones. Las vinculaciones de la nueva empresa con el Régimen franquista
eran evidentes.
Composición
del ferrocarril de La Ramallosa fotografiada en las cocheras de TEVCA de As
Travesas. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril. Fondo Iñaki García
Uribe
Aun en pleno franquismo, en 1972, el Tribunal Supremo determinó
que con su decisión, el ayuntamiento de Vigo había cometido un claro delito de
cohecho en la adjudicación de los nuevos servicios pero ya era demasiado tarde
para que los tranvías volvieran a la vida, perdiendo la ciudad una magnífica
oportunidad para seguir contando con una red de transporte eficiente, de gran
capacidad y respetuosa con el medio ambiente.
31 de diciembre de 1968 circularon los últimos
tranvías eléctricos de Vigo. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril