Material para Ferrocarriles y Construcciones suministró numerosos tranvías para Barcelona, como este elegante coche de dos pisos, construido en 1909. Fondo MPS. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
CAN
GIRONA
Mientras Manuel Girona se
centró en el sector financiero, desde el que impulsó la creación de entidades
bancarias y compañías ferroviarias, dos de sus hermanos y socios, Ignacio y
Casimiro, se decantaron por la industria metalúrgica y en 1861 fundaron la Herrería
Barcelonesa, embrión de una empresa llamada a convertirse en uno de los
principales constructores de material móvil ferroviario de nuestro país.
Los hermanos Girona
establecieron en el barrio del Poble Nou una factoría que, a partir de lingotes
de hierro y chatarra, y mediante hornos de pudelado, fabricaba toda clase de
productos metalúrgicos; aceros laminados, herraduras y hierros forjados.
Asimismo, su factoría se convirtió pronto en uno de los primeros fabricantes de
vagones de España, al suministrar material remolcado a compañías como la del
ferrocarril de Barcelona a Zaragoza en las que estaban implicados como
accionistas.
Placa de construcción del coche AAC-5010, construido para Renfe en 1947 en los talleres del Poble Nou, el mismo año en que Can Girona se fusionó con Construcciones Devis para constituir Macosa. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
La progresiva
especialización en el sector ferroviario impulsó la reorganización de la
empresa, con la constitución de una nueva sociedad, Material para Ferrocarriles
y Construcciones, S.A., con sede en el número 2 de la barcelonesa calle Ancha.
El objetivo de la empresa, popularmente conocida como «Can Girona» (casa Girona
en castellano) o como «La Material», era emprender la construcción de coches y
vagones a gran escala, con el fin de poder sustituir con ventaja las masivas
importaciones de material móvil ferroviario que se realizaban en España desde
el inicio de la era ferroviaria. No obstante, también atendió a otros sectores,
como el de la carretera, como deja de manifiesto el suministro de 100 carruajes
construidos entre 1881 y 1890 para la Sociedad General de Ómnibus de Madrid,
sin olvidar la construcción de toda clase de estructuras metálicas, como las de
algunos de los pabellones de la Exposición Universal de Barcelona.
El primer gran pedido de
material ferroviario tuvo lugar en 1886, cuando la Compañía de los
Ferrocarriles de Tarragona a Barcelona y Francia les contrató el suministro de
300 coches y vagones. A éste seguirían otros de empresas como el ferrocarril de
Almansa a Valencia y Tarragona, Norte, MZA, Bilbao-Portugalete, la Dirección
General de Correos o los tranvías de Madrid y Barcelona. A finales del siglo XIX
Can Girona era, sin duda, el principal fabricante del sector en España.
En 1947, en una operación
auspiciada por el Banco Central, Material para Ferrocarriles y Construcciones
se fusionó con la empresa valenciana Construcciones Devis, con la que
constituiría una nueva sociedad: Material y Construcciones, Macosa. Poco
después, a los dos centros fabriles se uniría un tercero en Alcázar de San
Juan, especializado en la construcción y reparación de vagones de mercancías.
Vista de la factoría de Macosa en Poble Nou (Barcelona), la antigua Can Girona, publicada en 1960 en La industria de material ferroviario en España. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
Tras la
constitución de Macosa, la planta del Poble Nou se especializó en la fundición
y moldeado de acero, la construcción y reparación de material autopropulsado y
coches de viajeros, así como en el carrozado de autobuses y trolebuses. Por su
parte, la factoría valenciana se centró en la fabricación de locomotoras,
primero de vapor y pronto también eléctricas y diésel, estas últimas gracias a
la incorporación de las licencias de la norteamericana General Motor en los
años sesenta.
Macosa era,
en los años setenta del siglo XX el segundo fabricante más destacado de
material móvil ferroviario de España, únicamente superado por CAF. Sin embargo,
la crisis que vivió el sector en los años ochenta obligó a reestructurar la
sociedad, con el cierre de la factoría de Alcázar de San Juan y la
constitución, en 1989, de una nueva entidad, Meinfesa. Dos años más tarde, ésta
sería comprada por GEC-Alsthom, multinacional que también había adquirido al
Instituto Nacional de Industria otra empresa del sector, la veterana Maquinista
Terrestre y Marítima de Barcelona, en el marco del suministro de los primeros
trenes de alta velocidad para Renfe.
GEC-Alsthom
clausuró los históricos talleres del Poble Nou y también los de La Maquinista
Terrestre y Marítima en Sant Andreu, para establecer una nueva factoría en
Santa Perpètua de Mogoda, desde la que Alstom mantiene la tradición iniciada
por los hermanos Girona en aquel lejano 1861 con la fabricación de trenes,
metros y tranvías para todo el mundo.