Portada del libro de José Antonio Torquemada, La Maquinilla
La cuenca alta del Guadiato integra los actuales municipios cordobeses de Bélmez, Espiel, Peñarroya-Pueblonuevo y Fuente Obejuna. Desde finales del siglo XVIII la explotación de sus ricos yacimientos de carbón se convirtió en una de las principales actividades económicas de la zona, aunque el verdadero despegue de la producción no tuvo lugar hasta la llegada de los primeros ferrocarriles a la comarca, primero, con la inauguración del ramal de Almorchón a Bélmez, del ferrocarril de Ciudad Real a Badajoz, en 1868 y, poco después, el de Bélmez a Córdoba, en 1873.
Cocherón de locomotoras de La Maquinilla. Fotografía de Trevor Rowe Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
El primero de los ferrocarriles antes citados pronto cayó en la órbita de la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante (MZA), mientras que el de Córdoba a Bélmez se integró en la de los Ferrocarriles Andaluces. Precisamente,varios de los principales accionistas de esta última empresa, como los Loring, Heredia y Larios fueron, también, algunos de los más destacados promotores de la minería en la comarca del Alto Guadiato, interesados en el carbón de la zona, tanto como combustible para sus locomotoras, como para generar tráficos a sus líneas. Sin embargo, su línea alcanzaba únicamente el extremo sur de la cuenca y, por ello, pronto comenzaron a construir diversos ramales de vía ancha que, con el paso del tiempo, conformaron un trazado alternativo, en cierto modo paralelo al de las vías de MZA, desde la estación de Cabeza de Vaca (Bélmez) hasta las minas de El Porvenir de la Industria, pasando por Peñarroya, su Cerco Industrial y algunos de los principales yacimientos de antracita y hulla del entorno. Es precisamente a este ferrocarril minero, popularmente conocido como La Maquinilla, al que José Antonio Torquemada Daza ha dedicado una magnífica monografía, recientemente publicada por una asociación cultural bautizada con el nombre de este curioso tren.
En 1901 la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya adquirió cuatro locomotoras a la firma norteamericana Baldwin. En la imagen, la Nº 3 "Terrible" efectúa maniobras ante la cámara de Trevor Rowe Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Ciertamente, la comarca del Alto Guadiato ha protagonizado uno de los capítulos más destacados en la historia de nuestros ferrocarriles, ya que a los antes mencionados de MZA y Andaluces, así como la propia Maquinilla, se les sumó uno de los ferrocarriles de vía métrica de mayor envergadura de España, que enlazaba Fuente del Arco con Peñarroya, Puertollano y San Quintín, sin olvidar una infinidad de pequeños ramales mineros. Lamentablemente, su historia está, en buena medida, aun por descubrir y, en este sentido, el libro de José Antonio Torquemada permite conocer con detalle a uno de sus principales protagonistas.
Servicio de viajeros de La Maquinilla. Fotografía de Trevor Rowe Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Como bien señala José Antonio Torquemada, los inicios de la Maquinilla se remontan al año 1883, cuando se inició la construcción de los primeros ramales mineros en ancho de vía normal español que, con el tiempo, se enlazaron entre sí hasta crear el itinerario alternativo entre Cabeza de Vaca y El Porvenir. Pronto, además del transporte de carbón, este pequeño ferrocarril minero también comenzó a ser utilizado en el traslado de los mineros, así como por cualquier habitante o visitante de la comarca, con la ventaja de que el servicio era gratuito, lo que lo hizo muy popular en todo el Alto Guadiato.
Coches utilizados por la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya en el transporte de viajeros en La Maquinilla. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
En las 120 páginas del libro, profusamente ilustrado con valiosas imágenes del pasado ferroviario e industrial de la comarca, José Antonio Torquemada desgrana la historia de este singular ferrocarril que, en 1941, se convirtió en una de las raras excepciones entre los de vía ancha de nuestro país, al eludir la forzosa integración en Renfe. De este modo, se mantuvo en manos privadas hasta que en 1960 la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya, de capital francés, que en 1900 había adquirido a los Ferrocarriles Andaluces sus vías mineras y, también, sus explotaciones carboníferas, cedió su patrimonio en el Guadiato a la empresa pública Encasur. Asimismo aporta completa información sobre el material motor y remolcado, incluidas sus espectaculares locomotoras tanque de cinco ejes acoplados, únicas en España, la evolución de los yacimientos y de las empresas propietarias, o la descripción de los numerosos ramales mineros e industriales del entorno.
El Museo del Ferrocarril de Madrid llegó a preservar una de las espectaculares locomotoras 050T de La Maquinilla, aunque posteriormente fue cedida para su exposición como monumento en Puertollano. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
El libro de José Antonio Torquemada es, por tanto, un magnífico homenaje a uno de los ferrocarriles de vía ancha menos conocidos de nuestro país pese a que se convirtió en uno de los últimos reductos de la tracción vapor en España, no en vano, sus últimas locomotoras trabajaron hasta el año 1983. Sin duda, es una obra que merece un hueco en la biblioteca de cualquier investigador, estudioso o simple aficionado a la historia de los ferrocarriles españoles. Los interesados, pueden adquirir la obra, al modesto precio de 16,50 Euros, incluidos gastos de envío en reembolso certificado, al conocido distribuidor de libros de temática ferroviaria Ramón Capin a través del siguiente correo electrónico: kioscoplaza@telecable.es