Desde sus orígenes, el
ferrocarril ha empleado el sonido de las campanas, tanto fijas como de mano,
para la emisión de diversas señales, estrictamente definidas en los reglamentos
de explotación de las diversas empresas concesionarias.
Buen ejemplo de las normas de
utilización de las campanas en el ferrocarril es el reglamento de señales del
Ferrocarril Hullero de La Robla
a Balmaseda, que indicaba en su capítulo 6, dedicado a las denominadas señales
de oído, los toques reglamentarios que debían efectuarse con las campanas fijas
de las estaciones:
1ª.- Un toque de campana indica que faltan quince minutos para salir el
tren.
2ª.- Dos toques, que faltan cinco minutos.
3ª.- Tres toques, es señal de que salga el tren.
Otra empresa ferroviaria vasca, la Compañía de los
Ferrocarriles Vascongados, ofrecía un abanico más amplio de señales
reglamentarias, ya que a las tres empleadas por el Hullero, se sumaban otras
tres:
4ª- Cuatro toques indican que la Estación en que se hace esta señal ha autorizado
un cambio de cruzamiento. Anuncia a los empleados de la Estación, donde se
ejecuta, que va a verificarse en ella un cruzamiento accidental.
5ª.- Cuatro toques, seguidos de un repique, dan a conocer que la Estación inmediata, autorizada
para el cambio de cruzamiento, ha dado salida al tren a que dicha autorización
se refiere. Esta misma señal se hará también al ser conocida la salida de la Estación vecina, hacia la
que ha de dar la señal dicha, de un tren discrecional que no circule
diariamente.
6ª.- Un repique fuerte y continuo de la campana es señal de alarma y
ordena la parada inmediata de cualquier tren en movimiento. Asimismo indica al
guarda-agujas encargado de la maniobra del semáforo que lo abra y cierre varias
veces consecutivas. Se hará uso de esta señal en circunstancias excepcionales,
para indicar la parada de un tren puesto en movimiento indebidamente.
El reglamento de esta misma
Compañía también regulaba el uso de las campanas de mano, exponiendo
indicaciones precisas para su uso:
Tres toques dados con la campanilla de mano, por un empleado situado a
la cabeza del tren, frente a la máquina, ordena al conductor ponerse en marcha.
Otra de las funciones
tradicionales de las campanas de mano en el ferrocarril era el anuncio de los
diversos turnos para los comensales de los coches restaurantes en los expresos
de largo recorrido. No hace mucho, todavía se podía vivir este ritual en el
histórico Sudexpreso que enlazaba Lisboa con París.
Un elemento singular en este
capítulo eran las campanas con las que estaban dotadas las primeras locomotoras
de vapor de la Compañía
del Norte, complementarias al tradicional silbato de vapor, que se utilizaban
para anunciar la realización de maniobras en las estaciones. Este tipo de
señalización, muy común en los ferrocarriles de Norteamérica y Alemania, pero
poco frecuente en España, fue progresivamente eliminada durante las
primeras décadas del siglo XX.
Por lo general, las campanas de
las estaciones fueron suministradas por fundidores locales. Por ejemplo, en
1887, la Compañía
del Ferrocarril de Durango a Zumárraga adquirió seis campanas, con sus
respectivos yugos, con destino a las principales estaciones de la línea, a D.
Francisco Aguirre Sarasua, por un valor de 246 pesetas. En esta actividad jugó
un papel destacado la empresa Viuda de Murua (Vitoria), que suministró este
tipo de aparatos a las principales empresas ferroviarias del Estado.
El uso de las campanas en el
ferrocarril se ha limitado, generalmente, a los citados ejemplos, siendo
realmente infrecuente su utilización como sonería de los relojes de las
estaciones. En este sentido resulta un caso excepcional el reloj monumental de
la bilbaína estación de Atxuri, posiblemente el único reloj ferroviario en
España dotado de campanario. Instalado en 1913, con motivo de la construcción
de la nueva estación terminal de los Ferrocarriles Vascongados, diseñada por el
arquitecto Manuel María Smith, el conjunto se regulaba mediante un reloj
mecánico con remonte eléctrico que enviaba impulsos eléctricos tanto al reloj
que presidía los andenes de la estación, como a una compleja transmisión
mecánica que accionaba, tanto las saetas del reloj monumental situado en la
torre principal del edificio, como el martinete de la campana. Este equipamiento
fue suministrado por la empresa alemana A.E.G., y aunque el equipo original fue
sustituido a mediados de los años ochenta por una nueva maquinaria electrónica,
EuskoTren tuvo el buen criterio de conservar su singular campana, que todos los
días sigue marcando las horas y las medias.
La estación de Atxuri, cuenta desde 1913 con un campanario, detalle poco frecuente en las terminales ferroviarias
Junto al ferrocarril
convencional, la campana también ha sido tradicionalmente utilizada en los
tranvías, los cuales no son sino ferrocarriles adaptados a circular por la
trama viaria de pueblos y ciudades. En este tipo de vehículos se han empleado
dos tipos de campana, la primera destinada a anunciar la presencia del tranvía
a los restantes usuarios de la calzada (vehículos y peatones) y la segunda para
la transmisión de órdenes entre el conductor (más tarde denominado cobrador) y
el wattman o motorista.
Cuando en el siglo XIX se
implantaron las primeras redes de tranvías, la presencia de los animales de
tiro en las calles de las ciudades era algo común, y pronto se pudo comprobar
como, la utilización de silbatos o bocinas podía asustarlos, llegando a
provocar graves accidentes ante la desbandada de los mismos. Sin embargo, esto
no sucedía con el sonido de las campanas, al estar caballos y mulas habituados
a escuchar el tañido de los campanarios de las iglesias.
Con el tiempo, los animales de
tiro fueron desapareciendo de las calles de las ciudades. Sin embargo, los
tranvías conservaron el sonido de la campana gracias a que permitía su
inmediata identificación. En efecto, al ser tan diferente a los restantes
sistemas de aviso empleados en otros vehículos, el ciudadano inmediatamente se
percataba de que se aproximaba un tranvía, no un automóvil, un autobús o una
ambulancia. Por otra parte, al circular por zonas con gran densidad de peatones
y tráfico, resultaba necesario accionar constantemente el sistema de aviso, y,
evidentemente, el uso continuado de un claxon generaría un nivel de ruidos
inaceptable. Por ello, todos los tranvías modernos de Europa y Norteamérica
continuan utilizando este tradicional, pero a la vez eficaz sistema de señales.
Las campanas avisadoras de los
tranvías se situaban normalmente debajo de la plataforma de conducción y eran
directamente accionadas por el conductor al pisar un pequeño pedal. Los
reglamentos de las Compañías tranviarias, al igual que el de las ferroviarias,
eran muy estrictos a la hora de señalar los motivos por los que debían
accionarse estas campanas. Así, debía realizarse un toque siempre que se
emprendiera la marcha, a fin de advertir la maniobra a los viajeros,
transeúntes y otros vehículos. También era necesario realizar un toque en caso
de cruzamiento con otro tranvía, para anunciar su presencia a los viandantes,
ya que podía quedar oculto a su vista. La avería de la campana suponía la
inutilización del vehículo, ya que su circulación podía resultar sumamente
peligrosa al no poder anunciar su presencia.
Por su parte, en el techo de las
plataformas de conducción de los tranvías se instalaban las campanas de aviso y
transmisión de órdenes, accionadas desde el interior del vehículo gracias a una
correa de cuero que lo atravesaba en toda su longitud.
El accionamiento de estas
campanillas también estaba estrictamente reglamentado. El cobrador debía
indicar al motorista que podía iniciar la marcha, una vez finalizadas las
operaciones de subida y bajada de los viajeros, con un toque. Dos golpes del
cobrador significaban que el tranvía debía detenerse en la próxima parada,
mientras que tres indicaban todo lo contrario, ya que el tranvía circulaba al
completo y no podía admitir más viajeros, por lo que solo efectuaría parada en
caso de que algún viajero deseara apearse. Por su parte, un repiqueteo fuerte y
continuo anunciaba una situación anormal en el interior del tranvía que exigía su inmediata detención.
Todos los tranvías del mundo, como este de Madrid, han utilizado campanas como señal de aviso