LA QUITANIEVES
Característica común para cualquier ferrocarril de montaña son los problemas que causan las fuertes precipitaciones de nieve durante el invierno. La acumulación del blanco elemento puede llegar a cubrir por completo la vía y sus aparatos, comprometiendo la prestación del servicio.
Naturalmente, la nieve es uno de los mayores atractivos de un ferrocarril de montaña, cuya demanda se ve rápidamente incrementada por parte de esquiadores y excursionistas. Por tanto, no se pueden permitir el lujo de suspender la circulación de los trenes y, en consecuencia, siempre han prestado especial atención a la retirada de la nieve que se acumula sobre la vía.
Pese a la importancia de mantener siempre libre la vía de nieve, durante décadas el ferrocarril eléctrico del Guadarrama careció de maquinaria específica para este servicio, por lo que se recurría a acoplar cuñas quitanieves en los automotores y, sobre todo, la constante trabajo de las brigadas de vía y obras, que, con sus palas, retiraban constantemente la nieve acumulada.
La situación cambió radicalmente cuando Renfe incorporó al ferrocarril eléctrico de Guadarrama una potente máquina quitanieves construida en 1967 por las firmas suizass Rolba y Stadler. Para su adquisición se recurrió a los fondos de la denominada Ayuda Americana con la que los Estados Unidos Compensaron a España por las bases militares establecidas en nuestro territorio.
La máquina quitanieves era autopropulsada, mediante un motor diesel de 500 caballos de potencia, y transmisión eléctrica. Además, el motor impulsaba directamente el rotor de la quitanieves. Una de las peculiaridades de este artefacto es que era posible, mediante un sistema de gatos hidráulicos, levantarla sobre la vía y pivotarla sobre su propio eje, para cambiarla de dirección y, de este modo, que el rotor pudiera seguir trabajando en el sentido de la marcha.
Cabe señalar que la potencia con la que los rotores lanzaban la nieve era tan elevada que llegó a provocar problemas en algunos edificios colindantes a la vía, debido al peso de la nieve que acumulaba contra sus paredes, tal y como sucedió con la ermita situada en el puerto de Navacerrada. De dos ejes, disponía de freno de aire comprimido y eléctrico, mientras que su velocidad máxima era de 16 kilómetros por hora.
Muy bonita máquina,de la "vieja escuela",y avanzada en su época,impresiona ver sus "intrincados"y poderosos rotores,cabe imaginarla trabajando a plena potencia dejando expedita la línea...Una maravilla observarla en la imágenes,y a todo color,con su impecable estado de conservación...
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