Tren de mercancías del Ferrocarril del Bidasoa. Fotografía de Juan Bautista Cabrera. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
EL CIERRE
Las inundaciones de 1953 arrancaron
cerca de 400 metros
de vía, destrozaron las barandillas del puente de Elgorriaga, e inundaron un
túnel que quedó convertido en parte del cauce del río desbordado. Fueron
necesarios cinco días de frenética actividad para poder recuperar el servicio.
El Ferrocarril del Bidasoa vio pasar las locomotoras diésel Alsthom que contribuirían a la modernización y supervivencia de otras líneas. Archivo Fundación Sancho el Sabio
Pese a la reconstrucción de las vías,
la situación de la empresa ferroviaria era insostenible y, de hecho, pocos días
después anunció que cerraría el tren el 1 de enero de 1954. Solo gracias al
apoyo de los ayuntamientos del valle se pudo posponer la decisión a la espera
de lograr la ayuda financiera de la Diputación de Navarra y del gobierno.
Uno de los últimos servicios de viajeros del Ferrocarril del Bidasoa. Archivo Kutxabank
Lamentablemente, el gobierno hizo oídos
sordos a los más de veinte oficios que remitió el Ferrocarril del Bidasoa
solicitando apoyo para modernizar el servicio, por lo que la compañía no tuvo
más remedio que solicitar la renuncia a su concesión. La respuesta del
Ministerio de Obras Públicas se plasmó un Decreto fechado el 14 de septiembre
de 1956, en el que autorizaba el cierre del ferrocarril. Pocos días después, el
31 de diciembre circulaba por última vez el tren del Bidasoa.
Carriles acumulados en Irún-Kostorbe, procedentes del levante del Ferrocarril del Bidasoa. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Tras la definitiva clausura del
servicio, la Compañía de los Ferrocarriles del Bidasoa procedió a liquidar
todos sus bienes y a indemnizar al personal. Para ello, a principios de 1957
procedió a la subasta de todos sus bienes, que fueron adjudicados a la empresa
guipuzcoana Forjas de Zubillaga.
Paradojas de la historia, cuando no habían transcurrido tan siquiera dos años
desde su clausura y levante, el nacimiento de una gran empresa, Laminaciones de Lesaca, supuso el
definitivo despegue industrial del valle del Bidasoa. Si el ferrocarril hubiera
resistido un par de años más, su demanda habría asegurado su supervivencia y,
de hecho, la firma siderúrgica estudió en varias ocasiones la posibilidad de
recuperar el ferrocarril para su servicio.
Buena parte del trazado del Ferrocarril del Bidasoa ha sido reconvertido en vía verde. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
EL PATRIMONIO
Pese a que han transcurrido
sesenta años desde su desaparición, el recuerdo del ferrocarril del Bidasoa
todavía permanece firme en el valle. Buena parte de su trazado se conserva y,
en los últimos años, ha sido acondicionado como vía verde, en concreto, entre
Behobia y Santesteban. El viejo camino de hierro es ahora una senda para el
ocio y el deporte desde la que se pueden disfrutar las mejores vistas sobre el río
y el hermoso paisaje de la zona.
La abandonada estación de San Miguel es, actualmente, el edificio más antiguo del Ferrocarril del Bidasoa y debería ser correctamente preservado. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
La mayor parte de las viejas
estaciones han sucumbido a la piqueta, aunque todavía permanecen en pie las de
Endarlatza y Legasa, así como las casetas de los pasos a nivel de Mugaire e
Irurita, todas ellas reconvertidas en viviendas. Peor es la situación de la
estación de San Miguel, originaria del primitivo tren minero de Irun a
Endarlatza y por tanto, la más antigua de todas las que se conservan,
abandonada a su suerte, y que debería recuperarse como centro de interpretación
de la nueva vía verde.
Antiguo coche del Ferrocarril del Bidasoa, reutilizado en Villablino (León) como oficina de turismo. Fotografia de Juanjo Olaizola Elordi
La práctica totalidad de los
vehículos del ferrocarril del Bidasoa fueron desguazados para su
aprovechamiento como chatarra por las Forjas
de Zubillaga en Azkoitia. Sin embargo, dos coches fueron vendidos al
Ferrocarril del Urola y, afortunadamente, uno de ellos pudo ser rescatado por
el Museo Vasco del Ferrocarril donde, tras su restauración integral, en la que
colaboraron veteranos ferroviarios del Bidasoa como Pedro Carrillo y Andrés
Urcelayeta, se conserva y, además, presta servicio tras la locomotora de vapor
“Aurrera”, gemela de la “Zarauz” del Ferrocarril del Bidasoa. Asimismo, algunos
coches fueron vendidos de ocasión al ferrocarril de Ponferrada a Villablino y,
uno de ellos, se conserva en la actualidad, como oficina de turismo en esta
última localidad.
Coche del Ferrocarril del Bidasoa, preservado en el Museo Vasco del Ferrocarril. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Tristes las circunstancias y motivos que forzaron inexorablemente al cierre este ferrocarril,como esa negativa del Gobierno a pesar de la peticion y argumentos de la compañia...Al menos alguna parte de su infraestructura ha podido ser aprovechada como via verde,para disfrutar de su entorno natural,y esa muy pequeña parte de su material movil preservado.Impresionante la imagen de la tipica cabeza tractora con "morro"tan habitual en aquellas epocas en los trasportes especiales (Mack,quiza),o la imagen del modesto automotor prestando los ultimos servicios,y los muy afortunadamente y en saludable estado coches de viajeros preservados
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