FRANK J. SPRAGUE, Milford, Connecticut (USA), 25 de julio de 1857-25 de octubre de 1934
Como sucede con otros muchos inventos, es difícil atribuir a una sola persona la paternidad de la tracción eléctrica ferroviaria. Sin embargo, es indiscutible que uno de sus principales protagonistas fue el norteamericano Frank Sprague, a quien debemos algunos de los principios fundamentales en los que todavía se basa el medio de transporte más ecológico.
Bien es cierto que fue Werner Siemens quien, en 1879, presentó en la Feria de Berlín el primer prototipo de locomotora eléctrica. Sin embargo, su invento adolecía de numerosas limitaciones que imposibilitaban su implantación a escala comercial. Tras él, una pléyade de ingenieros como Brush, Van Depoele, Daft o el propio Edison, fueron mejorando el concepto con nuevos sistemas para la toma de corriente, el control de los motores o su acoplamiento a las ruedas, innovaciones que en ocasiones alcanzaron el éxito y que en otras fracasaron estrepitosamente, como el primer intento de electrificación del tranvía de Bilbao a Santurtzi.
Aunque Frank Julian Sprague se formó en la Marina norteamericana, tras licenciarse en 1878 centró sus estudios en la novedosa electricidad y en 1883 comenzó a trabajar con Edison, con quien colaboró en la mejora de los motores eléctricos de corriente continua y en el montaje de centrales generadoras. Un año más tarde decidió establecer su propia empresa, la Sprague Electric Railway& Motor Company, para centrar su actividad en la electrificación ferroviaria.
En 1886 Sprague ya había desarrollado dos importantes innovaciones: un motor capaz de mantener una velocidad constante independientemente de las condiciones de carga y un sistema de freno eléctrico con recuperación. Un año más tarde, perfeccionó el sistema de toma de corriente mediante trole inventado por Van Depoele y mejoró el acoplamiento de los motores a los ejes mediante engranajes. Con todo ello, en 1888 pudo inaugurar en Richmond, Virginia, el primer tranvía eléctrico verdaderamente eficiente del mundo, capaz de superar la difícil orografía de esta ciudad, con ramas de hasta el 10%.
El éxito del tranvía de Richmond fue inmediato y en tan solo dos años otras 110 redes de tranvías norteamericanos habían contratado los servicios de Sprague quien, en 1890, decidió vender su empresa a Edison. Con los ingresos obtenidos en la operación se introdujo en un nuevo campo, el de los ascensores, un sector en pleno auge dada la demanda generada por los nuevos rascacielos que comenzaban a levantarse en Estados Unidos, por lo que en 1892 fundó la Sprague Electric Elevator Company.
Gracias al estudio de los sistemas de control de los ascensores, Sprague pudo desarrollar otra innovación de gran calado para el sector ferroviario: el mando múltiple, cuya primera aplicación se realizó en el ferrocarril elevado de Chicago. Gracias a su éxito, este sistema se convirtió en la base para la implantación de los ferrocarriles metropolitanos y las líneas de cercanías. Además, entre 1896 y 1905 también patentó eficaces sistemas de control de la circulación ferroviaria, auténtico anticipo de los modernos equipos de protección automática de los trenes.
En definitiva, el papel de Frank Sprague fue fundamental para el desarrollo de la tracción eléctrica ferroviaria y sus ideas e innovaciones siguen vigentes en los más modernos trenes de alta velocidad, metros y tranvías de todo el mundo.
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