Emblema del Ferrocarril del Urola
El bando vencedor en la Guerra Civil española ejerció sobre los vencidos una implacable represión en todos los ámbitos: desde las condenas a muerte tras procesos en los que las más básicas garantías judiciales eran una quimera, hasta la depuración de funcionarios o trabajadores de servicios públicos. En esta España negra, los idiomas propios de muchas de las regiones que conforman el país también fueron objeto de persecución, prohibiéndose su uso en todos los ámbitos.
El personal del Ferrocarril del Urola fue la primera víctima de la represión fascista. Más de la mitad de sus trabajadores perdió su empleo tras la caída de Guipúzcoa en manos de los rebeldes
Uno de estos episodios represivos, en este caso del euskera, se vivió en el desaparecido Ferrocarril del Urola, inaugurado en 1926, donde, los billetes utilizados en el servicio
de viajeros, eran bilingües, con una cara en castellano y el reverso en euskera.
La decisión para su edición en este formato había sido tomada por el Consejo de Administración de este ferrocarril el 10
de agosto de 1925, que justificó su decisión en el hecho de que la zona
atravesada «es una de las que en mayor
extensión se habla el vascuence, hasta el extremo de que hay muchos caseros que
no conocen el idioma castellano debido a las condiciones topográficas del país
que hace que vivan aislados entre montañas».[1]
Máquina impresora de billetes tipo Edmonson fabricado por la firma alemana Goebel. El tambor del centro permite voltear el billete e imprimirlo por ambas caras, como es el caso de los utilizados en el Ferrocarril del Urola
Desde la inauguración del ferrocarril en 1926, hasta
la Guerra Civil, se utilizaron los títulos bilingües con total normalidad pero,
tras el inicio del conflicto bélico, las nuevas ediciones que era necesario
realizar, a medida que se agotaban las existencias, se imprimieron únicamente en
castellano. La primera tirada de títulos de este tipo se efectuó el 6 de
diciembre de 1936. Sin embargo, tanto en las taquillas como en las oficinas
del ferrocarril había en existencia importantes cantidades de billetes
bilingües, que databan, la mayor parte de ellos, de 1925. Tras el inicio de la guerra y la caída del valle del Urola en manos de los rebeldes en septiembre de 1936, estos títulos se siguieron expidiendo al público con
normalidad ya que, ante la penuria de medios existente en el momento, no era
factible su sustitución inmediata.
Esta situación cambió de forma radical el 15 de
agosto de 1938, cuando se expidió el billete militar de clase salón número
2.490, a favor de la Jefatura del Servicio Militar de Ferrocarriles. La
reacción de las autoridades militares fue fulminante, al exigir el cese
inmediato en su cargo del Director del Ferrocarril del Urola, quién debía
quedar suspendido de empleo y sueldo hasta que no quedase aclarado el motivo
por el cual estaban en vigor estos títulos, al mismo tiempo que exhortaba a que se investigara la fecha
de edición, así como quienes ordenaron su redacción en vascuence, «prohibiendo desde luego, que se sigan expidiendo».[2]
De inmediato se realizaron las oportunas
diligencias, con la toma de declaraciones al Director del ferrocarril, Ramón
Pagola Goya, quién justificó la utilización de estos billetes en la falta de
recursos para retirar de la circulación los bilingües y su sustitución por
títulos redactados exclusivamente en castellano. En su informe, señalaba que en
los almacenes y taquillas de las estaciones había en existencia 207.900
billetes de estas características, la mayor parte de las clases menos
utilizadas: obediencia, autorizaciones y militares.
Billetes del Ferrocarril del Urola. De izquierda a derecha, cara en castellano, dorso en euskera y dorso censurado durante la Guerra Civil
Una vez aceptadas sus explicaciones, el señor Pagola
fue repuesto en su cargo el 15 de septiembre de 1938.[3]
Los billetes bilingües continuaron circulando tras ser previamente censurado el
texto en euskera, al pegar sobre él una fina lámina de papel. En todo caso no
fueron muy utilizados y de hecho, el Museo Vasco del Ferrocarril pudo recuperar
miles de ellos en los almacenes del Ferrocarril en Azpeitia, formando en la
actualidad parte de sus fondos documentales.
[1] Ferrocarril de Zumárraga a
Zumaya, Libro de Actas del Consejo de
Administración, 1925-1926, p. 147.
[2] Archivo del Museo Vasco
del Ferrocarril, Expediente relativo a la
utilización de billetes en vascuence.
[3] Ferrocarril de Zumárraga a
Zumaya, Libro de Actas del Consejo de Administración,
1935-1940, pp. 104-108.
Yo tuve uno de éstos y se lo cedí a un consocio de la AAFCB.
ResponderEliminarYo tengo varios de los billetes censurados en casa. Resulta curioso que una medida como la de los billetes bilingües, adoptada en pleno primorriverismo por una direccion del FC del Urola que componían unos señores que eran más de derechas "que el grifo del agua fría", fuera eliminada por otra dictadura de corte ideológico semejante.
ResponderEliminarFernan
De todas formas, el franquismo fue mucho más intolerante que Primo de Rivera con el euskera, el catalán o el gallego. Muchos conocerán lo de las octavillas en catalán que la Falange (los Ridruejo, Lain Entralgo y otros) intentó distribuir lanzándolas desde un avion en las horas previas a la toma de Barcelona por Franco y que fueron requisadas por la "autoridad militar competente" antes de su distribución y sin ningun miramiento.
ResponderEliminarFernan
Al leer "Zumaya (Puerto)" en el billete me ha surgido la pregunta de cuándo y por qué dejo la estación de Zumaya-Villa de prestar servicio de pasajeros. No ´se si habrá información al respecto.
ResponderEliminarGenial el blog, por cierto. Me tiene enganchado estos días.
Secundo la pregunta.
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