ADOLFO IBARRETA FERRER, Baiona, 30 de enero de 1830-Madrid, 13 de enero de 1893.
El hecho de que España sea el único país del mundo con ferrocarriles metropolitanos de vía métrica se debe, sin duda, a la gran influencia del ingeniero vasco Adolfo Ibarreta Ferrer en el desarrollo de la red ferroviaria de nuestro país durante el último cuarto del siglo XIX.
Adolfo Ibarreta Ferrer fue uno de los más destacados ingenieros ferroviarios del siglo XIX. Natural de la ciudad vasco-francesa de Baiona, donde vino al mundo en 1830, se crió en Bilbao, donde residió hasta el año 1849, fecha en la que ingresó en la Escuela especial del Cuerpo de Ingenieros, en la que desarrolló su formación académica hasta agosto de 1854. Finalizados sus estudios superiores, fue nombrado Ingeniero segundo y destinado, en febrero de 1856, al distrito de Logroño. En marzo de 1859 ascendió a Ingeniero primero y continuó prestando sus servicios en La Rioja hasta que en junio de 1861 fue contratado por la empresa constructora del ferrocarril de Tudela a Bilbao, como responsable de las obras de la sección comprendida entre Miranda de Ebro y Alcanadre.
En enero de 1862 abandonó nuestro país tras ser reclutado por el Marqués de Salamanca, quien lo nombró Ingeniero jefe del ferrocarril de Lisboa a Oporto, cuya construcción promovía el financiero español. Un año más tarde se trasladó a Italia, donde siguió trabajando para el Marqués de Salamanca como director de las obras de los ferrocarriles de Roma a Civitavecchia y a Nápoles y de Ancona a Bolonia, en las que alcanzó el máximo reconocimiento público al ser nombrado Caballero de la Orden Napolitana de Francisco I y de la Italiana de San Mauricio y San Lázaro.
Una vez concluidas las obras encomendadas en Italia, en diciembre de 1865 regresó a España como máximo responsable de la Jefatura de la División hidrológica de Santander, cargo que ostentó hasta su nombramiento como Jefe del Negociado de Puertos, Faros y Aguas del Ministerio de Fomento tras la revolución liberal de 1868. En este destino formó parte de la Comisión encargada de redactar los proyectos de leyes de Obras Públicas, Aguas, Puertos y de Expropiación y también fue elegido como representante del Gobierno español en la inauguración del canal de Suez.
En 1871 Adolfo Ibarreta fue nombrado Ingeniero Jefe de las Provincias Vascongadas y, poco después, desempeñó una activa labor en la defensa de Bilbao durante el sitio al que sometieron los carlistas la villa entre el 28 de diciembre de 1873 y el 2 de mayo de 1874, motivo por el que fue condecorado con la cruz blanca del mérito militar. Terminada la guerra civil fue nombrado director del ferrocarril de Tudela a Bilbao, cargo que ostentó hasta su absorción por la Compañía del Norte en 1878. En esos años también proyectó y construyó obras de gran relevancia técnica, como el nuevo puente del Arenal sobre el Nervión en Bilbao y el de Burceña sobre el río Kadagua.
A partir de 1879, la actividad de Adolfo de Ibarreta se centró en el estudio de diversos ferrocarriles de vía estrecha, de los que se convirtió en el principal paladín en nuestro país, dirigiendo los proyectos de la línea de Bilbao a Durango, de su posterior continuación a Zumárraga y del de Bilbao a Las Arenas. En estos años fue destacada su intensa polémica en varios rotativos, incluida la prestigiosa Revista de Obras Públicas, con otro ingeniero vasco, Pablo Alzola, sobre el ancho de vía más conveniente para los ferrocarriles del Cantábrico. Ibarreta defendió con vehemencia las ventajas de la vía métrica sobre la vía ancha por su mayor economía y rentabilidad para sus inversores, y a vaticinar que los ferrocarriles en la región «serán de vía estrecha o no serán». Su previsión se cumplió y el ejemplo de estas vías férreas económicas y eficientes se extendió a otras muchas zonas del país.
En 1885 Ibarreta abandonó nuevamente Bizkaia al ser nombrado director de la Compañía de los ferrocarriles de Madrid a Cáceres y Portugal. En 1890 volvió a tabajar para la Administración, al ser nombrado Jefe del Negociado de conservación de carreteras, y un año más tarde del de aguas. En julio de 1892 fue designado representante del Ministerio de Fomento en el Congreso internacional de ferrocarriles de San Petersburgo. Poco después, el 13 de enero de 1893, falleció víctima de una rápida enfermedad.
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