Intervención
de los billetes en el último tren del ferrocarril Vasco-Navarro. 31 de
diciembre de 1967. Fotografía de José L. Larrión
Un día como hoy, hace ahora medio
siglo, circulaba el último tren del
ferrocarril Vasco-Navarro. Su amplia red de vía métrica, de prolongada génesis, ya
que la construcción de su traza, iniciada en 1887 no se concluyó hasta 1927, es
decir, cuarenta años, y relativamente breve existencia, ya que tan solo se
mantuvo en explotación completa durante otros cuarenta años, fue una de las más completas y mejor equipadas de toda la vía métrica del norte peninsular.
El
proyecto para construir un ferrocarril que uniera, por una parte, Vitoria con
Estella y, por otra, la capital alavesa con Bergara, punto desde el que se
podía continuar viaje en tren hacia Bilbao o San Sebastián, fue promovido por
los vitorianos Joaquín y Juan José Herrán que, el 22 de marzo de 1879
impulsaron la creación de una comisión gestora a fin de difundir el proyecto y
lograr los necesarios apoyos políticos y económicos. Las gestiones pronto
vieron sus frutos, y la Ley Especial de 9 de Junio de 1882 otorgó la concesión
para el estudio del citado ferrocarril a Wenceslao Martínez y a Joaquín Herrán.
Posteriormente, el primero transfirió todos sus derechos a Joaquín Herrán por
Real Orden de 19 de Mayo de 1885.
Inmediatamente
Joan José y Joaquín Herrán intentaron incentivar a los inversores locales y
solicitaron subvenciones a las Diputaciones de Álava, Vizcaya, Guipúzcoa y
Navarra así como a los ayuntamientos afectados. Sin embargo, las instituciones
únicamente apoyaron el proyecto con buenas palabras, pero sin los necesarios
compromisos económicos, por lo que fue necesario recurrir al capital británico,
con el que constituyeron, el 25 de Mayo de 1886, la Compañía The Anglo Vasco Navarro Company Limited
con domicilio en Londres y un comité de gestión con residencia en Vitoria. El 14
de Mayo de 1888, la nueva empresa se hizo cargo de la concesión definitiva del
ferrocarril.
Tren de visita a las obras del
ferrocarril Vasco-Navarro, retratado el 20 de enero de 1888 en la estación de
Vitoria-Ciudad. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
El 20 de Enero de
1887 con gran boato y ante la presencia numerosas autoridades políticas,
religiosas y militares, comenzaron en Vitoria, precisamente en los terrenos que
hoy día ocupa la avenida de Los Herrán, las obras del nuevo ferrocarril.
Lamentablemente, los trabajos pronto se vieron frenados por
problemas técnicos y financieros, de modo que se desarrollaron a
un ritmo muy lento y en dos años tan sólo lograron poner en servicio el tramo
de 18 kilómetros comprendido entre Vitoria-Ciudad y Salinas de Léniz,
inaugurado el 13 de Febrero de 1889.
El
tendido de vías hacia Gipuzkoa continuó a pesar de las dificultades
financieras. Así, el 23 de Septiembre de 1893 llegaba a la estación de
Eskoriatza el primer tren de trabajos cuya locomotora de vapor remolcaba vagones
de todo tipo y algunos coches de viajeros en los que se acomodaban directivos
del Anglo-Vasco. Sin embargo, la construcción de este difícil tramo adolecía de
graves defectos, por lo que no fue posible su inmediata puesta en servicio. Además,
la empresa concesionaria no había satisfecho pago alguno por la ocupación de
los terrenos de este trayecto, de modo que los vecinos afectados reclamaron sus
derechos a los tribunales. Ante la ilegalidad de la situación, el Juzgado de Bergara
autorizó a los propietarios indebidamente expropiados a levantar los carriles.
La compañía del ferrocarril Anglo-Vasco-Navarro llegó a tender la vía hasta la estación de Eskoriatza. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
La
situación del ferrocarril era cada día más delicada y finalmente, el 2 de Mayo
de 1897, los trabajadores abandonaron la explotación del único tramo en
servicio, entre Vitoria y Salinas de Léniz, debido al impago de sus haberes
durante más de ocho meses. Este hecho motivó que el Estado procediera de
inmediato a la incautación de la línea y a la total reorganización de la
explotación a partir del día siguiente. El Vasco-Navarro se convertía tras
estos acontecimientos en el primer ferrocarril de vía estrecha incautado y
explotado directamente por el Estado.
En
el momento de la incautación, el Anglo-Vasco ofrecía un panorama desolador. El
informe redactado por la Primera División de Ferrocarriles del Estado no podía
ser más elocuente: “Las obras de construcción
de la línea se llevaron por la Compañía de una manera deplorable. Aquello era
una sima en la que se echaba dinero sin que se viese nada hecho. Hubo
terraplenes que se construyeron sobre un metro de nieve y, como es natural, se
caían y había que volverlos a hacer. Dos años y medio se invirtieron en hacer
los 18 primeros kilómetros, donde ni siquiera había túneles. Se ocupaban
terrenos sin pagarlos ni expropiarlos siquiera; se amontonaban los litigios y
los disgustos ....”.
Las primeras locomotoras de vapor del ferrocarril Vasco-Navarro fueron construidas por la firma británica Falcon. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Tras
la paralización de las obras se inició el trámite administrativo para la
resolución de la caducidad de la concesión, aprobada por Real Orden de 28 de
Junio de 1901. Posteriormente se procedió a la tasación de las obras e
instalaciones realizadas para proceder a su subasta con objeto de encontrar un
nuevo concesionario que concluyera los trabajos y explotara el servicio. Sin
embargo, la delicada situación del ferrocarril y las escasas expectativas de
tráfico, principalmente en el tramo de Vitoria a Estella, motivaron que las tres
subastas realizadas quedaran desiertas. Finalmente, el Estado procedió a la
incautación definitiva de la línea mediante la Real Orden del 3 de Octubre de
1903. Esta medida, aseguraba, en principio, la construcción del tren por cuenta
del Gobierno central, pero no establecía plazo alguno para ello.
Con
las obras totalmente paralizadas, la Diputación de Álava solicitó al gobierno
central el 13 de Noviembre de 1903, la cesión de la concesión así como de todas
las obras construidas y el material fijo y móvil existente, con la pretensión
de crear una empresa explotadora que contara con el apoyo económico de las
instituciones afectadas por su trazado. Sin embargo, la propuesta alavesa no
logró en principio el apoyo de las diputaciones de Gipuzkoa y Navarra, por lo
que el Estado optó por volver a subastar la concesión durante el primer
trimestre de 1904.
El
nuevo concurso quedó desierto, por lo que, ante el fracaso de la convocatoria,
las Diputaciones de Álava Gipuzkoa y Navarra intentaron buscar un
entendimiento a fin de ofrecer subvenciones y otras ventajas que hicieran más
atractiva la construcción del ferrocarril al capital privado. De hecho,
empresas belgas y británicas mostraron cierto interés, pero cuando el 13 de
Mayo de 1910 se realizó una nueva subasta de la concesión, ésta volvió a quedar
desierta. También fracasó la inclusión de la línea en la Ley de Ferrocarriles
Secundarios, lo que suponía una garantía de interés del 5% a la inversión
realizada en la construcción de la línea, medida que tampoco sirvió para atraer
el capital necesario.
En 1914 se reanudaron las obras del Vasco-Navarro, con la construcción del ramal de enlace con el ferrocarril del Norte, inaugurado en 1915. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Las
consecuencias de la Primera Guerra Mundial en la economía española sirvieron
para despertar al Vasco-Navarro de su largo letargo. En los primeros meses del
conflicto, España vivió una grave crisis económica y, como secuela, un notable
aumento del desempleo. La realización de obras públicas era, en la época, un
buen recurso para generar empleo y, por tanto, el gobierno decidió reactivar
las obras de construcción. En todo caso, no debe olvidarse que en aquel momento
el presidente del Consejo de Ministros era Eduardo Dato que, aunque natural de
A Coruña, había sido elegido Diputado por Álava. De este modo, de forma
inesperada, y sin convocar subasta de ningún tipo, autorizó a la División de
Ferrocarriles del Ministerio de Fomento la construcción de un ramal de enlace
entre la estación de Vitoria-Ciudad y la terminal de la Compañía del Norte en
la capital alavesa. Esta vía no exigió obras de importancia, salvo la
construcción de un paso elevado sobre el ferrocarril del Norte y fue inaugurada
el 22 de Septiembre de 1915.
Entre tanto, la Primera División de Ferrocarriles del Estado emprendió
las obras de reconstrucción del tramo comprendido entre Salinas de Léniz y
Eskoriatza. Sin embargo, el desarrollo de los trabajos se veía limitado por las
escasas partidas presupuestarias consignadas al efecto y por ello la Diputación
de Álava sugirió a sus hermanas de Gipuzkoa y Navarra colaborar con el
Gobierno Central en la financiación de la construcción mediante anticipos
reintegrables del Cupo que debían abonar a la Hacienda estatal las Haciendas
provinciales. Curiosamente, casi un siglo más tarde se ha elegido la misma
fórmula para la construcción del tramo guipuzcoano de la nueva red ferroviaria
vasca, la “Y ferroviaria”, línea que podría considerarse como una reedición del
histórico Vasco-Navarro, adaptada a las necesidades actuales.
Inauguración de la sección de Vitoria a Mekolalde. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
La propuesta de las Diputaciones podía por fin desbloquear la situación
del Vasco-Navarro, pero su aceptación por el Estado no fue tarea fácil y
posiblemente no se hubiera logrado sin el indudable apoyo que ofreció a la idea
Eduardo Dato. Finalmente, una Ley aprobada el 12 de Julio de 1916 autorizó un
primer anticipo por valor de 2.550.000 pesetas, otorgado por las Diputaciones
de Álava y Gipuzkoa para la financiación del tramo Salinas de Léniz a Mekolalde,
punto donde definitivamente se propuso el empalme con la línea de los
Ferrocarriles Vascongados que permitiría la conexión con Bilbao y San Sebastián.
Solucionada la
financiación de las obras, los trabajos de construcción del ferrocarril
adquirieron finalmente el ritmo adecuado, lo que permitió que el 3 de Septiembre de 1919 se pudiera inaugurar la sección de Vitoria a Mekolalde.
En
los discursos inaugurales del ferrocarril de Vitoria a Mekolalde se anunció la
habilitación de un nuevo crédito de 400.000 pesetas para la continuación de los
trabajos en la sección de Vitoria a Estella. Asimismo, a propuesta de la
Diputación de Gipuzkoa, se iniciaron los estudios para la construcción de un
ramal entre la estación de San Prudencio y Oñate. Una nueva Ley aprobada el 5
de Marzo de 1920 autorizó un crédito del Gobierno por importe de quince
millones para la ejecución del tramo Vitoria-Estella, dejando la puerta abierta
a nuevos préstamos de las Diputaciones. Por su parte, la Diputación de
Guipúzcoa, otorgó un anticipo de 1.460.000 pesetas para la construcción del
ramal de San Prudencio a Oñate.
En 1923 se inauguró el ramal de San Prudencio a Oñate. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Para
la gestión del proceso de construcción, el Ministerio de Fomento delegó todas
sus atribuciones en una Junta de Obras constituida el 29 de Abril de 1920. Como
ingeniero-director de la misma se nombró a Alejandro Mendizábal Peña, persona
fundamental en la historia del Vasco-Navarro ya que no solo dirigió la
finalización de las obras, sino que posteriormente siguió rigiendo los destinos
de la línea al ser designado director de la Explotación de Ferrocarriles del
Estado, cargo en el que se mantuvo hasta el año 1956.
Mientras
se desarrollaban los trabajos en el tramo Vitoria-Estella, el 12 de Octubre de
1921 se inició la construcción del ramal de Oñate a San Prudencio, cuya
inauguración tuvo lugar el 30 de Septiembre de 1923.
Tren
inaugural de la sección de Vitoria a Estella, abierta al servicio el 23 de
septiembre de 1927. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
La
construcción del tramo de Vitoria a Estella todavía sufrió dificultades de
diversa índole. En el aspecto financiero, las asignaciones realizadas desde los
presupuestos del estado no resultaron suficientes, por lo que mediante los
Reales Decretos del 20 de Enero de 1922 y de 6 de Septiembre de 1925 se
autorizaron nuevos anticipos de las Diputaciones de Álava y Navarra. En el
aspecto técnico, la modificación de los deficientes proyectos originales y las
complicaciones ofrecidas por el terreno, principalmente en el paso por
Laminoria, ralentizaron el ritmo de los trabajos. Además, en 1923 la Junta de
Obras sugirió la electrificación de esta sección a fin de abaratar al máximo
los futuros costes de explotación, ya que no se esperaban grandes tráficos. La
propuesta fue aprobada mediante la Real Orden del 8 de Agosto de 1924. El 23 de
Septiembre de 1927 entraba en servicio, provisionalmente con tracción vapor, el
tramo Vitoria-Estella y finalmente, el 21 de Diciembre de 1929 se inició la
explotación con tracción eléctrica.
Las
mejoras en el Vasco-Navarro prosiguieron en los siguientes años y gracias a
nuevos convenios de colaboración con las diputaciones de Álava y Gipuzkoa, se
pudo financiar la electrificación de la sección de Vitoria a Mekolalde y del
ramal de San Prudencio a Oñate, puesta en tensión el 20 de febrero de 1938.
Diez años más tarde, su red se extendió hasta el Santuario de Estíbaliz, con un
pequeño ramal de dos kilómetros inaugurado el 2 de marzo de 1948.
Invitación a la inauguración de la electrificación de Vitoria a Mekolalde. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Completamente
electrificado y dotado de un parque de material móvil moderno, el Vasco-Navarro
prestó un eficaz servicio de transporte de viajeros y mercancías a las comarcas
servidas por sus vías de ancho métrico. Lamentablemente, pese al importante
tráfico que registraban sus trenes, con 1.883.800 viajeros en 1966 o 232.800
toneladas movilizadas en 1962, los resultados de explotación fueron negativos
desde 1946. En consecuencia, en 1967 una orden emitida desde las oficinas de Feve
en Madrid decretó el cierre de toda la red para la última noche del año y el 31 de diciembre, bajo una intensa nevada circularon sus últimos trenes.
Trasbordo de viajeros en la estación de San Prudencio. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
El mismo día, por desgracia, se clausuró también la mallorquina línea de Santa Maria a Felanitx (43 kms. inaugurada en octubre 1897) y la tarraconense de Tortosa a La Cava (26 kms. inaugurada en diciembre de 1927). Sin duda grandes pérdidas, pero especialmente abrumadora y sentida la del Vasco Navarro, línea ya por entonces más que millonaria en pasaje, que hoy día seguiría dando un inestimable e imprescindible servicio a las comarcas que atravesaba convenientemente modernizado. Esperemos que pueda resurgir de algún modo alguna de ellas.
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