Tren del Plazaola a su paso
por el viaducto de Lasarte. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Hoy, 19 de enero, víspera de la festividad de San Sebastián, habría
cumplido su primer centenario el desaparecido ferrocarril del Plazaola. Este
tren de vía estrecha, que enlazaba las capitales de Navarra y Guipúzcoa, fue
construido como prolongación de un primitivo tren minero que unía la estación
de la Compañía del Norte en Andoain (Gipuzkoa), con las minas de Plazaola, de
ahí el nombre con el que fue conocido este tren.
Vista del primitivo
tren minero del Plazaola. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
En efecto, el primer tramo del futuro
ferrocarril de vía métrica de Pamplona a San Sebastián fue concedido, el 10 de septiembre de 1902, al empresario Francisco
Hormaechea. El objetivo de la nueva línea era facilitar la explotación de los
yacimientos de mineral de hierro existentes en el municipio guipuzcoano de
Berástegui, con el transporte de su producción a la estación del ferrocarril
del Norte de Andoain. En este punto, tras el necesario trasbordo a los vagones
de vía ancha, se podía remitir a la exportación por el cercano puerto de
Pasajes o enviar a las diversas empresas siderúrgicas del País Vasco.
Vagón para transporte de
minerales del tren del Plazaola. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
En principio, la concesión para la
construcción de este tren minero, de poco más de 21 kilómetros de
recorrido a través del estrecho valle que conforma el río Leizarán, solo
contemplaba el servicio particular de transporte de mercancías y, de hecho, el
pliego de condiciones que regía la concesión no exigía la adquisición de
material remolcado para viajeros. Sin embargo, poco después, los promotores del
tren minero debieron considerar que se podían aprovechar las circulaciones de
sus trenes de mineral para atender la demanda de transporte de viajeros y
paquetería que generaba el entorno más inmediato donde, aunque no había ningún
núcleo de población de entidad, existían diversas actividades mineras,
forestales e industriales, así como algunos caseríos, diseminados por el
trayecto. De este modo, los promotores del tren minero, constituidos en la
Sociedad Anónima Leizarán, solicitaron el oportuno permiso al Ministerio de
Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas que, a su vez, otorgó su
autorización, el 5 de septiembre de 1904.
Para establecer el tráfico de
viajeros, el tren minero del Plazaola adquirió al constructor bilbaíno Mariano
de Corral cuatro pequeños coches de segunda clase con departamento de furgón
para el jefe de tren. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
El tren de las minas de Plazaola a
Leizarán entró en servicio el 21 de abril de 1905. Sin embargo, sus promotores
pronto pudieron constatar que la suya no había sido una buena inversión. La
producción de las minas nunca alcanzó los niveles esperados y el transporte de
viajeros, pese a la implantación de hasta diez apeaderos a lo largo del
trayecto, era prácticamente testimonial, algo que tampoco pudo sorprender en
exceso a la empresa dado que para atender este tráfico únicamente había
adquirido cuatro pequeños coches mixtos de segunda clase, con departamento para
el jefe de tren, que circulaban acoplados a la cola de los trenes mineros. En
consecuencia, cuando apenas llevaba dos años en explotación, en 1907, la
Sociedad Anónima Leizarán quebró y, posteriormente, transfirió la concesión a la Sociedad Minera
Guipuzcoana.
Ingenieros y técnicos estudian
el nuevo trazado del ferrocarril de Pamplona a San Sebastián. Archivo
EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Una huida hacia delante
El traspaso de la línea a un nuevo
concesionario no implicó, en un principio, mejora alguna del negocio
ferroviario. Sin embargo, la aprobación de la Ley de Ferrocarriles Secundarios
y Estratégicos el 26 de marzo de 1908, incrementó considerablemente las
perspectivas del negocio, al incluir entre los tramos a construir, los de
Pamplona a Plazaola y de Andoain a Lasarte. De este modo, el pequeño tren
minero se convertía en el tramo central del nuevo ferrocarril de Pamplona a San Sebastián. El gobierno garantizaba con un 5% de interés los capitales invertidos
en las obras de las nuevas líneas.
Obras de construcción del
ferrocarril del Plazaola. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
La Sociedad Minera Guipuzcoana
pronto comprendió que la única posibilidad de hacer viable su tren minero era
la de ampliar sus vías hacia las capitales de Navarra y Guipúzcoa. Por ello,
decidió personarse en las subastas de ambas concesiones, logrando el 19 de
octubre de 1910 la de Pamplona a las minas del Plazaola y, unos meses más
tarde, el 18 de marzo de 1911, la correspondiente a la sección de Andoain a
Lasarte, punto en la que la nueva vía empalmaría con la de los Ferrocarriles
Vascongados, lo que permitirá a los trenes de la empresa minera alcanzar la
estación de Amara, en el corazón de la capital guipuzcoana.
Construcción de uno de los
numerosos viaductos del ferrocarril del Plazaola. Archivo EuskoTren/Museo Vasco
del Ferrocarril
La construcción del ferrocarril del
Plazaola, tanto hacia Pamplona como a Lasarte, se desarrolló con gran celeridad,
pese a no estar exenta de dificultades, ya que el nuevo tren debía superar la
notable diferencia de cota existente entre Pamplona y San Sebastián. Entre las
numerosas obras, diseñadas por el ingeniero Manuel Alonso Zabala, la más
destacada era, sin duda, la del túnel de Huici, con la que se superaba la
divisoria de aguas entre el Cantábrico y el Mediterráneo. Con 2.700 metros de
longitud esta galería se convirtió, en su momento, en la de mayor envergadura
de toda la vía métrica española.
Tren inaugural del Plazaola,
preparado en la donostiarra estación de Amara para partir hacia Pamplona.
Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Concluidas las obras, el 19 de
enero de 1914 partía de los andenes de la donostiarra estación de Amara el tren
inaugural, al que se uniría en Huici, en un paisaje cubierto por la nieve la
composición procedente de Pamplona. Tras los actos de rigor, ambas
composiciones se unieron, para dirigirse a la capital navarra, donde se celebró
el banquete inaugural.
El tren inaugural, a su
llegada a Huici, donde se levantó un arco triunfal. Archivo EuskoTren/Museo
Vasco del Ferrocarril
Tras la inauguración, se estableció
un servicio de viajeros con tres circulaciones diarias, en cada sentido, entre
Pamplona y San Sebastián, que se reforzaban si la demanda lo exigía, por
ejemplo, durante las populares fiestas de San Fermín. Sin embargo, los
promotores del ferrocarril pronto pudieron comprobar que su nueva apuesta
tampoco sería rentable. La dura competencia que, desde el primer momento
presentó la Compañía del Norte, que compensaba el largo rodeo por Alsasua con
unas tarifas muy ventajosas, hizo que el tren de vía ancha mantuviera su
histórico predominio en el transporte de mercancías, mientras que el de los
viajeros pronto encontraría un nuevo rival en los autobuses de La Roncalesa,
capaces de cubrir la distancia entre las dos capitales en algunos minutos menos
que el tren, rodando temerariamente por las difíciles carreteras de la época,
incluida la travesía del tortuoso puerto de Azpiroz.
Tren del Plazaola,
fotografiado en la estación de Pamplona. Fotografía de José Isard. Archivo de
Josep Miquel Solé
Ante los negativos resultados del
negocio, la Sociedad Minera Guipuzcoana aprovechó cualquier ocasión para
intentar obtener nuevos recursos. Así, fue común el alquiler de sus locomotoras
de vapor a diversas empresas constructoras y, de hecho, hay constancia de su
presencia en las obras de construcción del ferrocarril de Ponferrada a
Villablino, el Urola o la variante de Lasarte de los Ferrocarriles Vascongados.
Más tarde, tras la Guerra Civil, otra locomotora fue vendida al
Ponferrada-Villablino donde matriculada con el Nº 31, se convirtió en una de
las vaporosas más famosas de nuestro país, no en vano fue la titular habitual
del último tren de viajeros con tracción vapor en España, recorriendo las
tierras del Bierzo hasta 1981.
Tren preparado para el traslado de diversas autoridades dispuestas a visitar las obras del ferrocarril del Urola. En cabeza de la composición, la locomotora Nº 22 del ferrocarril del Plazaola, alquilada a estas obras. Zumaia, 1924. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Zorionak para esta centenaria conmemoración y bonito articulo.
ResponderEliminarSaludos de un andoaindarra enamorado del valle Leitzaran.
Muy bueno, Zorionak!
ResponderEliminarLas fotos, superiores. !Qué pena, para los que vivíamos en Andoain hacia 1955-1960, que veíamos todos los días las vías, la estación y las cocheras. Per, ¿quién se podía permitir una cámara de fotos?. En las había vagones 'de lujo', bien acolchados, para pasajeros. También la plataforma giratoria para dar la vuelta a la locomotora...
Interesante, el texto.Hemos perdido ya el testimonio de los que fueron trabajadores, una pena. También muchas vivencias de los tiempos del estraperlo,..
Mila esker por el trabajo de investigación.
!!Desde el Consorcio Turístico Plazaola te damos las gracias, Juanjo, por tu excelente artículo!!
ResponderEliminarDesde el Consorcio Turístico Plazaola te damos las gracias Juanjo por tu excelente artículo!!
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