Ayer pasé la tarde en la bonita localidad cántabra de Liérganes, lo que me ha animado a dedicar una entrada a la historia de su pequeño ferrocarril, construido en 1909 por la compañía de los ferrocarriles de Santander a Bilbao.
Primitiva postal comercial de la estación de Liérganes. Archivo del Museo Vasco del Ferrocarril
La unión
ferroviaria entre Santander y Bilbao se estableció mediante la construcción del
ferrocarril de Zalla a Solares, línea que enlazaba, por una parte, con el
ferrocarril del Cadagua (desde el bilbaíno barrio de Zorroza hasta Balmaseda)
y, por otra, con el de Santander a Solares.
Tren de viajeros de los ferrocarriles de Santander a Bilbao. Fotografía de Lawrence G. Marshall
Es preciso señalar que, pese a lo que indicaba su
nombre, el ferrocarril de Zalla a Solares no partía de la estación de Zalla,
sino que lo hacía desde unas nuevas dependencias establecidas en Aranguren, ni
llegaba a Solares, sino que el empalme en el lado cántabro se implantó en
Orejo. Quedó por tanto un pequeño ramal desde este punto hasta la estación de
Solares. Además, cabe recordar que, en origen, el ferrocarril de Santander a
Solares se había implantado con el ancho de vía normal español (1.672 mm .), mientras que,
tanto el ferrocarril del Cadagua como el de Zalla a Solares eran de vía métrica.
Por ello, poco después de concluirse las obras de este último trayecto, se
procedió al estrechamiento de la vía hasta la capital cántabra, hecho que se
materializó definitivamente la noche del 19 al 20 de Junio de 1896.
Concluida la unión ferroviaria entre las capitales cántabras
y vizcaínas, la compañía de los ferrocarriles de Santander a Bilbao emprendió
un ambicioso programa de expansión con la puesta en servicio de nuevas
concesiones como las de Zorroza a Bilbao-Concordia o la de La Industrial a
Basurto, así como con la compra de otros ferrocarriles de la región, como es el
caso de las líneas de Bilbao a Las Arenas y de este punto a Plentzia. Asimismo,
pronto puso sus ojos en la posibilidad de ampliar el pequeño ramal de Orejo a
Solares a la vecina localidad de Liérganes, situada a nueve kilómetros de
distancia y que, a principios de siglo, era el punto de destino de numerosos
bañistas, atraídos por las propiedades terapéuticas de las aguas termales de su
famoso balneario.
Inversión de una locomotora de vapor en la estación de Liérganes. Fotografía de Lawrence G Marshall
La compañía de los ferrocarriles de Santander a
Bilbao obtuvo la preceptiva concesión para ampliar su vía desde Solares a Liérganes
el 26 de junio de 1906. Sin embargo, los trabajos de construcción se
desarrollaron sin excesivas prisas, ya que se invirtieron cerca de tres años en
establecer la vía en un trayecto de tan solo nueve kilómetros que, por otra
parte, no presenta obstáculos orográficos de entidad, al transcurrir en su
integridad a través del amplio valle del río Miera, cuyo cauce cruza cerca de
La Cavada. Finalmente, la nueva vía entró en servicio el 11 de mayo de 1909.
Tren de viajeros estacionado en los andenes de Liérganes. Fotografía de Juan Bautista Cabrera
Las estaciones de la nueva línea eran el apeadero de
Ceceñas, a dos kilómetros de Solares, La Cavada, a seis, y Liérganes. El
primero solo prestaba servicio de viajeros y equipajes, mientras que las otras
dos dependencias estaban abiertas a toda clase de tráficos, tanto local como
combinado.
Locomotora "Miera" a la cabeza de un tren de viajeros del Santander-Bilbao. Fotografía de John Blyth
El ferrocarril de Liérganes fue gestionado por su
concesionario original, la compañía de los ferrocarriles de Santander a Bilbao
hasta 1962, año en que esta empresa renunció a sus negocios ferroviarios ante
el creciente déficit de su explotación. De este modo, el 1 de agosto de 1962 el
servicio fue asumido por la Explotación de Ferrocarriles por el Estado.
Pese a la dieselización de los servicios, el Santander-Bilbao no pudo impedir el déficit de explotación y renunció a sus líneas en 1962. Fotografía de Ferrán Llauradó
El
24 de Septiembre de 1965 la Explotación de Ferrocarriles por el Estado se
configuró como un organismo autónomo adscrito al Ministerio de Obras Públicas,
dotado de patrimonio y personalidad jurídica propia, cuya actividad principal
sería «la
explotación de ferrocarriles y otros medios de transporte terrestre que
construya el Estado, que reviertan a éste y aquellos de que el mismo se incaute,
extraños a la competencia de la Renfe». La nueva empresa ferroviaria recibió el nombre de
Ferrocarriles de Vía Estrecha, más conocida por el acrónimo Feve, y en ella se integraron
todas las líneas hasta el momento gestionadas por la Explotación de
Ferrocarriles, incluido por tanto la de Santander a Bilbao y su ramal a Liérganes.
Apenas
había transcurrido un año desde que Feve asumiera la gestión del ferrocarril de
Santander a Bilbao cuando la empresa estatal decidió transferir su explotación
a las dos concesionarias privadas que enlazaban con sus vías: la Compañía del
ferrocarril del Cantábrico y la de los ferrocarriles de La Robla. Esta nueva
etapa de gestión bajo convenio, iniciada el 1 de enero de 1967, se prolongó
hasta el año 1972, momento en que ambas sociedades también se vieron obligadas
a renunciar a sus propias concesiones al no poder hacer frente a la constante
sangría de tráfico que provocaba el rápido desarrollo de los transportes mecánicos por carretera ni al constante
incremento de los gastos, sobre todo en materia de personal, que no se veían
compensado con las necesarias autorizaciones para incrementar las tarifas. De
este modo, a partir del 1 de julio de 1972, Feve asumió, ya de forma
definitiva, la gestión del ferrocarril de vía métrica de Santander a Bilbao.
Los tractores de maniobras Naval contribuyeron a la sustitución de la tracción vapor en el Santander-Bilbao. Fotografía de Javier Aranguren Castro
Fue
precisamente en la etapa en la que el ferrocarril de Santander a Bilbao fue
gestionado por Cantábrico y Robla cuando se produjo un acontecimiento
histórico: el fin de la tracción vapor, proceso iniciado a principios de los
años cincuenta con la incorporación de los automotores diesel-eléctricos
Brissoneau & Lotz adquiridos en Francia de segunda mano. La incorporación
de nuevos automotores diesel MAN, así como de locomotoras diesel eléctricas
Alsthom y tractores de maniobras diesel-hidráulicos Naval/Rolls Royce, permitió
la definitiva jubilación de las últimas locomotoras de vapor, que apagaron sus
hogares en 1968.
Unidad de la serie 3800 de Feve fotografiada en Liérganes. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Un
nuevo paso en la modernización de la tracción tuvo lugar el 23 de octubre de 1981,
fecha en la que Feve inauguró la electrificación de todo el trayecto
comprendido entre Santander, Solares y Liérganes. Desde entonces, las unidades
de la serie 3500, posteriormente relevadas por las de la serie 3800, se
hicieron cargo del servicio de viajeros, único que se presta, desde hace años,
en este pequeño ramal.
Tren especial, fletado por la Asociación de Amigos del Museo Vasco del Ferrocarril, fotografiado en La Cavada. Fotografía de Juanjo Olaizola
El
último acontecimiento histórico experimentado por el tren de Liérganes ha sido
el de su integración, al igual que todas las demás líneas explotadas por Feve,
en Adif, a partir del 1 de enero de 2013, mientras que la gestión de sus
servicios fue asumida en la misma fecha por Renfe.
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