Londres, capital de la Revolución Industrial,
fue una de las primeras ciudades del mundo en experimentar los graves problemas
que acarreaba la superpoblación de la ciudad que, ya en los albores de la era
ferroviaria, en 1831, estaba apunto de alcanzar la cifra de los dos millones de
habitantes, lo que la convertía en la ciudad más poblada del planeta.
Además de la circulación que
generaba la propia población de Londres, el tránsito de la capital británica se
veía agravado por la compleja distribución de su red ferroviaria, con numerosas
estaciones situadas en la periferia de la City , con las que se comunicaba la capital
británica con todos los rincones del país. Esta distribución de las terminales
generaba un tráfico añadido de viajeros y mercancías que debían trasbordar de
unas a otras por el centro de la ciudad para proseguir su viaje a otros
destinos. En consecuencia, a mediados del siglo XIX Londres se encontraba al borde
del colapso.
En la década de 1840 se planteó, por primera vez, el aprovechamiento del subsuelo para intentar solventar los problemas de tránsito de la capital británica, en concreto, las obras de construcción de la calle Farringdon para establecer
una vía subterránea que permitiese el acceso de los trenes hasta el corazón de la City.
El primer metro del mundo
En el año 1851, con motivo de la Gran Exposición ,
se retomó la vieja idea del ferrocarril de la calle Farringdon con el propósito
de construir una línea desde la estación del Great Western Railway de Paddington hasta el puente de Holborn, para
continuar a la estación de King’s Cross. Esta línea pronto fue bautizada como la North Metropolitan Railway.
El proyecto del Metropolitan Railway fue impulsado por
el ingeniero Charles Pearson, quien pensó que la mejor forma de construir una
vía entre Paddington y King’s Cross en un terreno tan inestable como el del
subsuelo de Londres era abrir una gran zanja en las calles del recorrido para,
una vez realizada la excavación, cubrirla de nuevo con una bóveda de piedra o
con vigas de acero. Se iniciaba así uno de los métodos de construcción de
ferrocarriles metropolitanos más habituales en el mundo: el denominado cut-and-cover.
Una vez finalizadas las obras,
que se vieron complicadas por numerosos accidentes, desprendimientos e
inundaciones, y tras recibir la oportuna autorización gubernamental, la línea se abrió al servicio público el 10 de
enero de 1863. Los 40.000 viajeros que ese día utilizaron
este novedoso servicio se convirtieron en los primeros pasajeros del mundo en viajar en un ferrocarril metropolitano.
En sus orígenes, el Metropolitan Railway no prestaba un
servicio exclusivamente urbano sino que también servía de vía de paso para que
los trenes de la Great Western Railway pudieran acceder al centro de
Londres. Por ello, en sus túneles se implantó una vía de tres carriles para que
pudieran pasar las locomotoras de vía ancha diseñadas por Brunel, que empleaban un ancho de vía de 2.134 milímetros. Sin embargo,
pronto se desechó esa idea y el Metropolitan
Railway adquirió su propio material móvil para la prestación del servicio.
Dado que en aquel momento no
había otra tecnología disponible, los trenes del Metropolitan Railway eran arrastrados por pequeñas locomotoras de
vapor que fueron equipadas con rudimentarios equipos para reducir en lo posible
la emisión de humos. Además, el túnel se construyó con un generoso gálibo, lo
que encareció las obras, y contaba con numerosas salidas para su aireación. A
pesar de estas precauciones y a la utilización de carbón de coke destilado cuya
combustión generaba menos impurezas, en ocasiones se produjeron accidentes como
el que, en 1867, provocó la muerte de tres viajeros debido a la sofocante atmósfera
de los túneles.
Pese a las molestias que pudieran
representar los humos de las locomotoras para los viajeros, el servicio pronto
alcanzó una gran popularidad por lo que, a partir de 1868, se construyeron
diversas ampliaciones hacia nuevas urbanizaciones que, en muchos casos, eran
promovidas por la propia empresa ferroviaria. En 1880 el Metropolitan Railway ya transportaba cerca de cuarenta millones de
pasajeros al año.
The Tube
Aunque las empresas del Metropolitan Railway y del Metropolitan District Railway pusieron
en marcha nuevas líneas en el corazón de Londres, entre la que destacaba una de
trazado circular que, por dicho motivo, sigue siendo conocida en la actualidad
con el nombre de Circle, su
construcción resultaba muy costosa debido al gran gálibo necesario para la
correcta evacuación del humo de las locomotoras de vapor. Por ello, la
expansión definitiva del metro de Londres no se emprendió hasta el año 1890
gracias al desarrollo tecnológico de un nuevo método para la tracción de los trenes:
la electricidad.
La posibilidad de utilizar trenes
eléctricos permitió construir líneas más económicas, al realizar túneles
mucho más pequeños al desaparecer los problemas de evacuación del humo de las
locomotoras. Además, podían construirse a mayor profundidad, al no tener que
contar con salidas para su ventilación, lo que facilitaba su perforación, ya
que se eludía afectar a los cimientos de los edificios o a las canalizaciones
de agua, gas y electricidad enterradas bajo el pavimento.
Para la construcción de las
nuevas líneas se empleó un método que ya había sido aplicado por Marc Brunel y
su hijo Isambard en 1843 en la perforación del primer túnel bajo el agua del
mundo: el Tower Subway, que travesaba
el Támesis en Londres. El sistema consistía en hincar un tubo de acero en el
terreno, técnica que facilitaban los materiales poco consistentes que componen
el subsuelo de la capital británica, para proceder después a su vaciado. Debido
a la forma circular de los túneles, pronto las nuevas líneas fueron conocidas
por los londinenses como the tube.
La primera línea construida con
el nuevo método inició su andadura en el año 1890 en un trayecto de cuatro
kilómetros realizado por la City & South London Company, entre la City y la estación de Elephant
& Castle, tramo hoy integrado en la Northern
Line. Dado el éxito de la experiencia, el sistema pronto
fue utilizado en nuevas líneas como la Waterloo & City, Central, Bakerloo, Picadilly y Charing Cross.
El ejemplo de las nuevas líneas
de trenes eléctricos del metro de Londres pronto fue seguido por otras ciudades
europeas y norteamericanas como Budapest, que inauguró su primera línea en
1896, Viena en 1898, París en 1900, Boston en 1901, Berlín en 1902, Nueva York
en 1904, Hamburgo en 1906, Buenos Aires en 1912 o Madrid en 1919.
Por su parte, durante las
primeras décadas del siglo XX el metro de Londres continuó su expansión de la
mano de numerosas empresas privadas que construían y explotaban sus propias
líneas. Entre ellas destacaron las que impulsó el empresario y especulador
norteamericano Charles Tyson Yerkes, que tras tomar el control de la línea District emprendió un proceso de
adquisición de otras compañías en un primer intento de unificar el sistema, que
no quedó consolidado hasta la creación de la corporación pública London Transport en 1933.
Durante la Segunda Guerra
Mundial, los túneles y estaciones del metro de Londres sirvieron de refugio a
los habitantes de la ciudad, durante los salvajes bombardeos a los que fue
sometida la capital inglesa por la aviación alemana. Una vez finalizado el
conflicto, the tube recuperó la
normalidad y prosiguió la construcción de nuevas líneas como las de Victoria y Jubile, puestas en servicio en las décadas de los sesenta y
setenta. Asimismo, en 1977 se extendió la línea de Picadilly hasta el aeropuerto de Heathrow, uno de los más
importantes de la capital británica.
Pese a que el metro resulta
insustituible para salvar a Londres del colapso, los gobiernos conservadores de
Margaret Thatcher abandonaron las inversiones masivas en la modernización y
ampliación del sistema y, en su lugar, optaron por soluciones más baratas como
el metro ligero de Docklands. Sin embargo, una sucesión de accidentes en las
históricas líneas del tube impulsaron
un cambio de política dirigido a fortalecer toda la red.
En la actualidad, Londres cuenta
con la mayor red de ferrocarril metropolitano del mundo, con un total de 408 kilómetros de
líneas de los que 181 son subterráneos y el resto transcurren en superficie. A
ellos deberían sumarse los 26 kilómetros del Docklands Light Railway. Las 275 estaciones del sistema son
utilizadas a diario por más de tres millones de pasajeros que, con la
utilización del transporte público, contribuyen a descongestionar la capital
británica.
El metro de Londres ha conmemorado su 150 aniversario con la circulación de un tren histórico remolcado por una locomotora de vapor original de este servicio
¡Excelente artículo, como siempre! Muchas gracias por su labor, Juanjo. :)
ResponderEliminarNo obstante, creo que aquí se nombra un dato que es algo incorrecto.
Si bien es cierto que Marc e Isambard Kingdom Brunel construyeron el primer túnel bajo el Támesis en 1843, éste no fué el Tower Subway como aquí se menciona, sinó el Thames Tunnel, construido entre Rotherhithe y Wapping.
Éste, después de unos veinte años como paso subterráneo para peatones, fue comprado por el East London Railway para uso ferroviario, y actualmente es utilizado por el London Overground, que sustituye la antigua East London Line del Metro.
Por otra parte, el escudo de perforación utilizado en el Thames Tunnel era cuadrado. El inventor del sistema que se usó en el tube fue Peter William Barlow, que sí promovió el Tower Subway. Éste se abrió en 1870, pero no resultó rentable, y también terminó como paso peatonal de peaje hasta 1898, cuando, ante la construcción del Tower Bridge, se cerró para ser utilizado por cañerías y cables telefónicos.
Estimado Xavier:
Eliminar¡Gracias por tus precisos comentarios!
Muy buen trabajo, como siempre.
ResponderEliminarUnos apuntes sobre la línea "Circle". Esta línea fisicamente sólo existe en unos cortos tramos, ya que en el resto del trazado utiliza las vías de las líneas Metropolitan y District. Por otra parte, creo que actualmente no exite un servicio circular, como pudieran ser las líneas 6 y 12 de Madrid, sino que el servicio tiene forma de "arroba" (@). Es decir, los trenes salen de la estación Edgware Road y vuelven a la misma, para continuar por otro trazado hasta la terminal, Hammersmith.
Saludos.