Moderno tranvía de Málaga, fotografiado a su paso por la Universidad. Fotografía de Enrique Andrés Gramage
El pasado verano, la capital de la Costa del Sol recuperó el tranvía como
protagonista de sus transportes públicos, de la mano del moderno metro ligero
que, aunque en buena parte de su red circula a través de galerías subterráneas,
aflora en el entorno de la ciudad universitaria para pasear por sus avenidas
como un elegante y eficiente tranvía. Como otras muchas ciudades españolas,
Málaga también contó en el pasado con este medio de transporte por lo que
dedicaremos estas líneas a rememorar su historia.
Primitivo
tranvía de motor de sangre en la línea de La Caleta. Archivo EuskoTren/Museo
Vasco del Ferrocarril
Los primeros intentos
Las primeras iniciativas para implantar un tranvía en
Málaga se remontan al año 1854 cuando el francés Alphonse Loubat, el mismo que
había diseñado el primer sistema de vía férrea fácilmente empotrable en el
pavimento, solicitó al gobierno español autorización para establecer diversas
líneas de tranvías, impulsados por la fuerza de caballos y mulas, el entonces
denominado motor de sangre, entre Málaga y Granada. Dada la gran distancia a
cubrir y las enormes dificultades orográficas a vencer, no parece difícil
adivinar que esta propuesta nunca llegó a prosperar.
Tranvía
eléctrico frente a la estación de los Ferrocarriles Andaluces. Archivo
EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
El proyecto de Loubat había nacido como alternativa a
la construcción de un ferrocarril convencional pero, pese a las grandes
dificultades que ofrecía el terreno, el tren llegó definitivamente a Málaga en
1865. Su apertura favoreció el crecimiento de la capital andaluza,
históricamente vinculada al comercio a través de su puerto, lo que trajo
consigo el aumento de la población, hasta superar los 100.000 habitantes. Como
consecuencia, la ciudad experimentó un rápido proceso de expansión urbana y la
necesidad de mejorar sus comunicaciones internas.
Tranvía
eléctrico malagueño Nº 1. Su estética es claramente belga. Fotografía de Jeremy
Wiseman
Inaugurado del ferrocarril, se sucedieron las
propuestas para dotar a Málaga con el sistema de transporte más moderno de la
época: el tranvía. La primera iniciativa llegó al ayuntamiento malagueño el 31
de mayo de 1871, de la mano de José Joaquín Carreras, domiciliado en Londres,
quien propuso establecer un tranvía, o ferrocarril de sangre, que enlazase los
puntos más importantes de la ciudad. Lamentablemente, la delicada situación
política y social del momento, en plena crisis institucional tras el
derrocamiento de Isabel II en 1868, impidió que el proyecto llegara a
materializarse.
Tras la propuesta de José Joaquín Carreras se
sucedieron un sinnúmero de iniciativas y proyectos, destacando entre ellos el
planteado, el 6 de mayo de 1875, por el reputado arquitecto madrileño Arturo
Soria Mata. En su proyecto, estaba previsto establecer las cocheras en El
Limonar, para alcanzar la estación de ferrocarril a través del paseo de Reding,
Cortina del Muelle, la Alameda, el puente de Tetuán y la calle Cuarteles. El
recorrido total de la línea sería de 3.547 metros , en doble
vía, salvo en 184 metros
situados en el angosto punto del Pasillo del Matadero. La vía sería del sistema
Loubat antes señalado, en barras de 6 metros de longitud y 19 kilogramos por
metro lineal. El material móvil estaría compuesto por cuatro coches cerrados y
cuatro jardineras y sería preciso un parque motor de 50 caballerías.
Coche Nº
43. Se aprecia la práctica, entonces habitual, de viajar sin billete en uno de
los topes. Fotografía de Jeremy Wiseman
Ni el proyecto de Arturo Soria ni otros, como el
presentado en 1876 por Francisco Sabino Freitas, el de Diego Ruiz Velasco en
1879 o el de José García Segovia y Carlos Franquelo Romero en 1880 llegaron a
realizarse. Mientras tanto, Málaga no podía esperar y, a falta de raíles, el 13
de septiembre de 1883 se puso en marcha un servicio de transporte urbano basado
en la utilización de Ripperts, primitivo antecedente de los actuales autobuses
pero, naturalmente, impulsados por fuerza animal. En todo caso, dado los
deficientes pavimentados de las calles de la época, el Rippert no llegó a
consolidarse y pronto se volvió a estudiar la implantación de tranvías en la
ciudad.
Todavía no habían iniciado su andadura los Rippet
cuando, el 14 de septiembre de 1882, el gobierno autorizó a Alberto Ripoll
Castro a establecer un tranvía entre la estación del ferrocarril y La Caleta,
así como un itinerario urbano desde la terminal ferroviaria, por la calle
Cuarteles, pasillos de Atocha y de Santa Isabel, Torrijos, Álamos, Merced,
Molina Lario y Boquete del Muelle. Poco después, una nueva concesión, en este
caso otorgada a Salvador Bueno el 1 de marzo de 1883 planteaba construir una
línea entre La Caleta y el barrio de Palo, para continuar por la carretera de
Motril hasta Vélez Málaga.
Coche 54
en la parada de la Alameda, con destino a Palo. Fondo Christian Schnabel.
Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
The Málaga Tramways Company
Como en los casos anteriores, ni el Sr. Ripoll, ni el
Sr. Bueno, fueron capaces de materializar su iniciativa. Sin embargo, la mala
fortuna de los proyectos tranviarios malagueños cambiaría radicalmente a partir
del 26 de marzo de 1889, día en que se constituyó en Brimingham (Gran Bretaña)
la sociedad The Málaga Tramways Company empresa que, como señala su razón
social, tenía el propósito de establecer definitivamente este medio de
transporte en la capital andaluza. Con un capital social de 80.000 libras , la
empresa estaba formada por cuatro socios británicos; John Tell, John Lecke,
Joseph Hunt y John Riksen, así como tres malagueños; Adolfo E. Pries Scholtz,
Ricardo Larios y Eduardo Palanca.
El
tranvía 56 fotografiado en la línea de Huelín. Fotografía de Trevor Rowe.
Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
El 14 de febrero de 1890, la empresa británica
adquirió las concesiones en manos de los señores Bueno y Ripoll y, de
inmediato, inició la construcción de las líneas previstas. De este modo, el 26
de noviembre de ese mismo año entraba en servicio la primera línea de tranvías
urbanos de la ciudad, con un recorrido que partía de la estación de ferrocarril
para continuar por la Puerta Nueva, Torrijos, Granada y Molina Lario hasta la
Cortina del Muelle. Un año más tarde, las vías se prolongaron desde la Puerta
del Mar al muelle de Levante y a La Caleta. Las cocheras se establecieron en la
calle de la Maestranza y sus cuadras tenían capacidad para albergar hasta 180
caballerizas.
Un
tranvía afronta la subida al puente sobre el Guadalmedina. Fotografía de Jeremy
Wiseman
Paulatinamente, The Málaga Tramways Company completó
la construcción de las líneas concedidas a los señores Ripoll y Bueno,
conformando una pequeña red de cerca de nueve kilómetros de longitud. En
aquellos años, y tras el éxito de la primera experiencia en Bilbao en 1896, se
inició la electrificación de las principales redes tranviarias españolas. Sin
embargo, la empresa británica no disponía de los recursos necesarios para
introducir esta importante novedad en los tranvías malagueños. Finalmente, al
igual que en otras muchas capitales españolas, fue una empresa belga la que
afrontó esta inversión.
Estimado Francisco:
ResponderEliminar¡En Málaga claro que hay tranvía!, tal y como lo atestigua la fotografía que encabeza este texto. Los vehículos que circulan en lo que se denomina (sin serlo estrictamente) Metro de Málaga, son tranvías, no trenes de metro, y corresponden a la plataforma de tranvías Urbos estandarizada por su fabricante CAF. Evidentemente, un 80% del recorrido lo realiza en subterráneo, a modo de ferrocarril metropolitano, pero el resto lo hace como tranvía en la zona de las Universidades y, en breve, también lo hará como tranvía para llegar al Hospital. Por tanto, aunque en Málaga se puede decir que hay Metro, no se puede negar que hay tranvía. En cuando a la ubicación de la fotografía, gracias por la corrección. Ya hemos subsanado la errata.