Imagen del vagón Hfh-84448 de Renfe, antiguo Jf-8 del ferrocarril de Bilbao a Portugalete, construido por La Maquinista Guipuzcoana en 1901. Fotografía de MPS
En la actualidad, es posible viajar en trenes o tranvías construidos en Beasain a lo largo de los cinco continentes. De los talleres de CAF han salido vehículos con destinos tan dispares como Estados Unidos, Australia, México, Gran Bretaña, Alemania, Taiwan, Nueva Zelanda, Venezuela, Finlandia, Italia, Argelia, India, Colombia, Argentina, Serbia, Rumania, Francia y, por supuesto, España. En todos los casos, su sofisticada tecnología contrasta abiertamente con la de los primeros vagones fabricados en esta localidad guipuzcoana en los primitivos talleres de La Maquinista Guipuzcoana.
Los primeros vagones construidos en Beasain fueron suministrados por La Maquinista Guipuzcoana al ferrocarril de Bilbao a Portugalete, empresa presidida por Juan Manuel Urquijo, entre 1901 y 1902. Formaban parte de un lote de cincuenta vagones del tipo conocido en la época como "Tippin", destinado al transporte de minerales. Estos vehículos se caracterizaban por disponer de un testero abatible, lo que facilitaba su descarga mediante volcadores que levantaban el vagón por el extremo opuesto, para vaciar su contenido gracias a la fuerza de la gravedad.
El ferrocarril de Bilbao a Portugalete adquirió a La Maquinista Guipuzcoana un total de 50 vagones "Tippin", para destinarlos al transporte de mineral de hierro desde diversos yacimientos situados en el entorno del actual barrio bilbaíno de Miribilla, hasta el cargadero de Olabeaga, donde era trasbordado a los barcos que facilitaban su exportación a los diversos mercados europeos, sobre todo los británicos. Matriculados en la serie Jf-1 a 50, tras la integración de esta pequeña empresa ferroviaria en Renfe, en el año 1941, estos modestos vehículos pasaron a formar parte del parque de material remolcado de la sociedad estatal, donde fueron rematriculados en la serie Hfh-84442 a 84491. Pese a su sencillez, o tal vez gracias a ella, se adaptaron perfectamente al tráfico para el que habían sido diseñados, permaneciendo en activo hasta la clausura del cargadero de Olabeaga a principios de los años setenta. Siete décadas de intenso servicio reflejan la calidad de las primeras construcciones ferroviarias realizadas en Beasain.
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