Tren de mercancías fotografiado a su paso por el viaducto de Salera. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
El último eslabón
Si impresionantes resultan, aun hoy en día, las obras realizadas
por la Compañía del Norte en la sierra de Guadarrama, más lo son las que exigió
el paso de la divisoria de aguas al Cantábrico. Para poder valorar la complejidad de este tramo basta señalar que sus
cien kilómetros de recorrido estaban jalonados por 31 túneles, cuya longitud
sumaba un total de 14.224 metros , es decir, un 14% del nuevo ferrocarril transcurría bajo
tierra. Sin duda, la actuación más importante fue la perforación del gran túnel
de Oazurza, de 2.957
metros de longitud, que permitía a la vía saltar de la
cabecera del valle del Oria a la del Urola, entre las estaciones de Zegama y
Brinkola-Oñati. Por sus dimensiones, esta galería supuso un récord a nivel
estatal, que ostentó durante veinte años hasta que fue superado por el de la
Perruca, en Pajares, de 3.075
metros , inaugurado en 1884. Además, otras dos galerías
superaron el kilómetro de longitud, la de Otzaurte, entre Alsasua y Zegama que,
con sus 1.156 metros
permite superar la divisoria de aguas entre el Mediterráneo y el Cantábrico, y
la de Urnieta, de 1.004
metros , que facilita el paso del valle del Oria al del
Urumea. El de menor entidad es el túnel de Pajiza, de tan sólo 68 metros de longitud.
Viaducto metálico sobre el Oria en Alegia. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Por otra parte, el cruce de barrancos y ríos también exigió la
construcción de 34 puentes con una luz superior a los diez metros, lo que
representaba una longitud total de 1.374 metros . De ellos, quince servían para
cruzar sucesivamente el cauce del río Oria, mientras que con los restantes se
superaban los cauces del arroyo Salera y los ríos Estanda, Leizarán, Urumea,
Oiartzun y Bidasoa.
Vista del viaducto de Ormaiztegi tomada en 1864 por el francés Jean Laurent. Archivo de la Biblioteca Nacional. Ministerio de Cultura
Once de los
puentes del ferrocarril del Norte eran de estructura metálica y los restantes
de sillería. Entre los primeros sin duda destacaba el espectacular viaducto de
Ormaiztegi que, con sus cinco vanos, 288 metros de longitud y 35 metros de altura
máxima, superó en su día diversos registros a nivel nacional. Levantado sobre
dos estribos y cuatro grandes pilares de sillería, sus vigas metálicas,
realizadas mediante celosías múltiples, fueron diseñadas por el ingeniero
francés Alexander Lavalley y fabricadas en los talleres que la sociedad Ernest Gouin et Compagnie poseía en el
parisino barrio de Batignolles.
Sobre la
génesis y las obras de construcción del ferrocarril del Norte en Gipuzkoa,
dirigidas por el ingeniero francés Letorneur, resultan de obligada lectura los
dos tomos que al respecto han publicado recientemente Pello Joxe Aramburu y
Luis María Intza, por lo que no merece la pena profundizar en el proceso que
siguieron los trabajos. En todo caso es importante reseñar que, en un
principio, las obras se repartieron entre numerosos contratistas, algunos
locales y otros foráneos, sobre todo franceses, a los que se asignó secciones
de pequeña longitud. Sin embargo, el grave retraso que experimentaron los
trabajos en el tramo más complejo, el comprendido entre el límite con Navarra y
Beasaín, hizo que en 1863 la Compañía del Norte encomendara este trayecto a la
sociedad francesa Ernest Gouin et
Compagnie.
Obras de construcción del túnel de Eizaga y la trinchera de Zumárraga. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
La nueva empresa constructora aportó los mejores medios mecánicos
disponibles en la época, incluidas algunas máquinas de vapor utilizadas en la
perforación del gran túnel de Oazurza, así como una ingente cantidad de mano de
obra que, en algunos momentos, sumó más de 10.000 trabajadores, con lo que pudo
cumplir el plazo comprometido con la Compañía del Norte para concluir las obras
en el verano de 1864. En consecuencia, la línea se pudo inaugurar en cuatro
fases, la primera de ellas, comprendida entre Beasaín y Donostia, el 1 de
septiembre de 1863. Mes y medio más tarde, en concreto el 22 de octubre del
mismo año, entraba en servicio el tramo comprendido entre Donostia e Irún
mientras que, el 21 de abril de 1864 se abría al tráfico el puente
internacional sobre el Bidasoa que garantizaba la unión de Irún con la vecina
estación de Hendaya, ya en territorio francés. Finalmente, el 15 de agosto de
1864 se celebraba en los andenes de la estación de Donostia, con toda
solemnidad que merecía tan magna ocasión, la inauguración definitiva del
ferrocarril del Norte, no solo del último tramo en construcción, entre
Olazagutía y Beasain, sino la totalidad de la línea, desde Madrid hasta Irún y
París. Los actos, presididos por el rey consorte Francisco de Asís, fueron
acompañados de regatas de traineras, fuegos artificiales y toda clase de
fiestas populares. La alegría era inmensa. Tras largos años de lucha, el
ferrocarril era, al fin, una realidad.
Inauguración del ferrocarril del Norte en San Sebastián, 15 de agosto de 1864. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Tramo
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Fecha
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Longitud
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Valladolid-Venta de Baños-Alar del Rey
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1 de agosto de 1860
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Medina del Campo-Valladolid
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15 de septiembre de 1860
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Sanchidrián-Medina del Campo
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25 de noviembre de 1860
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Venta de Baños-Burgos
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25 de noviembre de 1860
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Burgos-Quintanapalla
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27 de julio de 1861
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Madrid-El Escorial
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9 de agosto de 1861
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Miranda de Ebro-Olazagutia
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6 de marzo de 1862
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Qintanapalla.Miranda de Ebro
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26 de julio de 1862
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Ávila-Sanchidrián
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4 de marzo de 1863
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El Escorial-Ávila
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1 de julio de 1863
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Beasain-San Sebastian
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1 de septiembre de 1863
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San Sebastián-Irún
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22 de octubre de 1863
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Irún-Hendaya
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21 de abril de 1864
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Olazagutía-San Sebastián
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15 de agosto de 1864
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Locomotora y vagón de mercancías fotografiados por Jean Laurent en 1864 en la estación de Irún. Archivo de la Biblioteca Nacional. Ministerio de Cultura
150 años de mejoras
La
Compañía del Norte construyó la totalidad de su línea preparada para la futura
implantación de la doble vía, tanto en lo que respecta a puentes y túneles como
al resto de las explanaciones. Sin embargo, ante las escasas perspectivas de
tráfico de los primeros años, en un principio solamente se estableció una.
Las
primeras secciones de doble vía se implantaron en el tramo comprendido entre
Madrid y Villalba, en servicio desde el 30 de junio de 1902, seguido poco
después por el de Medina del Campo a Venta de Baños, concluido el 1 de julio de
1904, y por el de San Sebastián a Irún, inaugurado el 18 de julio de 1907.
La infraestructura del ferrocarril del Norte estaba prevista para la implantación de la doble vía. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
La
Compañía del Norte prosiguió con el paulatino establecimiento de la doble vía a
lo largo de su ruta principal, de modo que en 1911 ésta ya se encontraba
operativa entre Alsasua y San Sebastián, mientras que dos años más tarde se
implantó entre Venta de Baños y Miranda de Ebro. Finalmente, en 1929, concluían
los trabajos de duplicación de vía entre Villalba y Medina del Campo, por lo
que únicamente se mantenía la vía única entre Miranda de Ebro y Alsasua, obra
que no sería concluida hasta el 1 de junio de 1969.
Antes
de que finalizara el montaje de la doble vía, la Compañía del Norte afrontó la
introducción de la tracción eléctrica con el propósito de mejorar las prestaciones
de sus trenes de viajeros de largo recorrido y de mercancías, así como para
poder implantar un servicio de cercanías en los alrededores de San Sebastián.
De este modo, el 7 de junio de 1929 entraban en servicio las nuevas catenarias
entre Alsasua e Irún, a la tensión de 1.500 voltios en corriente continua.
En 1929 la Compañía del Norte electrificó la sección de Alsasua a Irún. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
El
éxito de la electrificación del tramo guipuzcoano impulsó a la Compañía del
Norte a implantar el nuevo sistema de tracción en la otra gran rampa de la
línea, entre Madrid y Ávila. Sin embargo, los trabajos se vieron interrumpidos
por la guerra civil y no fueron concluidos hasta el 9 de febrero de 1945,
cuando el servicio ya era gestionado por Renfe, tras la nacionalización de
todas las empresas concesionarias de vía ancha de 1941. En este caso, la tensión
de alimentación elegida fue también de 1.500 voltios.
Locomotora de la serie 7400, adquirida por Renfe para la electrificación de Madrid a Ávila. Archivo Georges Muller
Aunque
Renfe decidió en los años cuarenta implantar la tensión de 3.000 voltios en
corriente continua en sus nuevas electrificaciones, entre Miranda de Ebro y
Alsasua volvió a recurrir a los 1.500 voltios para facilitar el enlace con la
electrificación existente desde este último punto hasta Irún. El nuevo tramo,
inaugurado el 15 de diciembre de 1961, pronto fue prolongado hasta Burgos,
donde los trenes eléctricos hicieron acto de presencia el 1 de julio de 1968.
Ese mismo día también entró en servicio la electrificación entre Ávila y Burgos
pero, en este caso, a 3.000 voltios, lo que exigió la utilización de material
motor bitensión hasta la progresiva unificación del voltaje, iniciada en 1972 entre
Madrid y Ávila y concluida en 1983.
Los primeros trenes Talgo prestaron servicio en la línea de Madrid a Irún. Fotografía de Juan Bautista Cabrera. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Impresiona realmente si uno de detiene a leer y volver la vista atras el ingente esfuerzo y la numerosidad de obras y acondicionamientos que fueron necesarios para poner en servicio todos los tramos de esta principal y legendaria linea que ha generado grandes avances y gratos recuerdos (por lo general),curiosidades y bellas e impactantes imagenes de paisajes,infraestructuras y material,como las que acompañan a esta completisima tercera entrega,enhorabuena
ResponderEliminarGrandes historias familiares unidas al tren.
ResponderEliminarUn antepasado, Ascensio Juambeltz trabajo como sobrestante en la construcción del tunel de Oarzuza.
Uno de los contratistas franceses, Julio Capgras, "conoció carnalmente" a una de las hijas de Ascensio y tuvieron un hijo, aunque Julio se marchó a Francia.
Otro de los hijos de Ascensio, Ramón Juambeltz, fue apadrinado por otro de los contratistas, Ramón Legaristi, y de profesión agrimensor, emigró a Uruguay en pos de su hermano Manuel Juambeltz, cura trabucaire que tuvo que emigrar tras la derrota en la Segunda Guerra Carlista. D. Ramón Juambeltz fue el origen de la gran saga de los Juambeltz en Uruguay.
Grandes historias familiares unidas al tren, que sigo viendo diariamente.
Muy buenos artículos. Enhorabuena y gracias por el trabajo realizado.
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