CAN GIRONA
Mientras Manuel Girona se centró en el sector financiero, desde el que impulsó la creación de entidades bancarias y compañías ferroviarias, dos de sus hermanos y socios, Ignacio y Casimiro, se decantaron por la industria metalúrgica y en 1861 fundaron la Herrería Barcelonesa, embrión de una empresa llamada a convertirse en uno de los principales constructores de material móvil ferroviario de nuestro país.
Los hermanos Girona establecieron en el barrio del Poble Nou una factoría que, a partir de lingotes de hierro y chatarra, y mediante hornos de pudelado, fabricaba toda clase de productos metalúrgicos; aceros laminados, herraduras y hierros forjados. Asimismo, su factoría se convirtió pronto en uno de los primeros fabricantes de vagones de España, al suministrar material remolcado a compañías como la del ferrocarril de Barcelona a Zaragoza en las que estaban implicados como accionistas.
La progresiva especialización en el sector ferroviario impulsó la reorganización de la empresa, con la constitución de una nueva sociedad, Material para Ferrocarriles y Construcciones, S.A., con sede en el número 2 de la barcelonesa calle Ancha. El objetivo de la empresa, popularmente conocida como «Can Girona» (casa Girona en castellano) o como «La Material», era emprender la construcción de coches y vagones a gran escala, con el fin de poder sustituir con ventaja las masivas importaciones de material móvil ferroviario que se realizaban en España desde el inicio de la era ferroviaria. No obstante, también atendió a otros sectores, como el de la carretera, como deja de manifiesto el suministro de 100 carruajes construidos entre 1881 y 1890 para la Sociedad General de Ómnibus de Madrid, sin olvidar la construcción de toda clase de estructuras metálicas, como las de algunos de los pabellones de la Exposición Universal de Barcelona.
El primer gran pedido de material ferroviario tuvo lugar en 1886, cuando la Compañía de los Ferrocarriles de Tarragona a Barcelona y Francia les contrató el suministro de 300 coches y vagones. A éste seguirían otros de empresas como el ferrocarril de Almansa a Valencia y Tarragona, Norte, MZA, Bilbao-Portugalete, la Dirección General de Correos o los tranvías de Madrid y Barcelona. A finales del siglo XIX Can Girona era, sin duda, el principal fabricante del sector en España.
En 1947, en una operación auspiciada por el Banco Central, Material para Ferrocarriles y Construcciones se fusionó con la empresa valenciana Construcciones Devis, con la que constituiría una nueva sociedad: Material y Construcciones, Macosa. Poco después, a los dos centros fabriles se uniría un tercero en Alcázar de San Juan, especializado en la construcción y reparación de vagones de mercancías.
Tras la constitución de Macosa, la planta del Poble Nou se especializó en la fundición y moldeado de acero, la construcción y reparación de material autopropulsado y coches de viajeros, así como en el carrozado de autobuses y trolebuses. Por su parte, la factoría valenciana se centró en la fabricación de locomotoras, primero de vapor y pronto también eléctricas y diésel, estas últimas gracias a la incorporación de las licencias de la norteamericana General Motor en los años sesenta.
Macosa era, en los años setenta del siglo XX el segundo fabricante más destacado de material móvil ferroviario de España, únicamente superado por CAF. Sin embargo, la crisis que vivió el sector en los años ochenta obligó a reestructurar la sociedad, con el cierre de la factoría de Alcázar de San Juan y la constitución, en 1989, de una nueva entidad, Meinfesa. Dos años más tarde, ésta sería comprada por GEC-Alsthom, multinacional que también había adquirido al Instituto Nacional de Industria otra empresa del sector, la veterana Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona, en el marco del suministro de los primeros trenes de alta velocidad para Renfe.
GEC-Alsthom clausuró los históricos talleres del Poble Nou y también los de La Maquinista Terrestre y Marítima en Sant Andreu, para establecer una nueva factoría en Santa Perpètua de Mogoda, desde la que Alstom mantiene la tradición iniciada por los hermanos Girona en aquel lejano 1861 con la fabricación de trenes, metros y tranvías para todo el mundo.
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