martes, 6 de diciembre de 2016

UN INTERURBANO AL ESTILO YANKI


Cruce de dos composiciones formadas por automotores Brill en la estación de Sarriá. Fotografía de Christian Schnabel. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril

Sin duda, la característica más llamativa de las líneas explotadas por la Compañía de los Ferrocarriles de Cataluña era su indudable carácter norteamericano. Es evidente que Frederik S. Pearson importó a nuestro país los criterios que seguían en Estados Unidos para comunicar mediante tranvías o ferrocarriles interurbanos las grandes capitales con las poblaciones vecinas.

Toda la tecnología aplicada en la construcción de los ferrocarriles de Sarriá a Tearrassa y Sabadell se importó de los Estados Unidos, destacando especialmente sus impresionantes automotores, suministrados por la prestigiosa firma J. G. Brill (Filadelfia), especializada en la construcción de toda clase de material tranviario. Tanto su estética como su mecánica eran idénticas a la de los grandes interurbanos norteamericanos, diseñados para circular a altas velocidades en los tramos rurales, así como para efectuar servicios urbanos por las calles de las ciudades, algo en aquel momento muy importante ya que los trenes deberían circular entre Barcelona y Sarriá por las calles de la ciudad condal. Además, sus equipos eléctricos eran bitensión, ya en el tramo urbano debían alimentarse a la tensión de 600 voltios, mientras que desde Sarriá a Terrassa y Sabadell lo harían a 1.200 voltios, siempre en corriente continua.

En principio, Ferrocarriles de Cataluña contrató con J.G. Brill el suministro de 18 coches motores. Sin embargo, tres de ellos se perdieron en su transporte desde Estados Unidos a Barcelona, al ser torpedeado el barco que los transportaba por un submarino alemán. Es posible que sus restos todavía se encuentren en el fondo del Atlántico…

Ante los problemas para la contratación y, sobre todo, el transporte de nuevos coches que había provocado la Primera Guerra Mundial, Ferrocarriles de Cataluña decidió construir hasta cuatro automotores y ocho remolques, prácticamente idénticos a sus hermanos americanos, en sus talleres centrales de Sarriá. De este modo, el parque móvil inicial quedó constituido por 18 coches motores y 9 remolques, con los que fue común formar composiciones M-R-M.

La experiencia adquirida con la construcción de estos coches en los talleres de Ferrocarriles de Cataluña en Sarriá debió ser muy positiva ya que, desde entonces, esta empresa se autoabasteció de todo el material motor y remolcado que precisaba para su explotación.

En la actualidad, Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya conserva en orden de marcha uno de estos impresionantes automotores, capaz de alcanzar los 100 kilómetros por hora, cifra verdaderamente elevada para la época de su construcción, en concreto, el número 18. 

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