lunes, 9 de diciembre de 2013

LOS CURIOSOS COCHES DEL TREN MINERO DEL PLAZAOLA

Primitiva imagen del tren minero del Plazaola. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril

El desaparecido ferrocarril del Plazaola, que desde 1914 comunicó Pamplona con San Sebastián, tenía su origen en un pequeño tren minero que enlazaba las antiguas minas de Plazaola, situadas en Berastegi, en el límite entre Gipuzkoa y Navarra, con la estación de la Compañía del Norte en Andoain, donde la carga de mineral era trasbordada a los vagones de vía ancha para su posterior exportación a través del puerto de Pasajes.
Mariano de Corral construyó los vagones para transporte de mineral del ferrocarril de Andoain a Plazaola. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril

En principio, la concesión para la construcción de este tren minero, de poco más de 21 kilómetros de recorrido a través del valle del Leizarán y otorgada el 10 de septiembre de 1902 al empresario Francisco Hormaechea, solo contemplaba el servicio particular de transporte de mercancías y, de hecho, el pliego de condiciones no exigía la adquisición de material remolcado para viajeros.
Plano de los coches mixtos construidos por Mariano de Corral para la Sociedad Anónima Leizarán. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril

Sin embargo, poco después, los promotores del tren minero debieron considerar que se podían aprovechar las circulaciones de sus trenes de mineral para atender la demanda de transporte de viajeros y paquetería que podía generar el valle del Leizarán donde, aunque no existe ningún núcleo de población de entidad, existían diversas actividades mineras, forestales e industriales, así como algunos caseríos, diseminados por el trayecto. De este modo, solicitaron el oportuno permiso al Ministerio de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas que, a su vez, otorgó su autorización, el 5 de septiembre de 1904.
Vista del coche A-4 construido para la Sociedad Anónima Leizarán. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril

Para la prestación del nuevo servicio de transporte de viajeros, el pliego de condiciones establecía la implantación de los siguientes apeaderos:

- Apeadero de la Hidroeléctrica (pk. 4,003-4,250)
- Apeadero de Inturia (pk. 7,674-7,766)
- Apeadero del apartadero de Ocinegui (pk. 9,215-9,320)
- Apeadero del apartadero de Olloqui (pk. 10,100-10,212)
- Apeadero del apartadero de Beiñes (pk. 12,523-12,632)
- Apeadero de Amerón (pk. 16,105-16,208)
- Apeadero de Mústar (pk. 18,321-18,379)
- Apeadero de Mújica (pk. 19,328-19,383)
- Apeadero del apartadero de Borcoch (pk. 20,362-20,523)
- Apeadero de Plazaola (pk. 21,295-21,387)
- Estación de Plazaola (fin de la línea, pk. 21,654-21,799)
Fotografía de fábrica del coche A-4. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril

Para la prestación del servicio que, pese al elevado número de apeaderos a implantar, no era de prever que fuera muy intenso, la Sociedad Anónima Leizarán, explotadora de esta concesión ferroviaria tras adquirir los derechos de Francisco Hormaechea, adquirió al constructor bilbaíno Mariano de Corral cuatro pequeños coches de dos ejes, divididos a su vez en dos departamentos, uno destinado al transporte de viajeros, con 18 plazas sentadas en segunda clase y, el otro, a furgón y departamento para el jefe de tren.
Coche A-1 de la Sociedad Anónima Leizarán. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril



2 comentarios:

  1. Kaixo Juanjo, hemos compartido tu blog en nuestro Facebook; https://www.facebook.com/consorcio.partzuergoa
    Además de agradecerte la información, queríamos ponernos en contacto contigo.

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  2. Hay una cierto parecido con algunos de los coches correo de origen inglés que circularon en los FFCC de Mallorca (de los cuales se conserva uno restaurado), que contaba con dos departamentos de segunda clase (en algunos coches juntos, en otros uno en cada extremo del vehículo) y furgón para el ambulante de correos, aunque en el caso que nos ocupa con la curiosa existencia de corredor en el interior, en lugar de los habituales accesos al vehículo desde los estribos laterales. Una buena manera de sacar el máximo provecho al material, con los estándares de la época, y un gran documento en cualquier caso.

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