Vista de los Altos Hornos de Bilbao. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
El transporte interior de materias
primas, subproductos y productos elaborados tiene en las industrias
siderúrgicas un papel fundamental dadas las magnitudes de tonelaje que han de
moverse. Por todo ello, el ferrocarril, gracias a su gran capacidad de
transporte a bajo costo, siempre ha estado presente en las principales acerías
del mundo.
No es casualidad que
Altos Hornos de Vizcaya (AHV), en sus factorías de Baracaldo y Sestao haya
contado con la red ferroviaria industrial de mayor envergadura de España, tanto
por el kilometraje de vías instaladas como por el voluminoso parque de
locomotoras y vagones disponible, alcanzando cifras no igualadas en ningún otro
lugar del Estado.
La riqueza minera vizcaína favoreció el desarrollo de la industria siderúrgica en el territorio. Minas de la Franco-Belga en Ortuella. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Breve historia de los Altos Hornos de Vizcaya
La existencia de importantes yacimientos de mineral de
hierro, así como la presencia de importantes masas boscosas, materia prima fundamental
para la obtención de carbón vegetal, facilitó, desde la Edad Media, la proliferación
de industrias ferronas en el País Vasco. Esta tradición siderúrgica se consolida
a mediados del siglo pasado con el inicio de la revolución industrial y el aumento de la demanda de acero,
demanda impulsada, en buena medida, gracias al desarrollo del ferrocarril.
El primer intento para la creación de una siderúrgica integral
en Bizkaia correspondió a la empresa británica «The Cantabrian lron Ore», que instaló
en Sestao el año 1871 unos hornos altos destinados a la primera transformación
del mineral procedente de la cuenca de Galdames (esta empresa era también la propietaria
del ferrocarril de Sestao a Galdames). La segunda Guerra Carlista trastocó el proyecto
y en 1880 el marqués Francisco de las Rivas adquirió las instalaciones creando la
sociedad San Francisco de Mudela.
Locomotora del ferrocarril de Sestao a Galdames. Fotografía de Reimar Holzinger
En 1882 inició su andadura la sociedad Altos Hornos y Fábricas
de Hierro y Acero de Bilbao, en Barakaldo, promovida por los hermanos Ybarra, que
aportaron a la nueva entidad seis minas en Saltacaballos, la fábrica de La
Merced en Guriezo (Cantabria) y la ya obsoleta Nuestra Señora del Carmen de Barakaldo (creada
en 1847, aunque con hornos altos de carbón vegetal). El objetivo de la empresa
era «desarrollar en España la industria metalúrgica en el importante ramo de la
fabricación de acero por los sistemas Bessemer y Martín-Siemens».
Ese mismo año, y casi simultáneamente, se constituyó la
Sociedad Anónima La Vizcaya, patrocinada por personas vinculadas a negocios
mineros y ferroviarios como los Chávarri, Rivas, Gandarias, etc. La nueva fábrica
se asentaría sobre las marismas y playas de Sestao.
Como se puede deducir, las tres fábricas se instalaron en lugares
óptimos, conectadas con los centros mineros a través de diversos ramales de ferrocarriles,
contando asimismo con muelles sobre la ría del Nervión. Tanto La Vizcaya como San
Francisco buscaban inicialmente abaratar los costes de exportación del mineral
vizcaíno mediante su conversión local en lingotes. Altos Hornos de Bilbao, sin
embargo, surgía con un proyecto más ambicioso: monopolizar con sus productos elaborados
o semielaborados el mercado estatal. El ferrocarril no fue ajeno a las perspectivas
de mercado de la empresa, que en 1886, inició la laminación de carriles. Ese
mismo año, también emprendió la construcción de puentes, con un tramo metálico para
el ferrocarril de Amorebieta a Gernika.
El puente sobre el Ibaizábal del ferrocarril de Amorebieta a Gernika fue construido por La Vizcaya. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Pronto La Vizcaya y San Francisco reorientaron su negocio hacia
el producto elaborado. La primera introdujo, en 1888, tecnología belga de la
casa Cockerill, ·con convertidores Robert y hornos Siemens.
En 1887 1os hermanos Echevarría, asociados con otros
empresarios guipuzcoanos fundaron en Sestao la sociedad «La Iberia», junto a la
fábrica de La Vizcaya, con objeto de fabricar hojalata, tubos y productos galvanizados
En 1902 se inició el proceso de fusión de estas empresas
al integrarse en la Sociedad Altos Hornos de Vizcaya las fábricas de La
Vizcaya, Altos Hornos de Bilbao y La Iberia. En 1919 también se sumó a esta
sociedad la fábrica de San Francisco de Mudela. Este gran complejo siderúrgico
ocupaba una extensión de 56
hectáreas , sin solución de continuidad, salvo la separación
de las instalaciones de Barakaldo de las de Sestao por el curso del río Galindo.
La expansión de la gran industria siderúrgica trajo
consigo la aparición de otras empresas, muchas de ellas con una estrecha vinculación
a Altos Hornos de Vizcaya, como es el caso de Aurrera, Astilleros del Nervión, Sociedad
Española de Construcción Naval y otras.
Vista aérea de las instalaciones de la Sociedad Española de Construcción Naval en Sestao. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Tras la Primera Guerra Mundial, Altos Hornos de Vizcaya inició
un ciclo de crecimiento en el que se dotó de las más modernas instalaciones
fabriles. Asimismo, emprendió una política expansiva, con la adquisición de minas
de carbón y de hierro (como la Luchana Mining en 1927) a fin de mejorar su
autonomía productiva. Sin embargo, el periodo de la Segunda República y la Guerra
Civil española implicaron la caída de la producción y, por tanto, también de los
planes de inversión, que no se retomaron hasta la inmediata postguerra.
En efecto, el país estaba sumido en pleno proceso de
reconstrucción, con el que la demanda de productos siderúrgicos aumentó notablemente,
mientras que apenas se podía recurrir al mercado exterior al encontrarse las principales
potencias enzarzadas en la Segunda Guerra Mundial. Altos Hornos de Vizcaya aprovechó
la coyuntura y, pese a las dificultades del momento, siguió ampliando sus instalaciones,
dando en 1940 un paso fundamental al adquirir la antigua Siderurgia del Mediterráneo
en Sagunt (Valencia).
En 1940 Altos Hornos de Vizcaya adquirió la factoría siderúrgica de Sagunt. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Un vistazo a las instalaciones vizcaínas de AHV en los años
sesenta, época del máximo apogeo, ofrecía la siguiente perspectiva: una fábrica
de coque en Sestao, con cinco baterías y un total de 183 hornos; una instalación
de sinterizado de mineral en Sestao; dos hornos altos en Sestao y cuatro
en Barakaldo; cuatro convertidores Bessemer y tres convertidores Siemens en Sestao;
dos hornos eléctricos, uno en Barakaldo y otro en Sestao; trenes de laminación
para todo tipo de chapas, perfiles, productos planos, redondos, etc. En cualquier
caso hay que señalar que las instalaciones más modernas y de mayor capacidad
se encontraban en Sestao.
El horno Mari Ángeles fue el de mayor envergadura de los Altos Hornos de Vizcaya. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
A finales de los años sesenta estas instalaciones se vieron
incrementadas con la puesta en servicio de un nuevo alto horno (el 2-A, María Ángeles,
en 1968), así como de una nueva acería por el sistema L-D, de dos convertidores,
que más tarde sería trasladada a Sagunt al ser sustituida por tres nuevos convertidores
de mayor capacidad, todos ellos en Sestao. También se instaló un tren de bandas
en frío en Etxebarri, en unión con la Sociedad La Basconia, y un tren de bandas
en caliente en Ansio (Barakaldo). En esta época se inicia el desmantelamiento
de los hornos, acerías y trenes de laminación de Barakaldo, obsoletos y de escasa
capacidad, centrándose la producción de acero en Sestao.
Locomotora de vapor de vía métrica de La Basconia. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
La crisis económica de los años setenta afectó notablemente
a la siderurgia integral, paralizando la expansión de Altos Hornos de Vizcaya.
Poco a poco se fue abandonando la producción de redondos y perfiles industriales
al no poder competir con las acerías de horno eléctrico, centrándose, tras la
última reconversión de 1985, en la producción de bobina, actividad que se
mantuvo hasta el definitivo cierre de la cabecera el 2 de julio de 1996,
sustituida, poco después, por una nueva acería compacta de horno eléctrico, que consume
chatarra y prerreducidos y fabrica directamente bobinas ya laminadas en caliente.
2 de julio de 1996, última colada de arrabio en los Altos Hornos de Vizcaya. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Magnífico artículo. Y una pregunta ¿cómo es que sobrevivió a la debacle la siderúrgica asturiana? ¿Política de los gobiernos a través del INI, luego SEPI?
ResponderEliminarporque se unieron dos enmpresas
EliminarImpresionante y emotiva esa imagen del tractor a la espera de recojer ese vagon-torpedo recibiendo la ultima colada,simbolode que se vieran ya limitadas las producciones al no poder competir con las nuevas tecnicas
ResponderEliminarimpresionante imagen esta pagina web esta fenomenal
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