Un día como hoy, 13 de agosto, pero hace 125 años, entraba en servicio uno de los ferrocarriles más carismáticos de Bizkaia: la línea de Amorebieta a Gernika.
En 1887 entró en servicio el ferrocarril de Bilbao a Las Arenas. Estación de Bilbao-San Agustín
Tras el éxito financiero del primer ferrocarril de vía métrica de
Bizkaia, construido entre Bilbao y Durango en 1882, proliferaron en este
territorio nuevos proyectos, también en vía estrecha, con el propósito de
comunicar las principales poblaciones y comarcas con Bilbao. Así, en 1886 se
prolongó la vía de Durango a Zaldibar, en 1887 entraba en servicio el
ferrocarril de Bilbao a Las Arenas y ese mismo año la traza ferroviaria se ampliaba
entre Zaldibar y Éibar.
En plena efervescencia de
proyectos ferroviarios, desde la histórica villa foral de Gernika pronto se
planteó la posibilidad de construir un tren que permitiese la conexión con la
línea de Bilbao a Durango en Amorebieta. Los primeros estudios al respecto se
remontan al 22 de marzo de 1882, fecha en la que el Gobierno Civil autorizó a
Francisco Rispa y Zornoza la realización de los estudios pertinentes.
El arquitecto Luis de Landecho adquirió la concesión del ferrocarril de Amorebieta a Gernika y fue el autor de los proyectos de sus edificios
Como era frecuente en la época,
Rispa transfirió todos sus derechos al arquitecto Luis de Landecho y Urries quien,
tras superar los requisitos establecidos en estos casos, fue autorizado por
Decreto Ley del 20 de febrero de 1885 para «la construcción, sin subvención
directa del Estado, de un ferrocarril económico que partiendo en Amorebieta
termine en Guernica-Luno».
Una vez obtenida la concesión, el
17 de julio de 1885 se procedió a la constitución de la Compañía del ferrocarril
de Amorebieta a Guernica y Luno. Con un capital social de 1.250.000 pesetas,
repartido en 2.500 acciones, entre los principales accionistas se encontraba el
propio concesionario, Luis de Landecho, acompañado por destacados personajes
como el Marqués de Urquijo el Conde de Montefuerte, Manuel Allende Salazar, Antonio Comyn y Crooke, Fernando Landecho y
Urries, Manuel Mª Gortazar, Gabriel Mª de Ibarra, Pedro de Gandarias, Luis de
Zubiría o Ramón Bergé.
Estación de Gernika, fotografiada a finales del siglo XIX. Fotografía de Ángela Allendesalazar Zaragoza. Archivo de Gernikararra Historia Taldea
Tras la constitución de la
empresa explotadora se emprendieron los trabajos de construcción, dirigidos por
el reputado ingeniero Pablo de Alzola y con la participación del propio Luis de Landecho en los proyectos de las
estaciones. Puede resultar chocante la participación de Alzola en la
construcción de este ferrocarril de vía métrica, cuando él fue, precisamente,
el mayor defensor de la construcción en vía ancha de los ferrocarriles en la
cornisa cantábrica. De hecho, era el autor del proyecto de ferrocarril del
Cantábrico, entre Santander e Irún, en vía ancha, al tiempo que participó de
manera destacada en la polémica sobre los anchos de vía frente a la propuesta
de la vía estrecha defendida por Adolfo Ibarreta. Sin embargo, ante la
evidencia de que la nueva línea debería empalmar forzosamente en Amorebieta con
la de Bilbao a Durango, ya establecida en vía métrica, no cabía otra opción que
mantener este ancho de vía, aunque la traza se proyectó, al menos en teoría,
con el gálibo suficiente para la hipotética transformación de la galga en un
futuro.
La locomotora de vapor Zugastieta participó en la inauguración del ferrocarril de Gernika. Fotografía de Jeremy Wiseman
Las obras de construcción de la
nueva vía se desarrollaron a buen ritmo, por lo que el 23 de julio de 1888 pudo
circular el primer tren de pruebas entre las estaciones de Amorebieta y Gernika.
Pocas semanas más tarde, en concreto, el 13 de agosto, se inauguraba, con la
solemnidad acostumbrada, el nuevo ferrocarril. Por tanto, este verano se
conmemora el 125 aniversario de la entrada en servicio de este pequeño
ferrocarril vizcaíno.
De Gernika a Pedernales
Antes de que quedara
definitivamente inaugurada la línea entre Amorebieta y la villa foral, ya se
había planteado su posible prolongación hacia Bermeo cuyo importante puerto
pesquero podría generar un notable tráfico. Fue precisamente Luis de Landecho,
concesionario del ferrocarril a Gernika y por entonces diputado a Cortes, quién
presentó una propuesta de Ley en la que se autorizó al Gobierno a conceder a
uno de los pequeños accionistas de la empresa, Manuel María Arrótegui el
permiso necesario para la construcción de un ferrocarril entre Gernika y la
villa costera. La nueva vía no contaría con subvención estatal pero gozaría de
derechos para el aprovechamiento y ocupación de terrenos de dominio público,
aspecto de gran interés, ya que buena parte de la traza transcurriría sobre las
marismas de la ría del Urdaibai.
Una vez otorgada la concesión, el
6 de julio de 1888, se iniciaron las gestiones necesarias para su transferencia
a la Compañía
del Ferrocarril de Amorebieta a Guernica y Luno, pero la tramitación del
expediente fue larga y compleja. Entretanto, la empresa decidió construir
primero la sección comprendida entre la villa foral y Pedernales, debido a la
facilidad del trazado, dejando para el futuro la difícil continuación a Bermeo.
El 7 de agosto de 1891 las Cortes
anunciaban la concesión, a la
Compañía del Ferrocarril de Amorebieta a Guernica y Luno, de
un ferrocarril desde esta villa a Pedernales, «con facultad de continuarlo a
Mundaca o Bermeo, que es prolongación de su actual vía férrea». Al igual que la
autorización otorgada a Manuel María Arrótegui, se mantenía la declaración de
utilidad pública para los efectos de expropiación forzosa, con derecho al aprovechamiento
y ocupación de terrenos de dominio público. El proyecto de construcción de la
línea quedó definitivamente aprobado por Real Orden del 6 de mayo de 1892 y el
6 de septiembre del mismo año se publicó el pliego de condiciones.
La locomotora de vapor Zugastieta se encuentra preservada en el Museo Vasco del Ferrocarril
Es más que probable que las obras
de construcción de la sección de Gernika a Pedernales se iniciasen antes de que
fuera definitivamente aprobado el pliego de condiciones, ya que tan sólo habían
transcurrido seis meses desde su publicación, cuando se procedió a la inauguración
de la línea, el 15 de marzo de 1893.
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