Desde esta mañana (7 de septiembre de 2012), la estación de Eibar vuelve a ofrecer sus servicios tras un prolongado proceso de remodelación, imprescindible para atender las necesidades del tráfico ferroviario y la atención y accesibilidad de los viajeros.
Vista de la nueva fachada interior de la estación de Eibar. Se echa de menos su sencilla y airosa marquesina.
Aunque en un principio se llegó a valorar el posible derribo del primitivo edificio, en la anterior legislatura se decidió en atención a su valor histórico y estético, mantener la centenaria estación. Sin embargo, tras largos años de obras el resultado final es, a mi modesto entender, muy decepcionante. No voy a entrar a valorar las intervenciones realizadas en el interior del edificio, necesarias para facilitar la accesibilidad de los viajeros y mejorar su atención, pero me resulta muy difícil comprender las agresivas actuaciones que se han realizado sobre sus fachadas, con el forrado de todo el perímetro de la planta principal con chapa lacada de dudoso gusto, rematada por un cincho de acero inoxidable, con lo que en nada se respeta la sobria y elegante arquitectura original del inmueble.
Una breve historia de la estación de Eibar
El tren llegó a Eibar de la mano de la Compañía del Ferrocarril de Durango a Zumárraga que inauguró la sección comprendida entre Zaldibar, Eibar y Elgoibar el 17 de septiembre de 1887. El acto inaugural revistió gran solemnidad, ya que fue presidido por la Reina Regente, María Cristina de Habsburgo y Lorena,
tal y como recogió la prensa de la época.
Las
dependencias que estableció la Compañía del Ferrocarril de Durango a Zumárraga
en la cabecera de la eibarresa calle de la Estación se emplazaron en el punto
kilométrico 18,470 de esta línea. Sus
instalaciones contaban, en origen, con un edificio para la atención de los
viajeros y un almacén para el servicio de mercancías, así como un andén, vía
general, de cruzamiento y un apartadero.
Plano de la primera estación de Eibar, levantada en 1887.
El
edificio destinado al servicio de viajeros era de una sola planta en cuyo
centro se ubicaba el vestíbulo, a la derecha la taquilla, el telégrafo y los
despachos del jefe de estación el factor y la inspección, mientras que a la
izquierda se emplazaba la vivienda para el jefe de estación compuesta de
cocina, comedor y tres habitaciones.
El
rápido desarrollo que adquirió Eibar en los últimos años del siglo XIX y
principios del XX hizo que las dependencias de la primitiva estación de Eibar
resultaran pequeñas para atender correctamente las necesidades de la población.
En consecuencia, en el año 1907 la Compañía de los Ferrocarriles Vascongados
inició un ambicioso programa de modernización de sus instalaciones que concluyó
dos años más tarde. El edificio de viajeros se reformó por completo, con la
reconstrucción de sus fachadas y la reordenación de sus espacios interiores, lo
que supuso la desaparición de la vivienda del jefe de estación de la planta
baja, zona que pasó a ser ocupada por el despacho para el transporte de
mercancías en régimen de Gran Velocidad. Además, se levantó un segundo piso en
el que se distribuyeron dos viviendas para los empleados, dotada cada una de
ellas de cocina, comedor y tres espaciosas habitaciones. El conjunto se
completó con la instalación de una marquesina en voladizo sobre el andén.
Fachada lateral y sección de la estación levantada en 1909
Las
obras de ampliación de la estación de Eibar concluyeron en el año 1909 y, por
tanto, este es el motivo por el que aparezca esta fecha sobre el reloj que
corona la fachada principal.
Fachada principal de la estación de Eibar levantada en 1909
Pese
a la importante inversión realizada, el creciente desarrollo fabril de Eibar
hizo que pronto fuera necesario ampliar las instalaciones de su estación. De
este modo, en 1919 se construyó una vía de apartadero para el servicio de la
fábrica La Industrial Orbea y, en
1935 se contrató con la empresa Martín Errasti y Cía. la construcción de un
nuevo almacén de llegadas. Un
año más tarde, durante la Guerra Civil, la estación de Eibar fue objeto de varios
ataques de la artillería y aviación del ejército franquista.
Estación de Eibar en 1913. Archivo de Pedro Pérez Amuchastegui
En
1941, una vez superado el conflicto, se procedió a una nueva reforma de la
estación, actuación que fue encomendada a la empresa Construcciones Altuna, en la
que se estableció una tercera vía de cruzamiento. Además se procedió a
instalar en los dos andenes unas
sencillas, pero a la vez elegantes, marquesinas cuya estructura se realizó
mediante el aprovechamiento de viejos carriles.
Marquesina de la estación de Eibar realizada con una estructura de carriles antiguos reciclados
Desde
los años cuarenta la estación de Eibar no experimentó cambios de importancia
hasta 1980, momento en que, tras la práctica desaparición del tráfico de cargas
por ferrocarril, el Departamento de Transportes del Gobierno Vasco decidió
ceder el antiguo almacén de mercancías al obispado de San Sebastián,
institución que aprovechó estas dependencias, convenientemente remodeladas,
para establecer la sede de la parroquia de San Agustín.
Fachada principal de la estación de Eibar fotografiada en 1990
Nuevo aspecto de la fachada principal de la estación de Eibar
Bueno... discutible o no (que a mi me parece tambien exagerado lo de la planta baja), ésta, al menos, no ha corrido la suerte de sus colegas de Zaldibar, Usansolo o Lemona.
ResponderEliminarFernando
Por cierto, durante la guerra, y dado que la estación era fácil blanco de la artilleria facciosa instalada en Arrate, los trenes llegaban únicamne hasta Ardantza. El tráfico entre Ardantza y la estación estuvo suspendido durante el tiempo que duró el asedio a la ciudad armera.
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