Un tranvía ecológico
A diferencia de los primeros tranvías eléctricos, impulsados por la fuerza generada en centrales térmicas de carbón, el de Arratia fue un medio de transporte absolutamente respetuoso con el medio ambiente, ya que funcionaba gracias a la fuerza del agua.
A principios del siglo XX no existían las grandes empresas productoras y distribuidoras de energía eléctrica de la actualidad y, en consecuencia, cuando se establecía un tranvía eléctrico era indispensable construir una central generadora. Por ello, 21 de febrero de 1899 el TBDA adquirió dos antiguos molinos situados en las faldas del monte Oiz, el de Errotaberri en Maguna, y el de Arria en Garai.
Ambos saltos eran de cierta importancia para la época, sobre todo el de Garai, que contaba con dos aprovechamientos de 238 y 117 metros de altura, y cuyo caudal era poco sensible a los periodos de estiaje, salvo en casos de sequías muy prolongadas. El de Maguna, más irregular, disponía de otro salto de 103 metros de desnivel.
En ambos molinos se realizaron las obras necesarias para su adecuación a la nueva actividad de producción energética; edificios, presas, canales, depósitos de carga y tuberías de conducción. Los dos saltos fueron dotados de turbinas y alternadores suministrados por la filial francesa de la norteamericana Thomson Houston, que generaban 5.000 voltios en corriente alterna trifásica a la frecuencia de 25 herzios. La energía producida en ambas instalaciones era transportada mediante líneas aéreas, sobre postes de madera, hasta la subestación de transformación situada junto a los talleres y cocheras del tranvía en Lemoa.
En los años cuarenta, con el fin de reducir la importante deuda que tenía acumulada la empresa del TBDA con los Ferrocarriles Vascongados, el tranvía de Arratia optó por vender a su matriz los saltos de agua de Garai y Maguna por 1.800.000 pesetas. En ese momento, las instalaciones presentaban un estado de conservación y seguridad muy deficiente, por lo que la empresa ferroviaria decidió modernizarlas, ya que, según los aforos realizados, calcularon que podían generar hasta 3.500.000 kw/h al año, con un aumento de la producción de un 230% respecto a la instalación original.
Para renovación las instalaciones se montaron nuevas turbinas sistema Pelton, construidas por MMA de Utebo (Zaragoza) y alternadores fabricados en Trapagaran por General Eléctrica Española, que generaban a la tensión de 30.000 voltios en corriente alterna a frecuencia industrial (50 periodos). De este modo, el excedente se podía vender a otros consumidores. En el salto grande de Garai se instalaron dos turbinas de 750 cv. y en el pequeño un grupo de 275 cv., idéntico al montado en el salto de Maguna, con una potencia total instalada de 2.050 cv.
Aunque propiedad de los Ferrocarriles Vascongados, el destino de la producción de los saltos de Garai y Maguna continuó siendo, preferentemente, el propio tranvía de Arratia. Tras su clausura, en 1964, siguieron en funcionamiento, suministrando fuerza a una cantera de arenas silíceas en Garai, y a las empresas Salabarren y Hermanos Larrañaga, en Durango. Esta última empresa, propietaria de otros saltos de agua y de una red de distribución de electricidad en esta localidad, adquirió en 1975 las instalaciones de Garai, por un precio de 2.500.000 pesetas.
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