jueves, 11 de julio de 2019

130 AÑOS DE MOVILIDAD ELÉCTRICA EN EUSKADI (VI)


En 1926 se inauguró, con tracción eléctrica, el ferrocarril del Urola. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

LAS GRANDES ELECTRIFICACIONES EN HEGOALDE

En 1926, la Diputación de Gipuzkoa inauguró el ferrocarril del Urola, electrificado desde sus orígenes. Por primera vez en todo el Estado, la tensión de alimentación elegida fue la de 1.500 voltios en corriente continua, valor que, con el tiempo, se ha convertido en común para todos los ferrocarriles de vía métrica del país. Dos años más tarde, este voltaje fue utilizado en la primera electrificación ferroviaria en Bizkaia, la de Bilbao a Plentzia, hoy integrado en el Metro de Bilbao, prolongada el año siguiente hasta Plentzia. En 1929, la tracción eléctrica ferroviaria también llegaría a Araba, con la puesta en tensión del ferrocarril Vasco-Navarro entre Vitoria y Estella y ese mismo año se alcanzó un nuevo hito en el desarrollo de su movilidad eléctrica: por primera vez, dos capitales del Estado quedaron enlazadas por trenes eléctricos gracias a la electrificación del ferrocarril de Bilbao a Donostia y de su ramal de Maltzaga a Zumarraga.
La primera electrificación ferroviaria en Bizkaia fue la del ferrocarril de Bilbao a Plentzia. Fotografía de Félix Zurita. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
En 1929 se completó la electrificación del ferrocarril de Bilbao a Donostia, la primera conexión de dos capitales con tracción eléctrica en todo el Estado. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

La mayor parte de las electrificaciones ferroviarias se realizaron en las líneas de vía estrecha, obligadas a innovar al quedar pronto superadas por la gran demanda de viajeros y mercancías que experimentaban. Sin embargo, en estos años también se implantó el nuevo sistema de tracción en varias líneas de vía ancha. En 1929 se inauguró la electrificación de la línea de la Compañía del Norte entre Altsasu e Irun, lo que permitió implantar un intenso servicio de trenes de cercanías. Además, la utilización del frenado eléctrico de recuperación permitía que la energía generada por los trenes descendentes ayudase a subir a los ascendentes, con un aprovechamiento máximo de los recursos, al tiempo que se reducía el impacto ambiental. Además, la corriente era generada en su mayor parte por los saltos de agua de la Sociedad Hidroeléctrica Ibérica.
Entre 1929 y 1938 se electrificó el ferrocarril Vasco-Navarro. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
La Compañía del Norte electrificó en 1929 el tramo de Altsasu a Irun. Fotografía de Christian Schnabel. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

En 1933 la tracción eléctrica tomaba el relevo al vapor en la línea de vía ancha de Bilbao a Santurtzi. Cinco años más tarde, se completaba el ciclo de las grandes electrificaciones ferroviarias vascas con la puesta en tensión, como en todos los casos anteriores, a 1.500 voltios en corriente continua, de la sección de Vitoria a Maltzaga del ferrocarril Vasco-Navarro, así como de su pequeño ramal de San Prudentzio a Oñati.
Trabajos de electrificación del ferrocarril de Bilbao a Portugalete. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril


 
 En 1938 se completó la electrificación de Paris a Hendaia, en su día, el recorrido electrificado más largo del mundo. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril


EUSKADI, LIDER EN MOVILIDAD ELÉCTRICA

Al inicio del franquismo, Euskadi era, con notable ventaja, el líder indiscutible de la movilidad eléctrica en todo el Estado español. En 1939, Euskadi era el único territorio del Estado en el que todas sus capitales estaban enlazadas con trenes eléctricos. El 60% de su red ferroviaria se explotaba con tracción eléctrica y, además, estos 487 kilómetros registraban, con diferencia, el mayor tráfico, mientras que el vapor había quedado relegado a líneas de carácter secundario. En Iparralde todos los ferrocarriles estaban también electrificados y era posible viajar con este sistema hasta París.
Tren de viajeros de Bilbao a Donostia. Fotografía de Christian Schnabel. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
Tren eléctrico de la línea de Bilbao a Portugalete. Fotografía de Miquel Palou. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
La red ferroviaria electrificada de Euskadi, con cerca de 500 kilómetros, suponía el 39,5% de las electrificaciones del Estado. Le seguía a notable distancia Catalunya, con 286 kilómetros electrificados, el 23,2%.

Tren de mercancías con tracción eléctrica fotografiado en Altsasu. Fotografía de Christian Schnabel. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 

Automotor del ferrocarril de Donostia a Hernani. Fotografía de Christian Schnabel. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril


Junto a los ferrocarriles convencionales, Bilbao, Donostia y Baiona contaban con densas redes de tranvías urbanos e interrurbanos, todos ellos eléctricos, que sumaban otros 150 kilómetros de movilidad eléctrica, básicamente generada gracias a la fuerza del agua.
Tranvías eléctricos de Bilbao. Fotografía Juan Bautista Cabrera. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

 

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