Fotografía oficial de
Secheron de la primera composición de la serie seiscientas de Renfe. Archivo de
Georges Muller
La publicación del
número 600 de la revista Vía Libre se convierte en una magnífica ocasión para
echar una rápida mirada a la historia de una amplia familia de trenes
eléctricos de Renfe conocida como las «Seiscientas», nombre debido a su
matriculación inicial en el parque de la empresa estatal, o también como las
«Suizas», en recuerdo al país en el que se diseñaron y en el que se
construyeron las primeras unidades.
Construcción de coches
de la serie seiscientas en los talleres de CAF en Beasain. Archivo
EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
El origen de estos trenes se remonta a los
diversos planes de electrificación de Renfe, estudiados por la empresa estatal
a partir de 1948. A
diferencia de la mayor parte de las realizadas hasta la fecha, en las que se
había empleado la tensión de 1.500 voltios en corriente continua, en las nuevas
electrificaciones se optó por elevar este valor a 3.000 voltios. En
consecuencia, las únicas unidades eléctricas disponibles hasta el momento, la
serie 300 heredada de la antigua Compañía del Norte, no podrían emplearse bajo
las nuevas catenarias y resultaba preciso adquirir nuevos trenes.
Remolque con cabina
con furgón de la serie 600, construido por CAF en Beasain. Archivo
EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Tras los oportunos concursos, Renfe optó por
adquirir los nuevos trenes a un consorcio de empresas denominado Grupo
Español-Suizo de Trenes Eléctricos (GESTESA), entre las que se encontraban las
helvéticas Brown Boveri, Schindler, Oerlikon y Secheron, así como las españolas
Macosa, Maquinista Terrestre y Marítima y Talleres Aguirena. Posteriormente, a
medida que se ampliaban y modificaban los pedidos, también intervinieron en la
construcción de estas unidades otras empresas como CAF, Material Móvil y
Construcciones, Babcock & Wilcox o la Sociedad Española de Construcción
Naval.
Vista de un automotor
desde el testero trasero, en el que se observa la cabina auxiliar. Archivo
EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Diversas
combinaciones
En un principio, Renfe tenía previsto
adquirir, en una primera fase, 143 trenes eléctricos, de los que quince serían
construidos en Suiza mientras que la fabricación de los 128 restantes se
repartiría entre los principales constructores españoles. Un hecho poco conocido en la gestación de estos trenes y que recientemente ha sido desvelado al autor de este blog por el investigador ferroviario César Mohedas, es que, inicialmente, y por presiones de uno de los miembros del Consejo de Administración de Renfe, Pedro González Bueno Bocos, cinco de los trenes que debían ser construidos en el extranjero fueron adjudicados a la empresa francesa Alsthom, de la que el citado consejero era, precisamente, el máximo representante en España. No deja de ser un ejemplo más de la corrupción institucionalizada en el franquismo, donde era completamente normal que fuera miembro del consejo de administración de una empresa pública uno de sus principales proveedores. Sin embargo, parece ser que, finalmente, la multinacional gala renunció a este pedido. En realidad, los
nuevos trenes se repartirían en tres series diferentes, según su configuración
y el servicio al que estuvieran destinados. De este modo, las setenta composiciones
que conformarían la serie 600 estarían formadas por dos coches motores
extremos, uno de ellos con departamento furgón, que encuadrarían un remolque
intermedio. Disponer de dos coches motores proporcionaría a estos trenes una
notable aceleración, lo que los hacía especialmente adecuados para los
servicios de cercanías que estaba previsto establecer en las nuevas
electrificaciones del denominado «ocho catalán».
Las primeras
«seiscientas» se estrenaron en los servicios de cercanías de Barcelona.
Fotografía de Peter Willen
Aun mejores prestaciones deberían ofrecer los
treinta trenes de la serie 700, idénticos a la anterior, pero sin remolque
intermedio, lo que las hacía especialmente idóneas para servicios rápidos y
de cercanías en líneas de difícil perfil, como es el caso de la de Barcelona a
Puigcerdá. Por último, la serie 800, con 43 formaciones, se diseñó para líneas con
menor demanda, como la de Santander a Alar del Rey o las existentes en el
interior de Asturias. Su estética y equipos eléctricos eran idénticos a los de
las series anteriores pero, en este caso, la unidad estaba formada por un solo
coche motor, con departamento furgón, y un remolque con cabina de conducción.
Además, los coches motores disponían de una cabina de conducción auxiliar y
montaban todos los equipos de tracción y freno precisos para poder circular
aislados, como hicieron, por ejemplo, en los primeros años de servicio del
madrileño “tubo de la risa”. Ciertamente, contrasta la escasa demanda de los
primeros años de esta polémica infraestructura, con el intenso tráfico que
registra en la actualidad, lo que hace algunos años obligó a desdoblar esta
línea con un nuevo túnel paralelo.
Coche motor 645,
construido por Babcock & Wilcox. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del
Ferrocarril
Los primeros cinco trenes de la serie 600,
todos ellos pertenecientes al lote construido en Suiza, iniciaron su andadura
en España el 12 de abril de 1958, fecha en la que se concluyó la
electrificación del «ocho catalán», en los servicios de cercanías de Barcelona
Término y Granollers. A partir de esta fecha, y
a medida que Renfe recibía más material, las unidades de la serie
seiscientos fueron ampliando su radio de acción bajo las nuevas catenarias
levantadas en Catalunya, Andalucía o Castilla la Nueva. Sin embargo, el
programa de electrificación de líneas de Renfe, que inicialmente preveía
extender este sistema de tracción sobre 1.139 kilómetros ,
fue ampliado progresivamente con nuevas electrificaciones, hasta alcanzar en
1965 los 1.898
kilómetros bajo catenaria. En consecuencia, las
necesidades de material motor se incrementaron considerablemente.
Interiorismo original
de tercera clase de las «seiscientas». Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Que recuerdos,aquella formidable saga de unidades,indudablemente de las mejores con las que conto el parque peninsular,sin ninguna duda,y omnipresentes en casi cualquier punto de la red...En muchisimas ocasiones viaje en ellas,en las 436,principalmente,y alguna 438 ocasional...aquellos asientos de scai,y su potente calefaccion que hacian acogedor su interior en el frio invierno,aquel llamativo sonido agudo que emitian estacionadas,y su igualmente agudo silbato,su notable aceleracion...Recuerdo a veces,cuando eran acopladas en doble traccion,solia ser habitual que las colocaran una especie de "sargento"metalico asegurando ambos Schafemberg...Quiza su decoracion mas "autentica",fuera la verde-plata,aunque,con cualquier decoracion tenian su gran encanto...Eran los tiempos de cuando el correo aun tenia su gran protagonismo en los trenes,llegaba la unidad,por ejemplo,y ya estaba la carretilla electrica aproximandose a aquel departamento-furgon del coche motor prestos a descargar las sacas con la correspondencia,algun paquete,incluso piezas de recambio para talleres,tambien se enviaban en el tren...Una muy buena manera de el numero 600 de Via Libre,y a traves de esta entrada,por supuesto,de rendirlas este merecidisimo homenaje...
ResponderEliminarSuerte que aún queda alguna unidad preservada. Creo que la inmensa mayoría coincidimos que fueron un icono de los cercanías en las grandes capitales españolas
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