lunes, 27 de octubre de 2025

EL CREMALLERA DE MONTSERRAT (y IV)

 

Una de las centenares de imágenes de alguno de los varios perros que, con los más pintorescos disfraces, actuaban como guardabarreras del paso a nivel del ferrocarril de Montserrat con la carretera. Fondo MPS. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

EL PERRO KU-KI

Prácticamente desde los inicios del histórico ferrocarril de cremallera, uno de los guardabarreras del paso a nivel con la carretera que ascendía al monasterio de Montserrat tuvo la idea que amaestrar a su perro para que presentase un banderín rojo al paso del tren. La actuación del animal pronto se convirtió en un reclamo para los viajeros del tren, y también para los que esperaban en el camino su paso, que le lanzaban monedas a modo de propina.

Ante el éxito de la idea, su propietario pronto mejoró su propuesta, incorporando al pobre chucho otros elementos como una gorra, una capa y hasta gafas. Las propinas que ofrecían los viajeros del tren y también los automovilistas que esperaban su paso pacientemente debían ser lo suficientemente lucrativas como para que, al fallecer el primer perro, cuya presencia está documentada gráficamente al menos desde 1898, lo sustituyera inmediatamente por otro y, así, sucesivamente. No todos se llamaron igual, ya que hay constancia de que alguno de ellos respondía por Bo-bi y es posible que otros tuvieran nombres diferentes. Por otra parte, para aumentar aún más su visibilidad y, sobre todo, los ingresos, lo colocaba sobre una peana que servía de soporte publicitario, lo que pronto se convirtió en una nueva fuente de ingresos.

Tan popular llegó a ser el perro guardabarreras y tan lucrativa su explotación que, tras el cierre del ferrocarril de cremallera en 1957, durante algunos años más siguió realizando su pequeña función en el antiguo paso a nivel de la carretera de Montserrat. Ya no había trenes, ni viajeros que le arrojasen alguna moneda, pero los automovilistas que transitaban por ahí todavía lo hicieron durante algún tiempo.



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