sábado, 30 de mayo de 2020

60 ANIVERSARIO DE LA CLAUSURA DE LOS TRANVÍAS DE SEVILLA (III)

Retrato de Otto Engelhard
 

OTTO ENGELHARDT, "EL DE LOS TRANVÍAS"
 
El ingeniero alemán Otto Engelhardt desarrolló un papel clave en la modernización de la primera red de tranvías de Sevilla y su electrificación, hasta el punto de ser popularmente conocido en la capital hispalense como "Otto el de los tranvías".
 
Nacido en Brunswick, Baja Sajonia (Alemania) el 7 de agosto de 1866, finalizados sus estudios de ingeniería comenzó a trabajar para la AEG de Berlín, empresa que en 1894 lo envió a Sevilla para establecer en la capital andaluza una empresa productora y distribuidora de electricidad: la Compañía Sevillana de Electricidad.
 
Una vez en marcha la empresa eléctrica, el siguiente paso de Otto Engelhardt fue la toma de control de la empresa inglesa que operaba los tranvías de Sevilla, ya que su electrificación proporcionaría a la Sevillana de Electricidad una demanda constante que, a su vez, permitiría consolidar el negocio eléctrico. Una vez logrado su objetivo, el ingeniero alemán pasaría a convertirse en el director de la empresa tranviaria, cargo que ostentaría hasta 1921.
 
Junto a sus cargos en Sevillana de Electricidad y en otros negocios, Otto Engelhard también fue cónsul de Alemania en la capital andaluza entre 1903 y 1919. Desde su cargo pudo atajar, durante la Primera Guerra Mundial, un intento de sabotaje por parte de la Armada de su país contra dos barcos alemanes internados en el puerto de Sevilla, con el propósito de provocar un conflicto internacional que arrastrara a España a la guerra junto a las potencias centrales. Otto Engelhard justificó su actitud afirmando que "un cónsul no debía mezclarse en empresas militares; debía ocuparse sólo de cosas pacíficas al servicio de la Nación".
 
En los años veinte abandonó Sevillana de Electricidad y los tranvías, para establecer sus propios negocios, entre los que destaca la empresa farmacéutica Sanavida, con sede en San Juan de Aznalfarache, desde el que fomentó la investigación de nuevos medicamentos para el tratamiento de la epilepsia, el insomnio y los trastornos nerviosos. Además, se convirtió en asiduo colaborador de diversos periódicos, sobre todo El Liberal.
 
De firmes convicciones paficistas, actuó como vicepresidente de la iniciativa Pro Sevilla, Ciudad de la Contraguerra cuyo principal objetivo eran evitar una nueva guerra. Por ello, ante el giro de la política alemana hacia posiciones más reaccionarias, en 1931 devolvió todas sus condecoraciones y solicitó la ciudadanía española, que obtuvo en 1932. Al respecto señaló en su autobiografía que "Como España es el primer país que en su Constitución republicana se afrenta contra el crimen de la guerra, exclamo con todo corazón, ¡Viva España!".
 
Declarado enemigo del nazismo, llegó a remitir varios telegramas al propio Adolf Hitler exigiéndole el cierre de los campos de concentración, el fin de las políticas antisemitas y el respeto a los derechos humanos. De este modo, se convirtió en un personaje incómodo, no solo para el régimen alemán, sino también para los alzados en Sevilla el 18 de julio de 1936 a las órdenes del general Emilio Queipo del Llano, quien ordenó su fusilamiento, en aplicación del Bando de Guerra.
 
Otto Engelhard murió asesinado por el ejército rebelde que auparía al poder a Franco, el 14 de septiembre de 1936. Hoy, una calle de Sevilla honra la memoria de un gran pacifista que, además, contribuyó como pocos a la modernización de la ciudad y a la mejora de la calidad de vida de sus habitantes.

domingo, 17 de mayo de 2020

60 ANIVERSARIO DE LA CLAUSURA DE LOS TRANVÍAS DE SEVILLA (II)

En 1921 el parque de los tranvías sevillanos se incrementó con quince unidades construidas en Zaragoza por Carde y Escoriaza. Fondo CAF. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
Tranvías de Sevilla, S.A.

El 12 de diciembre de 1907, la Compañía Sevillana de Electricidad tomó el control definitivo de la red tranviaria de la ciudad, que, desde entonces, sería operada como un negocio más de la empresa. Sin embargo, el 18 de agosto de 1921 optó por segregar esta actividad, constituyendo con este fin la empresa Tranvías de Sevilla,S.A. que, en ese momento, pasaría a gestionar una red de 27,9 kilómetros de extensión en la que circulaban 50 coches motores y 25 remolques. Los ocho tranvías más modernos habían sido suministrados ese mismo año por la firma zaragozana Carde y Escoriaza.
Tranvía de la serie 201 a 215, construida en València por Devis en 1930 para los tranvías de Sevilla. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

La celebración de la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla espoleó a la empresa tranviaria para ampliar y mejorar sus servicios, mediante la creación de nuevas líneas y la prolongación de las existentes. Se construyeron nuevos trazados a Eritaña o a la plaza del Nervión y los tranvías interurbanos a San Juan de Aznalfarache y Camas, abiertos en 1924.
El tranvía 178 pertenecía a la única serie de tranvías de bogies que circuló en Sevilla, construida por Lladró y Cuñat y por Devis entre 1928 y 1930. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

Para atender los nuevos servicios, Tranvías de Sevilla reforzó notablemente su parque móvil. Entre 1921 y 1932 adquirió 50 nuevos coches motores, carrozados tanto por Carde y Escoriaza en Zaragoza como por Lladró y Cuñat y Devis en el País Valenciano, al mismo tiempo que se modernizaban los primitivos AEG y se adquirían más remolques construidos por Lladró y Devis así como por Euskalduna en su factoría de Villaverde Bajo (Madrid). Entre ellos, cabe destacar los magníficos automotores que conformaron la serie 171 a 180, los únicos de bogies de la ciudad, dotados tanto de toma de corriente mediante trole de pértiga, necesario para circular por las líneas urbanas, como de pantógrafo romboidal, utilizado en los trayectos interurbanos electrificados con catenaria ferroviaria.
Tranvías de Sevilla carrozó y modernizó en sus talleres diversas series de tranvías. En la imagen, construcción de los nuevos tranvías de tres ejes a principios de los años cuarenta. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

La actividad de los tranvías de Sevilla, al igual que todo el país, se vio afectada por la grave crisis económica mundial iniciada tras el crack de la bolsa de Nueva York de 1929. Sin embargo, Tranvías de Sevilla intentó proseguir con la mejora de la red, incorporando algunos servicios de autobuses para cubrir nuevos trayectos de baja demanda y, sobre todo, con la compra de 14 trucks articulados de tres ejes, construidos por la firma suiza Scheweizerische Lokomotiv-und Maschnenfabrik (SLM) de Winterthur. Con ellos emprendió en sus propios talleres la construcción de un nuevo tipo de tranvía que, aunque adquirió cierta difusión en Suiza, Alemania y Holanda, no tendría más desarrollo en nuestro país, pese a adaptarse perfectamente a los sinuosos trayectos característicos de los principales centros históricos.
Coche 307, carrozado en los talleres de Tranvías de Sevilla sobre un truck articulado de tres ejes construido en Suiza por Winterthur. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

Una larga decadencia

Cuando estalló la Guerra Civil en el verano de 1936, los nuevos tranvías de tres ejes se encontraban en construcción. Pese a que Sevilla no fue escenario directo del conflicto, el servicio se vio resentido, sobre todo por la violenta represión ejercida por los golpistas sobre los trabajadores de Tranvías de Sevilla, S.A., con depuraciones despidos, encarcelamientos y asesinatos. Por otra parte, las restricciones energéticas también contribuyeron a la progresiva degradación del servicio. Ante la falta de repuestos, la empresa aprovechó la clausura de otras redes, como la de Las Palmas de Gran Canaria, para reforzar su parque que, a mediados de los años cuarenta, estaba formado por 90 coches motores y 71 remolques. Muchos de ellos, serían modernizados en los propios talleres de la compañía, que sustituyó sus primitivas carrocerías de madera por otras metálicas con las que se pretendía incrementar su seguridad y ofrecer un aspecto más moderno al público.
Red de tranvías de Sevilla en 1948. Dibujo de Pedro Pintado Quintana

Aunque en los años cuarenta la red sevillana alcanzó su máximo desarrollo, con trece líneas urbanas y tres interurbanas, las autoridades municipales se dejaron seducir por la moda antitranviaria surgida en Francia en los años treinta y pronto extendida a otros países como Gran Bretaña y Estados Unidos. Para forzar la situación, el Ayuntamiento decidió establecer su propia empresa de autobuses urbanos, el Servicio Municipal de Autobuses, que el 15 de agosto de 1954 inauguró sus primeros servicios con una flota de 10 coches.
Tranvía de 3 ejes articulados Nº 304 en servicio en la línea interurbana de Sevilla a Camas. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

Ante la próxima caducidad de sus concesiones y la imposibilidad de renovarlas, Tranvías de Sevilla decidió finalmente entregar sus líneas urbanas al Ayuntamiento hispalense que, el 21 de septiembre de 1956, municipalizó el servicio. En pocos años, el consistorio procedió a la sustitución de los tranvías por nuevos autobuses, hasta que el 8 de mayo de 1960 se cerró la última de las líneas tranviarias, que enlazaba la Gran Plaza con la Puerta de la Carne. El último tranvía en encerrar en las cocheras de Osario fue el coche de tres ejes 302.
En los años cincuenta, los tranvías de Sevilla ofrecían un aspecto decrépito. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

jueves, 14 de mayo de 2020

UNA NOTICIA PINTORESCA

Imagen de la donostiarra estación del Norte a principios del siglo XX. A la izquierda se situaba el puente de la Misericordia al que hace alusión la noticia. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
El estudio de la historia de nuestros ferrocarriles requiere dedicar muchas horas a la consulta de los periódicos de la época, labor hoy en día enormemente facilitada por las numerosas hemerotecas digitales disponibles. Hoy, buscando información sobre un tema muy distinto, me he encontrado con una noticia en la que me ha llamado la atención el desenfado con el que trató los hechos el periodista que la redactó, el 24 de marzo de 1891, en la segunda página del rotativo bilbaíno El Nervión. Espero que su lectura, al igual que me ha sucedido a mi, os provoque una sonrisa, tan necesaria en estos tiempos:
 
Dicen de San Sebastián que a consecuencia de un ligero choque con unos vagones que conducían pipas de vino, se rompieron algunas de éstas, vertiéndose el líquido en tal cantidad que inundó el camino que pasa por debajo del puente de la Misericordia.
 
En un momento, un sinnúmero de vecinos del barrio de Atocha y de otros varios de aquellas cercanías fueron al lugar del suceso armados de cazuelas, botes, cubos y toda clase de utensilios llenables y empezaron  a acarrear vino a su casa como si fueran a poner una taberna.
 
Otros que no tuvieron la precaución de llevar cacharro de ninguna clase, echábanse de bruces sobre los charcos de vino y allí bebían hasta ver sus fauces hinchadas de tanto soplar.
 
Un individuo que a fuerza de beber se puso en mal estado, se le proporcionó el amoniaco para que volviera al estado de persona, pues estaba completamente dormido de la jumera que había pescado.

viernes, 8 de mayo de 2020

60 ANIVERSARIO DE LA CLAUSURA DE LOS TRANVÍAS DE SEVILLA (I)




Tranvía eléctrico de Sevilla. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 
En el año 2007 Sevilla incorporó el tranvía a su variada oferta de transportes urbanos. Esta modesta línea, que en la actualidad enlaza la céntrica Plaza Nueva con la antigua estación de San Bernardo, es un pálido reflejo de la antigua red de tranvía que hasta su clausura, de la que hoy se cumplen 60 años, cubrió durante décadas las principales necesidades de movilidad de la capital hispalense.
 
Sevilla contó con una de las más amplias redes de tranvías eléctricos de España, con líneas urbanas y, también, con diversos trayectos interurbanos que comunicaban la capital hispalense con las principales poblaciones de su entorno, como Camas, Gelves, Coria, Puebla del Río y la base aérea de Tablada.

Primitivo tranvía de caballos de Sevilla. Archivo de la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Sevilla

 
El motor de sangre
 
Como en la mayoría de las ciudades españolas, los tranvías de Sevilla iniciaron su andadura recurriendo al motor de sangre, es decir, la fuerza de los animales de tiro, en este caso, mulas y caballos.
 
Las primeras tentativas para la implantación de tranvías en la capital andaluza se remontan a 1869, año en el que Enrique Chacón y Luis Perrier solicitaron al consistorio sevillano la oportuna autorización para implantar este medio de transporte en las calles de la ciudad. Éste y otros proyectos no llegaron a materializarse hasta que finalmente el 12 de noviembre de 1883 el gobierno aprobase un proyecto presentado por George Higgins.
 
Pese a la aprobación gubernamental, Higgins tuvo que vencer las reticencias del Ayuntamiento hispalense, así como las iniciativas de otros promotores, por lo todavía transcurrieron otros tres años hasta que pudieron comenzar las obras. Finalmente, el 5 de septiembre de 1887 se pudo inaugurar el servicio, operado por la empresa británica "The Seville Tramways Company Limited".
 
La primera red de tranvías sevillanos estaba formada por un conjunto de cuatro líneas que comunicaban la Plaza de la Constitución (actual plaza San Francisco), con la Macarena, la Puerta del Osario, la Calzada y Triana, a las que se sumaban servicios discrecionales a la plaza de toros y a la Puerta de Jerez. El ancho de la vía era de un metro entre las caras internas de los carriles y sobre ellos circulaban 41 coches, 20 cerrados y 21 jardineras abiertas, muy apropiadas para el cálido clima de la ciudad, construidos en Gran Bretaña por firmas como Bristol o Falcon.

Obras de electrificación de los tranvías de Sevilla. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

 
La electrificación
 
El mismo año en que Sevilla inauguraba sus primeros tranvías, Frank Sprague sentaba en Richmond (Estados Unidos) las bases a partir de las que en pocos años se desarrollarían los tranvías eléctricos por todo el mundo. La nueva tecnología también llegó a Sevilla y de hecho, la capital hispalense se convirtió en la quinta ciudad del país, tras Bilbao, San Sebastián, Madrid y Barcelona, en incorporar este moderno sistema de tracción a sus transportes públicos.

Inauguración de los tranvías eléctricos de Sevilla en la plaza de la Constitución. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

 
Los primeros tranvías eléctricos sevillanos iniciaron su andadura el 11 de septiembre de 1899. En aquella época, la ciudad contaba con 145.000 habitantes y sus necesidades de movilidad superaban con creces la oferta que podían ofrecer los tranvías de mulas.
 
La electrificación de la red sevillana fue realizada por la firma alemana Allgemeine Elektricitäts-Gesellchaft, más conocida por sus siglas A.E.G., empresa que ya había electrificado con éxito el primer tranvía del país, la línea de Bilbao a Santurtzi, puesta en tensión el 1 de febrero de 1896. Al igual que en la capital vizcaína, A.E.G. tomó previamente el control de la sociedad concesionaria de los tranvías de Sevilla. Naturalmente, todos los equipos necesarios, tanto en la central generadora, como en la electrificación y los vehículos, fueron suministrados por la citada empresa.

Paso de los tranvías inaugurales del servicio de tracción eléctrica por la plaza del Triunfo. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

 
 
En la primera fase de la electrificación de los tranvías sevillanos, se tendió la línea aérea en una longitud total de 19,9 kilómetros, con lo que el nuevo sistema de tracción se pudo implantar en la importante línea que circunvalaba parcialmente el gran centro histórico sevillano, que enlazaba las cocheras situadas junto a la Puerta de Osario con la estación de Plaza de Armas y los ramales al Parque de María Luisa, La Calzada y San Jacinto.
Primera red de tranvías eléctricos de Sevilla. Dibujo de Pedro Pintado Quintana
 
En las antiguas cocheras de los tranvías de mulas se instaló la central eléctrica generadora, dotada de máquinas de vapor, con una potencia total de 1.400 caballos, con los que, además de atender las necesidades del servicio, podían también vender el excedente a particulares. De hecho, la electrificación de los tranvías de Sevilla se convirtió en la base más sólida para la implantación de esta fuente de energía en la ciudad y se encuentra íntimamente ligada al origen de una de las empresas españolas más importantes del sector como fue la Compañía Sevillana de Electricidad, hoy parte del grupo Endesa.

Uno de los primeros tranvías suministrados por AEG circula por la calle de Miguel Mañara. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

 
El parque móvil de los primeros tranvías de Sevilla estaba compuesto por un total de 25 coches motores construidos, naturalmente, por A.E.G. y al menos 30 remolques, originarios de la explotación con motor de sangre. Sucesivas ampliaciones de la red implicaron la incorporación de nuevos coches, 10 en 1902 y otros siete en 1908. Con ellos se operaban, en 1911, un total de 9 líneas regulares y dos discrecionales.

viernes, 1 de mayo de 2020

125 ANIVERSARIO DEL FERROCARRIL DE ZARAUTZ A DONOSTIA (Y IV)


Vista de la estación de Usurbil tomada durante la construcción de la variante de Lasarte. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

DE GIPUZKOA A GALICIA

La puesta en servicio de la variante de Lasarte incluyó la construcción de nuevas estaciones y apeaderos en Usurbil, Txaparrenea y Lasarte-empalme. Para su diseño se recurrió al arquitecto bilbaíno Manuel María Smith, que en esa época estaba edificando la nueva terminal de los Ferrocarriles Vascongados en el bilbaíno barrio de Atxuri, quien, al igual que en ésta, optó por utilizar un lenguaje abiertamente regionalista, inspirado en los caseríos de la zona.
Fachada de la estación de Meirama (A Coruña), idéntica a la de la estación de Usurbil. Fotografía de Pedro Pintado Quintana

La obra de Smith fue seguida años más tarde por otros arquitectos, como Ramón Cortázar, que diseñó las estaciones del Ferrocarril del Urola o por el canario José Enrique Marredo Regalado, que hizo lo propio con las de la sección de Orduña a Bilbao de la Compañía del Norte. En todo caso, ambos facultativos se inspiraron en el mismo lenguaje regionalista, pero aportando diseños absolutamente originales.

Diseño original de la estación de Usurbil, realizado por el arquitecto bilbaíno Manuel María Smith. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

No sucedió lo mismo con los constructores del ferrocarril directo de Zamora a A Coruña, quienes, en algunos casos, reprodujeron con precisión diseños ajenos. Es lo que sucede con la casilla de Cabañas de Aliste o la estación de Ordes-Pontagra, auténticas fotocopias de los diseños de Ramón Cortázar para el Ferrocarril del Urola, o con la estación de Meirama, que es idéntica a la proyectada por Manuel María Smith para Usurbil. La única diferencia reseñable es la ausencia en la estación gallega de la marquesina metálica que protege a los viajeros en la guipuzcoana, ausencia difícil de entender en un clima como el gallego, por lo demás, tan parecido al guipuzcoano…