domingo, 18 de febrero de 2024

EL FERROCARRIL DE DURANGO A MINAS DE ARRAZOLA Y ELORRIO (II)

 

Retrato de James Hall Nasmyth realizado por George Bernard O´Neill. National Portrait Gallery de Londres

JAMES HALL NASMYTH, Edimburgo, 19 de agosto de 1808-Londres, 7 de mayo de 1890


Las locomotoras de vapor que el ferrocarril Central de Vizcaya asignó a su línea de Durango a Arrazola y Elorrio fueron construidas en los talleres que en 1836 había fundado en Manchester el ingeniero escocés James Hall Nasmyth.


Hijo de un conocido pintor y retratista, desde su juventud James Nasmyth mostró un gran interés por la mecánica. Curso estudios en la Royal High School, donde gracias a la amistad con el hijo de un fundidor local pudo realizar sus primeras prácticas y ensayos. Gracias a su destreza e ingenio, con tan solo 17 años fue capaz de construir su primer motor de vapor.


Con 23 años y un magro capital de 69 libras que había ahorrado gracias a sus trabajos mecánicos, James Nasmyth decidió montar su propio taller en un antiguo molino algodonero de Manchester, para, en 1836, trasladarse definitivamente a Patricroft, donde asociado con Holbrook Gaskell estableció la fundición de Bridgewater bajo la razón social Nasmyth Gaskell & Co. Las nuevas instalaciones se encontraban junto a las vías del primer ferrocarril del mundo, el de Liverpool a Manchester, inaugurado apenas seis años antes.


La factoría de James Nasmyth se especializó en la producción de toda clase de máquinas-herramienta, entre las que sin duda destacó una de sus más importantes invenciones: el martillo pilón accionado por vapor, que patentó en 1842. Respecto a los martinetes anteriores, su nueva máquina permitía reducir los costes de producción en los productos de forja en más del 50%, al mismo tiempo que mejoraba notablemente la precisión del trabajo y su calidad.


James Nasmyth mejoró progresivamente su martillo pilón y, además, lo adaptó a otros trabajos, como el hincado de pilotes en obras de cimentación. Además, gracias a su ingenio, diseñó o perfeccionó otras máquinas-herramienta, como la limadora, la prensa hidráulica, el torno o la fresadora.


James Nasmyth también estudió la posibilidad de obtener acero en grandes cantidades y de forma económica, mediante el diseño de un convertidor similar al que finalmente patentó Henry Bessemer, aunque tras conocer los estudios de éste, le cedió sus proyectos. Finalmente, el propio Bessemer reconoció el trabajo realizado por Nasmyth y le ofreció participar en un tercio de su patente. Es preciso tener en cuenta que este sistema fue fundamental para el desarrollo de la minería del hierro en Bizkaia, ya que requería minerales libres de fósforo, como era el caso de los de este territorio, por lo que su demanda internacional se multiplicó en pocos años.


En 1839 los talleres de Bridgewater emprendieron también la fabricación de locomotoras de vapor, sector en el que se especializaron a partir de 1880. La mayoría de su producción ferroviaria se destinó a la exportación con clientes en India, Nueva Zelanda, Australia, Rusia, Argentina, Japón y España. En nuestro país cabe señalar los ferrocarriles de Mallorca, Almansa a Valencia y Tarragona, Santiago a Carril, Lucainena a Agua Amarga, Silla a Cullera, así como las empresas vascas de las minas de Somorrostro, Bilbao a Portugalete, Elgoibar a San Sebastián, Central de Vizcaya, Luchana a Munguía y Triano; en total la cifra de locomotoras vendidas en España se eleva a 64. La producción total de la factoría hasta su cierre en 1938, fue de 1.529 máquinas, de ellas 1.188 destinadas a la exportación.


En 1856, a la edad de 48 años y cuando ya había acumulado un notable capital, James Nasmyth decidió retirarse del mundo de los negocios. Afincado en Penshurst (Kent), se centró en sus aficiones, entre las que destacó la astronomía. Para ello desarrolló el denominado telescopio Nasmyth con el que estudió la superficie de la Luna. Como la técnica de la fotografía, entonces recién inventada, no permitía realizar tomas directas de nuestro satélite, Nasmyth construyó a partir de sus observaciones minuciosas maquetas en yeso que posteriormente retrató. Gracias a la precisión de su trabajo, estas imágenes están consideradas por la Nasa como las primeras fotografías de la Luna.


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