martes, 23 de febrero de 2021

125 AÑOS DE TRACCIÓN ELÉCTRICA EN ESPAÑA (Y V)

El tranvía de Bilbao a Durango y Arratia fue el primero en España movido por la fuerza de la hidroelectricidad. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
 

El primer tranvía ecológico

Cuando en 1896 se inició el desarrollo de la tracción eléctrica, no existían, como en la actualidad, grandes empresas generadoras y distribuidoras de electricidad. Por ello, las primeras empresas tranviarias y ferroviarias tuvieron que construir sus propias centrales de producción y, muchas de ellas, se convirtieron en sus respectivas ciudades en auténticas pioneras en la comercialización de fluido para usos domésticos e industriales, al vender su exceso de producción a terceros y montar sus propias redes de distribución.

Grupos de turbinas y alternadores de la central del tranvía de Bilbao a Durango y Arratia de Garai, fotografiados tras la modernización realizada en los años cincuenta. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

Las primeras centrales eléctricas utilizadas en la tracción eléctrica española no eran muy ecológicas, ya que en ellas se utilizaban grandes motores de vapor que impulsaban las dinamos generadoras. Sin embargo, algunos empresarios del sector pronto se interesaron por la utilización de otras fuentes, como la hidroelectricidad, no por que tuvieran una premonitoria conciencia ambiental, sino por el menor coste de producción.

En las cocheras de Lemoa se encontraba la subestación transformadora de energía del tranvía de Arratia. Fotografía de Jeremy Wiseman

En España, la primera utilización de la hidroelectricidad en la tracción ferroviaria la realizó el tranvía de Bilbao a Durango y Arratia, una interesante red comarcal concebida a semejanza de los ferrocarriles interurbanos que en aquella época florecían en los Estados Unidos. Inaugurado en 1902, con sus 50 kilómetros de extensión, fue el tranvía de mayor recorrido del país. Para su alimentación, contaba con dos saltos de agua, Maguna y Garai, que generaban a la tensión de 5Kv en corriente alterna trifásica a 25 Hz, con una capacidad de producción de hasta 3.500.000 kw/h anuales.

Furgón automotor para servicio de mercancías del tranvía de Arratia, empresa que prestó un notable servicio de transporte de cargas. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

La energía generada en los saltos de Maguna y Garai se transformaba a 550 voltios en corriente contínua en la subestación de Lemoa mediante máquinas conmutatrices. Además, la instalación contaba con un grupo de baterías, que se cargaban con el excedente de producción de los saltos de agua y con el que se podía mantener el servicio de forma autónoma, en caso de que se interrumpiese el suministro desde las centrales generadoras, al menos durante una hora.

El tranvía de Arratia fue, desde sus inicios, absolutamente sostenible. Archivo Euskotren/Museo Vasco de Ferrocarril

Con los saltos de Maguna y Garai el transporte ferroviario dio un paso fundamental para su futuro al convertirse en un eficaz consumidor de energías renovables.


 

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