lunes, 5 de octubre de 2020

160 AÑOS DE FERROCARRIL EN NAVARRA (Y IV)

 

Tren de mercancías fotografiado junto a la torre de fusilería de la estación de Castejón de Ebro. Fotografía de Lawrence Marshall. Archivo del Museo Vasco del Ferrocarril

TORRE DE FUSILERÍA DE LA ESTACIÓN DE CASTEJÓN DE EBRO

En la estación de Castejón de Ebro, uno de los principales nudos del ferrocarril de Zaragoza a Pamplona, ya que en ella empalmaba con la línea que, desde 1863, se dirigía a Bilbao, y, posteriormente, también con la que se encaminaba a Soria, se levanta todavía uno de los más significativos vestigios de la tercera guerra carlista: una torre de fusilería construida por el ejército gubernamental para proteger sus instalaciones de los ataques rebeldes.

Para la defensa de la estación de Castejón de Ebro, la Comandancia de Ingenieros del I Cuerpo del Ejército del Norte encomendó a Antonio Ortiz y Puerta el diseño de dos torres de fusilería que se levantarían en los dos extremos de la estación del Norte. Estas fortificaciones, de planta hexagonal, contaban con dos niveles de galerías aspilleadas y un remate de almenillas triangulares, hoy desaparecido, cubriendo el conjunto un tejado rebajado, a seis aguas. La comunicación entre los dos pisos se realizaba mediante una escalera de caracol en torno a una columna metálica central, que también servía de apoyo para la cubierta.

 Estado actual de la torre de fusilería de la estación de Castejón. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Perdida su función defensiva, una vez finalizada la guerra, las dos torres de fusilería quedaron abandonadas, corriendo dispar suerte. La situada en la banda de Zaragoza fue demolida a principios de los años treinta y sus ladrillos reutilizados en las obras de construcción del mercado de abastos de Castejón de Ebro, hoy reconvertido en museo de la localidad que, ¡cómo no!, tiene un notable apartado dedicado a la historia ferroviaria de la ciudad. Por el contrario, la torre situada al oeste de las instalaciones ferroviarias todavía se mantiene en pie, sitiada por vías, catenarias y cigüeñas. Es de esperar que un monumento ferroviario y militar tan singular pueda ser, en el futuro, conservado y puesto en valor como se merece este raro vestigio de una de las etapas más convulsas de la historia del ferrocarril en nuestro país.


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