jueves, 18 de diciembre de 2014

EL TRANVÍA DE BILBAO A DURANGO Y ARRATIA (VIII)

El de Arratia fue el último tranvía de Bizkaia. Año 1963. Fotografía de Jeremy Wiseman. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril

EL ÚLTIMO TRANVÍA DE BIZKAIA

Tras el desmantelamiento de la red urbana de tranvías en Bilbao, así como la de los interurbanos de Algorta y Santurtzi en los años cincuenta, los últimos supervivientes de este medio de transporte en Bizkaia eran las dos secciones todavía en servicio del TBDA, entre Bilbao-Urazurritia y Urbi y entre Lemoa y Zeanuri. Sin embargo, ambas líneas estaban sentenciadas, ya que tras largos años de explotación deficitaria, que impidieron cualquier inversión modernizadora, las instalaciones y vehículos se encontraban al borde del colapso. Por su parte, el incremento del tráfico por la carretera de Bilbao a Vitoria por Barazar exigía importantes obras de ampliación de la calzada, las cuales resultaban incompatibles con el mantenimiento del servicio.

La agonía del tranvía de Arratia fue extremadamente prolongada ya que antes de proceder a su eliminación era preciso organizar un sistema de transporte público sustitutorio y los trámites para su creación fueron muy complejos. Por ello, aunque era de esperar que el 5 de diciembre de 1962, fecha en la que caducaba la concesión administrativa que hizo posible la existencia del TBDA, se suspendiera el servicio, éste hubo de mantenerse ya que las autorizaciones administrativas para el establecimiento de las nuevas líneas de autobuses no llegaron a tiempo.

El tranvía de Arratia, cada vez más decrépito y abandonado, todavía siguió circulando durante dos largos años, hasta que finalmente, el 2 de noviembre de 1964, se establecieron las líneas de autobuses Zeanuri-Lemoa-Bilbao y Urbi-Bilbao. Durante unos días, el viejo tranvía convivió con sus sucesor, hasta que el 30 de noviembre de 1964 se clausuró de forma definitiva, desapareciendo con él la última muestra de este medio de transporte en Bizkaia. El periodista Juan Buxens recogió en un emotivo artículo la crónica de su viaje de despedida:
Terminal del tranvía en Zeanuri. Año 1963. Fotografía de Jeremy Wiseman. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril

Cuando hace todavía pocas semanas nos despedíamos desde estas mismas páginas de nuestro simpático y venerable tranvía de Arratia, finalizábamos el reportaje diciendo que aquello no sería punto final. Añadíamos que aún se iba a escribir mucho sobre su destartalada y simpática carrocería. La verdad es que no nos confundimos en nuestra manera de pensar. Durante todo el mes, el tranvía de Arratia siguió siendo tema central en muchas reuniones y tertulias. En muchos comentarios. Desde las páginas de los periódicos se ha ido despidiendo a nuestro tranvía como se lo merece. Con todos los honores. Porque es el último que se retira de Vizcaya, después de muchos años de servicio. Mucho ha llovido desde aquel año 1902 en que por primera vez salió a la calle, todo flamante. Dispuesto a cubrir el servicio entre Lemona y Ceánuri tirado por caballos. Sesenta y dos años de historia. Una vida larga, llena de aventuras y de no pocas anécdotas. A nuestro tranvía de Arratia le han sucedido a lo largo de este siglo un sin fin de pequeñas cosas que muchos recuerdan con emoción.

En agradecimiento de todo esto, a través de un homenaje popular, sus usuarios le despidieron el domingo y ayer, lunes, con todos los honores. Con una fiesta prolongada dijeron su Adiós al tranvía de Arratia. Así, entre alegría y canciones, hicieron el viaje por última vez.

Los montañeros

Los montañeros, aprovechando el domingo, se despidieron del tranvía de Arratia con una fiesta por todo lo alto. Con una fiesta que se prolongó desde Lemona a Ceánuri, a través de los municipios que median en el trayecto. Salieron a las nueve y media de la mañana de Lemona y después de mucho cantar y gritar, llegaron a las cercanías de Ceánuri – la última parada – alrededor de las doce y media. Digo de las cercanías porqué, desde hace ya algún tiempo – como informamos en su día- el tranvía de Arratia ha de detenerse a unos doscientos metros del pueblo debido a las obras que se están realizando en la carretera.

Por la tarde, a los acordes del chistu y del tamboril, al son de la música montañera, de las canciones populares vascas, hicieron el viaje de vuelta. El auténtico “último viaje” para ellos. Unas paradas pequeñas en algunos pueblos y... a empalmar con el tren que los tenía que trasladar nuevamente a Bilbao.

Así, en dos tranvías que alquilaron los propios montañeros, los amigos de los largos paseos y de las alturas se despidieron de una manera alegre, llena de camaradería. Era la última vez que, antes de ascender por los senderos del Gorbea, los montañeros utilizaban los servicios de transporte de esta línea. Se recordaron mil historias curiosas, cientos de comentarios humorísticos. Peripecias que les han venido sucediendo a estos venerables artefactos que en su vida han servido de casa común, de morada a la mayor parte de los hombres de esta comarca.
Los mismos tranvías que inauguraron el servicio en 1902, seguían circulando en 1964. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril

Cuarenta años

Ir recogiendo las opiniones, los comentarios de los miles y miles de usuarios del tranvía, sería un trabajo agotador. Numerosos libros se podrían escribir sobre este vehículo que ahora se jubila. Pero valga una muestra, un ejemplo, para demostrar lo que acabamos de decir.

Así se expresa Eusebia Oropesa, con lágrimas en los ojos, y nos dice:

- Para mi ha sido un gran amigo. Lo he utilizado durante cuarenta años para llevar los productos de mi huerta hasta Santa Marina. Desde que se fundó (entonces lo regentaba sor María), venía acudiendo con mi mercancía. Pobres tranvías. ¡Lo que han tenido que sufrir con nosotras!.

No desaparecerán.

Aunque el tranvía de Arratia se retire del servicio no quiere decir que jamás le podamos volver a ver. Si, algunos irán al desguace. Pero no todos. Es casi seguro que dos de ellos continuarán viviendo con su arcaica carrocería y destartalado esqueleto. Si se llega a un acuerdo, y esto parece que será fácil de conseguir, dos tranvías podrán ser admirados por muchos años. No serán tampoco una pieza de museo más, sino un lugar donde sus actuales usuarios podrán acudir para pasar unas horas alegres. Y de esta manera podrán decir: ¡Vamos al tranvía de Arratia!. Una frase que ha sido repetida miles y miles de veces. Unas palabras que todos o casi todos, hemos pronunciado alguna vez.

Estoy seguro que ustedes se están preguntando: ¿Y donde van a ser llevados?. Bueno, si ese acuerdo del que hablamos se lleva a efecto, uno se instalará en el Bolinchu (La Peña). Va a ser adquirido por el conocido Elicio, para instalar sobre él un merendero público. Una idea simpática, que estamos seguros tendrá una buena acogida.

El otro tranvía será comprado, probablemente, por don José Aguilar, para instalarlo en su jardín de Vildósola.
Inicialmente se preservó el coche Nº 10 pero, poco después fue destruido por una riada. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril

De esta forma el tranvía de Arratia, que en sus comienzos sirvió como medio para trasladar el correo que llegaba de Vitoria, va a convertirse ahora en un recuerdo. Pero un recuerdo viviente. Porque va a continuar de pié para que los ancianos puedan contar a sus nietos las mil historias y anécdotas, las muchas aventuras que han venido ocurriendo desde que en 1902 sus ruedas comenzaron a girar.

En efecto, tal y como señala la crónica, se conservó un tranvía, en concreto el coche Nº 10, que fue instalado como merendero en Arantzazu, pero por poco tiempo ya que meses después, una inundación lo destruyó por completo. Con él desaparecía de forma definitiva el último testimonio del viejo tranvía de Arratia.


2 comentarios:

  1. El 10 de TBDA... ¡Qué recuerdos...!
    Lo conocí en Julio de 1966. Creo recordar que estaba en el Hostal Aránzazu, en Yurre. Un compañero me tomó una foto posando ante el tranvía. Parece que fue pocas semanas después cuando el río se tragó el tranvía.
    Nunca más he vuelto a posar en solitario ante un vehículo; no quiero ser gafe.
    Muchas gracias por la serie.
    Saludos. José Antonio.

    ResponderEliminar
  2. Qué gracia, aparece mi abuela materna Eusebia Oropesa comentando, con lágrimas en los ojos, el fin de esa línea!

    ResponderEliminar