Un puente excepcional
Los tranvías acostumbran a aprovechar las calzadas existentes, con lo que se abarata notablemente su implantación. Sin embargo, la dura orografía de Bizkaia exigió al tranvía de Arratia la realización de diversas variantes de trazado con las que eludir las fuertes rampas de las carreteras que exigieron la construcción de algunas obras de envergadura. De todas ellas, la más destacada, por sus dimensiones y su bella factura, fue el puente levantado en el bilbaíno barrio de La Peña sobre el río Nervión.
Para eludir las duras rampas de la carretera entre Atxuri y Bolueta los promotores del tranvía optaron por cruzar el río a través del puente de San Antón, para continuar por los muelles de Urazurrutia y Barandiaran. Llegados a La Peña, el tranvía debía superar nuevamente el cauce fluvial para alcanzar Bolueta, pero dado que en aquel paraje no había ningún viaducto, no tuvieron otra alternativa que construir su propio puente.
En la época en la que se construyó el tranvía de Arratia lo habitual en este tipo de obras era la utilización de estructuras de sillería o tramos metálicos sobre estribos y pilares de piedra. Sin embargo, la empresa tranviaria optó por emplear en su puente una técnica entonces muy novedosa: el hormigón armado. Su ejecución fue adjudicada, en agosto de 1901, al contratista francés François Hennebique, con la exigencia de que los trabajos deberían iniciarse a las cuarenta y ocho horas de firmar el contrato.
El proyecto del puente de La Peña fue redactado por el ingeniero segoviano Gabriel Rebollo Canales. Bellísimo en su ligereza, estaba formado por cuatro arcos centrales de 35 metros de luz y dos extremos, curvos, de 19,5 metros. Cuando fue construido se convirtió en el mayor viaducto de hormigón armado de toda España.
Durante la Guerra Civil las tropas leales a la República volaron los dos arcos más próximos a La Peña durante su retirada. Pocos meses después ambos fueron reconstruidos según el proyecto original, por lo que el puente pudo continuar prestando sus servicios al tranvía hasta su definitiva clausura en 1964. Posteriormente fue utilizado como pasarela peatonal hasta que las dramáticas inundaciones que asolaron Bizkaia en agosto de 1983 lo destruyeron por completo. En la actualidad, en su viejo emplazamiento se levanta un moderno puente con paso para automóviles y peatones que facilita la conexión con la parada del tranvía de Bilbao que opera Euskotren.
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