martes, 8 de marzo de 2022

EL FERROCARRIL VASCO-NAVARRO (IV)

Las encargadas de estación del ferrocarril Vasco-Navarro Elvira Erostarbe e Isabel Solano posan ante la cámara en la estación de Aberasturi. Fotografía de Ángel Izaguirre. Archivo de Javier Suso San Miguel
 

Las mujeres del Vasco-Navarro

Tradicionalmente, el ferrocarril español ha estado dominado por los hombres. Generalmente, la mujer solo accedía a trabajos que la mentalidad de la época consideraba propios de su sexo, como el de limpiadoras, o a los puestos de trabajo más humildes y escasamente remunerados, como el de guardabarrera, asumido en muchos casos por esposas, hijas o viudas de ferroviarios a cambio de un modesto jornal que, en realidad, era considerado como un complemento del sueldo de su cónyuge o progenitor. Solo la transición iniciada tras la muerte del dictador Franco, que modernizó las estructuras políticas, pero también las económicas y sociales de España, ha permitido revertir paulatinamente ésta abierta discriminación.

Excepción a esta lamentable norma fue el ferrocarril Vasco-Navarro, probablemente el primero en España en contar con mujeres en puestos de cierta relevancia y responsabilidad, como era el de encargadas de estación. Según señala el gran conocedor y estudioso de esta línea, Javier Suso San Miguel, fue el propio director de la Junta de Obras de la línea de Vitoria a Estella, Alejandro Mendizábal, quien decidió contratar para este puesto a varias mujeres.

Según recoge Javier Suso, la hija de Alejandro Mendizábal, Margarita, le comentó que su padre confiaba plenamente en las mujeres para cubrir estos puestos, al considerarlas más responsables y atentas al trabajo que los hombres, lo que podría proporcionar mayor seguridad al servicio ferroviario. Además, al no equipararlas salarialmente con los hombres, ya que su categoría era de encargadas, no jefas de estación, podía reducir los gastos de explotación, algo que obsesionaba al ingeniero abulense, quien precisamente justificó la electrificación de la línea con la ventaja de poder eliminar la figura del fogonero y, en consecuencia, reducir la masa salarial.

El proceso de selección de estas encargadas de estación, según relata Javier Suso, no fue muy ortodoxo. Por ejemplo, un antiguo ferroviario de la Explotación de Ferrocarriles por el Estado y, más tarde, de Feve, Jesús Razquin, le contó que con las obras muy avanzadas, su madre, Mercedes Díaz, esposa de uno de los empleados en la construcción, aprovechó una visita de Alejandro Mendizábal a la estación de Laminoria para solicitarle trabajo en la nueva vía. A su demanda, el ingeniero le preguntó, ¿Qué prefiere ser, guardabarreras o encargada de estación? a lo que ésta contestó ¿en qué se gana más? Ante esta respuesta, Mendizábal le preguntó si sabía leer y escribir, a lo que replicó afirmativamente. Así, en la propia pared del edificio y con un lápiz de carboncillo, le hizo resolver unas cuentas y redactar un texto para, a continuación, otorgarle el puesto.

Al igual que Mercedes Díaz, otras muchas mujeres fueron las máximas responsables de diversas estaciones del Vasco-Navarro durante los cuarenta años de vida de este ferrocarril y, de hecho, su situación fue respetada durante la dictadura franquista. Es el caso de Eufemia Barrio Huidrobo, en la estación de Erentxun, María Leorza, en la de Ullibarri-Jauregi o las hermanas Mercedes y Candida Olejua, responsables de varias de las estaciones de este ferrocarril en territorio alavés.


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