sábado, 22 de enero de 2022

LOS FERROCARRILES SUBURBANOS DE MÁLAGA (I)

 

Placa de matricula de la locomotora número 26 de los Ferrocarriles Suburbanos de Málaga. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

Málaga contó en el pasado con una de las redes de cercanías más completas e interesantes de nuestro país. Promovida por una empresa belga, cuyas vías métricas comunicaron la capital de la provincia con Vélez-Málaga, Ventas de Zafarraya, Coín y Fuengirola, incluso aspiró a comunicarse con puntos tan distantes como Algeciras, Sevilla, Almería y Granada. Lamentablemente, el desarrollismo de los años sesenta y el desprecio con el que se trató al transporte público en beneficio del automóvil, trajo consigo la desaparición de este sistema ferroviario, del que, en la actualidad, únicamente pervive la línea a Fuengirola, radicalmente transformada, incluido su ancho de vía, y operada desde 1975 por Renfe. La conmemoración del 114 aniversario de la apertura de su primer tramo entre Málaga y Torre del Mar el 22 de enero de 1908 es una buena ocasión para recuperar la memoria de los antiguos Ferrocarriles Suburbanos de Málaga.

Inauguración de la primera sección de los Suburbanos de Málaga entre la capital y Torre del Mar. Se aprecia la singular estructura de celosía triangular del puente, diseñada por el ingeniero Juan Manuel Zafra. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

La Compañía de los Ferrocarriles Suburbanos de Málaga

Los orígenes de la red de ferrocarriles suburbanos en el entorno de la capital malagueña se remontan al 4 de septiembre de 1893, día en el que el Ministerio de Fomento otorgó a Agustín Sanz Monfort una concesión para la construcción de una vía férrea entre Málaga y Vélez-Málaga, vía que debería transcurrir prácticamente en paralelo al litoral mediterráneo y que podría convertirse en la primera etapa de un proyecto más ambicioso en dirección a Almería. Sin embargo, como era demasiado común en la época, el promotor de esta iniciativa fue incapaz de materializarla.

El 8 de junio de 1903 una nueva concesión, otorgada por el Ministerio de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas al empresario malagueño Tomás Heredia Grund, autorizaba la construcción y explotación de un ferrocarril de vía métrica que, desde Málaga alcanzaría el barrio de Torre del Mar, en el término municipal de Vélez-Málaga. Por tanto, esta nueva concesión tendría un trazado prácticamente paralelo a la que era propiedad de Agustín Sanz Monfort, en la mayor parte de su recorrido. En este caso, su promotor inicial tampoco hizo mucho más que transferir la concesión, el 12 de enero de 1905, a Ernesto León Sawyer, quién, poco después, en concreto, el 7 de junio, la traspasó a la recién creada Compañía de los Ferrocarriles Suburbanos de Málaga.

Ferrocarriles Suburbanos de Málaga se había constituido en Madrid el 11 de marzo de 1905, con un capital social de cuatro millones de pesetas, suscrito en su mayoría por financieros belgas. Es preciso tener en cuenta la implicación del capital belga en numerosos proyectos ferroviarios y, sobre todo, tranviarios, en  nuestro país a finales del siglo XIX y comienzos del XX, como era el caso de los propios tranvías urbanos de Málaga.

Tren de viajeros de los Ferrocarriles Suburbanos de Málaga. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

Naturalmente, la Compañía de los Ferrocarriles Suburbanos de Málaga no podía correr el riesgo de que la primitiva concesión otorgada en 1893 a Agustín Sanz prosperase, ya que se convertiría en un directo competidor, por lo que, tras las oportunas negociaciones, decidió adquirirlas, operación autorizada por el Ministerio de Fomento el 26 de junio de 1906. Poco después, el 20 de abril de 1907, la empresa belga logró que el gobierno le eximiera de construir el tramo entre Málaga y Torre del Mar de esta última concesión, totalmente paralelo al que había sido autorizado a Tomás Heredia, por lo que únicamente debería realizar la pequeña sección entre Torre del Mar y Vélez-Málaga.

Mientras se sucedían todos estos cambios en titularidad de las concesiones, Ferrocarriles Suburbanos de Málaga había iniciado en el verano de 1905, bajo la dirección del ingeniero Eduardo Fowles, las obras del ferrocarril de Málaga a Torre del Mar. Dos años y medio debieron transcurrir hasta concluir las obras, que quedaron prácticamente terminadas a finales de 1907. En ellas destacaban, por su novedad tecnológica, los elegantes puentes y viaductos con estructuras de celosía de hormigón armado, diseñados por el reputado ingeniero Juan Manuel Zafra Esteban.

Interior de los talleres de mantenimiento de locomotoras de los Ferrocarriles Suburbanos de Málaga. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril


Concluidas las obras, todo estaba preparado para la inauguración del nuevo trayecto, que tuvo lugar, con la solemnidad propia de estas grandes ocasiones, el 22 de enero de 1908. Además de las estaciones extremas de Málaga y Torre del Mar, los treinta kilómetros de la nueva vía disponía también paradas en Palo, Cala del Moral, Rincón de la Victoria, Benagallón, Chilches, Valle Niza y Almayate.

No tardaría mucho más en materializarse la prolongación entre Torre del Mar y el corazón de Vélez Málaga. Los cinco kilómetros de esta sección transcurrían por un entorno sin grandes accidentes orográficos, por lo que el 23 de julio de 1908 se pudo proceder a su apertura al servicio público.

Descarga de mercancías en régimen de gran velocidad del furgón de un tren de los Suburbanos de Málaga. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

Hacia el Oeste

Mientras se construía el ferrocarril de Málaga a Torre del Mar, la compañía de los Ferrocarriles Suburbanos de Málaga también impulsó otra línea de vía métrica, con origen en la capital provincial, pero que en este caso se dirigiría hacia el Oeste y el interior del territorio, ya que su destino final era la localidad de Coín.

Los orígenes de esta línea se remontan al 1 de junio de 1894, cuando el Ministerio de Fomento otorgó la concesión del ferrocarril de Málaga a Coín, y también de otra línea entre la capital provincial y Nerja, a Luis Ruiz Blaser. Como en muchos otros casos, el concesionario no hizo mucho más que especular con su autorización.

Un pequeño tren de los Suburbanos de Málaga espera tomar la salida en la estación de la capital. Se observa en el costado frontal de la locomotora el compresor, ya que esta red utilizaba el freno de aire comprimido, poco común en España en la época de la tracción vapor. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

Fue preciso que transcurrieran más de diez años para que el ferrocarril de Coín a Málaga volviera a ser otorgado en concesión, en este caso a José Nogel Disdier, quien obtuvo este privilegio el 6 de marzo de 1905. Poco después, el 1 de julio, el concesionario transfirió sus derechos a la compañía de los Ferrocarriles Suburbanos de Málaga.

A diferencia de la línea a Torre del Mar, los trabajos de construcción del ferrocarril a Coín se desarrollaron con exasperante lentitud y, de hecho, no adquirieron cierta entidad hasta el inicio del servicio ferroviario hasta Vélez-Málaga. Fue preciso esperar hasta el 17 de septiembre de 1912 para que, tras más de seis años de obras, se abrieran los 31 kilómetros de su primera sección, entre Málaga y Alhaurín el Grande. Poco después, el 7 de febrero de 1913, se inauguraron otros 3 kilómetros, hasta llegar a Vallehermoso, mientras que el 6 de julio de 1913 se culminaron las obras de los dos kilómetros restantes que permitieron la llegada del tren a Coín. Aunque existieron diversos proyectos para enlazar esta línea con Sevilla, a través de Setenil y Morón, estas propuestas nunca llegaron a materializarse.

Un tren de los Suburbanos de Málaga bordea la costa mediterránea en su camino a la capital. Fotografía de Jeremy Wiseman. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

El ferrocarril de Málaga a Fuengirola

Uno de los proyectos más ambiciosos promovidos por los Ferrocarriles Suburbanos de Málaga fue la construcción de una vía férrea hacia Algeciras y Cádiz, cuya concesión fue también otorgada, el 11 de septiembre de 1912, a José Nogel Disdier, el mismo titular del ferrocarril de Málaga a Coín. Sin embargo, esta autorización se regía según los presupuestos de la Ley de Ferrocarriles Secundarios y Estratégicos de 1908, que incluía una garantía al interés del capital invertido en sus obras.

Debido a las diferencias legales de la concesión del ferrocarril a Cádiz respecto a las restantes concesiones de la empresa belga, ésta decidió que las obras y futura explotación del nuevo ferrocarril fuera llevada a cabo por una empresa filial creada con este fin; la Compañía de los Ferrocarriles de Málaga a Algeciras y Cádiz, establecida con un capital social de doce millones de pesetas en acciones, títulos que quedaron en manos de los Suburbanos de Málaga. El 16 de enero de 1913, el Ministerio de Fomento autorizó la transferencia de la concesión a la nueva empresa ferroviaria.

Vista de uno de los elegantes coches de viajeros de los Ferrocarriles Suburbanos de Málaga. Fotografía de Jeremy Wiseman. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

Pese a lo ambicioso del proyecto, sus promotores nunca fueron capaces de reunir los recursos financieros precisos para la materialización de los 256 kilómetros previstos. De hecho, únicamente lograron poner en servicio dos pequeñas secciones, la primera, de cinco kilómetros, desde San Julián, punto de empalme con la línea de Málaga a Coín, hasta Torremolinos, abierta el 22 de enero de 1916, y la segunda, hasta Fuengirola, inaugurada el 28 de mayo de 1918.

Tras llegar el tren a Fuengirola hubo muchos proyectos para reanudar las obras hacia el Oeste y, de hecho, tras renunciar la empresa concesionaria a sus derechos, el 13 de noviembre de 1928, un Decreto autorizó al Ministerio de Fomento la contratación por concurso de las obras de explanación, edificios y vías, así como del material móvil del ferrocarril de Málaga a Algeciras, que previamente había sido incluido en el Plan de Ferrocarriles de Urgente Construcción impulsado por el ministro de la Dictadura, Rafael Benjumea Burín, conde de Guadalhorce. Sin embargo, nunca se llegó a emprender obra alguna y el proyecto quedó definitivamente abandonado con la caída del Régimen de Primo de Rivera. En definitiva, solamente se puso en servicio una décima parte del proyecto inicial, cuya operación fue asumida por los propios Ferrocarriles Suburbanos de Málaga.



 

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