martes, 24 de septiembre de 2013

EL FERROCARRIL DE BILBAO A PORTUGALETE CUMPLE 125 AÑOS

Tren inaugural del ferrocarril de Bilbao a Portugalete en esta última villa. En los primeros meses se empleó una estación provisional hasta la conclusión de las obras de la terminal definitiva en La Canilla. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril

Ayer, 24 de septiembre, se conmemoraba el 125 aniversario de la que sin duda es la línea más singular de la red de Adif: el pequeño ferrocarril de Bilbao a Portugalete. A su gran actividad, tanto en el transporte de viajeros de cercanías como en el de mercancías procedentes de la Acería Compacta de Bizkaia o del puerto de Bilbao, se unen aspectos como el haber sido, junto a su vecino ramal de Triano, la última línea operada bajo la tensión de 1.500 voltios en corriente continua en la vía ancha de nuestro país, la utilización de las máquinas expendedoras de billetes tipo Rolly y, sobre todo, el hecho de ser la única en emplear andenes elevados, lo que sin duda facilita el acceso de los viajeros y reduce el tiempo de parada en las estaciones.
La línea de Bilbao a Portugalete fue el último refugio del material de Renfe alimentado a 1.500 voltios, como es el caso de la serie 441, inicialmente adquirida por Feve para el suburbano de Aluche a Móstoles. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi

Los primeros proyectos para la construcción de un ferrocarril a lo largo de la margen izquierda de la ría del Nervión se remontan a la propia construcción del ferrocarril de Tudela a Bilbao. Su ingeniero jefe, el reputado ingeniero británico Charles Vignoles planteó su realización para facilitar el acceso de las mercancías a un futuro puerto exterior. Lamentablemente, las dificultades económicas que atravesó esta compañía a lo largo de su breve existencia impidieron la materialización del proyecto.
Uno de los puntos más singulares del ferrocarril de Bilbao a Portugalete era el cruce a nivel con las vías del ferrocarril de La Robla en Luchana-Baracaldo. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi

En más de una ocasión hemos comentado la trascendencia del fracaso económico del Tudela-Bilbao para explicar el posterior desarrollo de los ferrocarriles de vía estrecha en Bizkaia y toda la cornisa cantábrica tras el éxito de la primera experiencia de esta clase, el tren de Bilbao a Durango, inaugurado en 1882. En este sentido, la línea de Bilbao a Portugalete se convirtió en la única realizada en la región en el ancho normal español.
Primitiva estación de Bilbao-La Naja, origen del ferrocarril de Bilbao a Portugalete. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril

La concesión para la construcción del ferrocarril de Bilbao a Portugalete fue otorgada, el 15 de junio de 1881, al empresario vizcaíno Federico Solaegui, político de ideología republicana y fundador el 20 de abril de 1890 en Bilbao de la empresa carbonífera Hulleras de Turón, en compañía de uno de los principales impulsores de ferrocarriles en el territorio, el ingeniero  Pablo de Alzola Minondo, con quien también colaboró en el tren de vía estrecha de Amorebieta a Gernika.
Estación de La Canilla, término original del ferrocarril de Bilbao a Portugalete. Archivo del Museo Vasco de Bilbao

El 13 de junio de 1884 el Ministerio de Fomento autorizó la transferencia de esta concesión de la que era titular Federico Solaegui a la recién constituida Compañía del ferrocarril de Bilbao a Portugalete, empresa que de inmediato impulsó las obras de la nueva vía. Pese a la escasa longitud del trayecto, la construcción de la traza debió afrontar diferentes dificultades, tanto como consecuencia de la irregular orografía de la zona como, sobre todo, por el complejo proceso que exigió la compra y expropiación de los diferentes terrenos a ocupar. Finalmente, la inauguración de la línea se realizó en dos fases, la primera entre Bilbao y Barakaldo, abierta al servicio el 19 de marzo de 1888, mientras que la sección final hasta Portugalete inició su andadura el 24 de septiembre del mismo año.
Tren fotografiado en el ramal de Olaveaga a Cantalojas. Fotografía de Jeremy Wiseman

En un principio, el enlace entre la línea de Bilbao a Portugalete y la de Tudela a Bilbao se estableció mediante el aprovechamiento de la dura rampa construida en 1863 por esta última compañía para facilitar el acceso de sus vagones a los muelles de Ripa en Bilbao, situados junto a la estación cabecera de la línea de Portugalete, emplazada en los vecinos muelles de La Naja. Dadas las evidentes limitaciones al tráfico de mercancías de este enlace, el 14 de marzo de 1890 el gobierno otorgó a la Compañía del ferrocarril de Bilbao a Portugalete la concesión para la construcción del ramal de Olaveaga a Cantalojas, con el que se estableció una conexión alternativa por el sur de la ciudad con un trazado sin las limitaciones del anterior. En un principio, esta línea solamente se utilizaba en el servicio de mercancías, tanto en el trafico combinado entre ambas líneas, como para atender la producción de diversas minas de hierro del entorno, cuya producción se descargaba mediante un espectacular cargadero construido en Olaveaga. Poco después también se construyeron en las proximidades los talleres para el mantenimiento del material móvil de la compañía.
Cargadero de Olaveaga. Fotografía de Fernando Fernández Sanz

Desde sus inicios, la vida del ferrocarril de Bilbao a Portugalete fue muy activa, tanto en el transporte de viajeros como en el de mercancías, al atender con sus vías algunas de las empresas más importantes de Bizkaia, como es el caso de Altos Hornos de Vizcaya, Talleres de Zorroza y los astilleros del Nervión, de la SEC Naval o los de Euskalduna. Así, pese a la competencia que ofrecía el tranvía de Bilbao a Santurce, electrificado en 1896, la empresa ferroviaria no dudó en modernizar sus servicios, con el establecimiento progresivo de la doble vía, operación que quedó prácticamente concluida en 1928.
Estación de Peñota, establecida en la prolongación de Portugalete a Santurtzi. Archivo de la Autoridad Portuaria de Bilbao

Dos años antes se inauguró la prolongación de la línea desde Portugalete hasta Santurtzi, donde sus vías conectaban con el nuevo puerto exterior de Bilbao. La génesis de esta ampliación fue bastante compleja ya que la primera concesión para su realización fue otorgada por el Ministerio de Fomento, el 10 de enero de 1902 a la compañía del ferrocarril de Bilbao a Portugalete. Sin embargo, la construcción de este tramo se vio dificultada por diferentes problemas técnicos y administrativos hasta que la empresa ferroviaria cedió la concesión a la Junta de Obras del Puerto de Bilbao. El proyecto definitivo fue aprobado por el gobierno el 22 de abril de 1919 pero todavía fue preciso esperar hasta el 21 de diciembre de 1926 para su definitiva inauguración. En todo caso, su explotación corrió a cargo de la Compañía del ferrocarril de Bilbao a Portugalete mediante el oportuno convenio con la Junta de Obras del Puerto.
Bifurcación del nuevo ramal a Santurtzi en La Canilla. Hasta 1975 la prolongación a Santurtzi se explotó en vía única. Archivo de la Autoridad Portuaria de Bilbao

Otro cambio de gran importancia experimentado en los años veinte fue el de la compra de las acciones de la Compañía del ferrocarril de Bilbao a Portugalete por parte de la Compañía del Norte. Sin embargo, el nuevo propietario no integró formalmente la línea en su red sino que optó por mantener su personalidad jurídica independiente. Además, impulsó la sustitución de la tracción vapor por la eléctrica, a la tensión de 1.500 voltios en corriente continua, la misma que estaba utilizando la Compañía del Norte en sus nuevas electrificaciones en Gipuzkoa y Catalunya, operación que quedó concluida el 8 de diciembre de 1935. Al mismo tiempo, Norte decidió modificar el sentido de circulación, que en principio se verificaba por la derecha, para hacerlo por la izquierda, como en el resto de su red.
Obras de electrificación del ramal a los muelles de Zorroza. Archivo de la Autoridad Portuaria de Bilbao

En 1941, al igual que todos los demás ferrocarriles de vía ancha de nuestro país, el de Bilbao a Portugalete fue incautado por el Estado e integrado en el nuevo operador público Renfe. La empresa estatal realizó diversas obras de mejora, entre las que destaca la sustitución de la tensión de alimentación original por los 3.000 voltios en corriente continua implantados en el resto de la red convencional en aquel momento. La operación se verificó el 16 de marzo de 1991 y supuso la retirada de las últimas unidades alimentadas a 1500 voltios de Renfe y su sustitución por las entonces modernas 446. Sin embargo, la principal actuación realizada en los últimos años fue la eliminación del trazado original de acceso a Bilbao, desde Olaveaga a Bilbao-La Naja, sustituida por la adaptación del antiguo ramal de mercancías de Olaveaga a Cantalojas para el servicio de viajeros.
Tren de mercancías fotografiado a su paso por la estación de Luchana-Baracaldo. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi


La adaptación del ramal de Olaveaga a Cantalojas exigió una profunda modernización de este trazado que incluía la construcción de nuevas estaciones para servicio de viajeros en Zabalburu, Ametzola, Autonomía y San Mamés. Esta actuación, denominada “Variante Sur” entró en servicio el 3 de marzo de 1999 y, desde dicha fecha, la estación de Bilbao-Abando se convirtió en la nueva cabecera de la línea.
Unidad de la serie 446 fotografíada en los últimos días de servicio de la primitiva estación de La Naja. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi

4 comentarios:

  1. Muy buena entrada, me encanta esa línea a pesar de que ahora ha perdido un poco ese encanto de cuando iba tan cerca de la ría, pero bueno, Bilbao ha mejorado, ahora, se respira otro aire sin industria. Esta afición que compartimos autor y lector del blog empezó, en mi caso en la última foto. No sé si te acordarás, Juanjo, de cuando las 446 hacían las maniobras en el pasavías de La Naja, ahí fuera.

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  2. Muy buen artículo. ¿Hay alguna documentación del antiguo túnel de enlace entre el muelle de Ripa y la linea Bilbao-Tudela?

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  3. No hubo túnel. Las vías bajaban por la actual calle Bailén, hasta el muelle de Ripa.

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  4. La foto 2 se corresponde con el modelo que llamábamos "el Automático", pues fue el primero de la línea cuyas puertas se cerraban sin fuerza motriz humana y que, por tanto, no permitían subir ni bajar en marcha, como muchos osados hacían todos los días. Nos parecía un lujo, en comparación con los duros y sufridos "Grises".

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