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viernes, 3 de abril de 2020

DE BILBAO A LEZAMA, 125 AÑOS SOBRE CARRILES (Y III)


Imagen del tranvía en su ascenso a Begoña. Fotografía de Jeremy Wiseman

El tranvía a Begoña

La construcción del nuevo túnel de Artxanda supuso desviar el trazado del ferrocarril de Lezama, de modo que quedó desatendida la antigua estación de Begoña, en aquella época un municipio independiente de Bilbao, pero con un notable núcleo de población y una importante actividad comercial, agrícola e industrial.

Para que la populosa república de Begoña no quedara aislada, la Compañía del Ferrocarril de Bilbao a Lezama estudió la posible implantación de una nueva alternativa ferroviaria de montaña: un tren de cremallera. La iniciativa, propuesta en 1905, consistía en un nuevo trazado que partiría desde la propia estación de Bilbao-Calzadas para ascender, bordeando los antiguos viñedos de txakolí sobre los que en la actualidad se asienta el barrio de La Cruz hasta las Calzadas de Mallona. Desde este punto, la vía seguía la histórica calzada hasta llegar a la explanada de la basílica de Begoña, donde concluía su breve y vertiginoso recorrido de tan solo 657,91 metros, junto a la fuente del León.

El proyecto, redactado por el Ingeniero Julián Soriano, preveía la explotación con tracción eléctrica, mediante automotores de dos ejes y sus respetivos remolques, así como el uso de la cremallera sistema Abt. El diseño de los vehículos era similar al de los tranvías eléctricos y, de hecho, la propuesta tenía muchos aspectos en común con el único tranvía eléctrico de este tipo que ha existido en España; el que facilitaba el acceso a la Alhambra de Granada, inaugurado pocos años después, en concreto, el 22 de diciembre de 1907.
Plano del enlace del tranvía de Begoña con la red de tranvías urbanos de Bilbao. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

Finalmente, este tranvía de cremallera de Bilbao a Begoña no llegó a materializarse. La tracción eléctrica había adquirido el suficiente desarrollo tecnológico como para garantizar la subida y bajada de los vehículos por el antiguo trazado ferroviario a Lezama. En consecuencia, la compañía ferroviaria optó por aprovechar la abandonada explanación hasta el viejo cementerio de Begoña para, tras rodearlo, dirigirse hasta la fuente del León. Esta opción simplificaba sobremanera la implantación de la vía, al no tener que expropiar terrenos y, además, facilitaba la conexión con los tranvías urbanos de Bilbao. De hecho, aunque la nueva línea fue construida por la Compañía del ferrocarril de Bilbao a Lezama, esta sociedad acordó con los gestores de los tranvías de la ciudad, la Compañía Vizcaína de Electricidad, filial, a su vez, de la firma belga Tramways et Eléctricité, el arriendo de su explotación.

La transformación del viejo trazado en tranvía eléctrico fue autorizada por el Ministerio de Fomento mediante una Real Orden promulgada el 17 de enero de 1912. Las obras de adaptación se desarrollaron con rapidez, ya que la nueva línea de tranvías fue inaugurada el 30 de octubre del mismo año. La longitud total del trayecto era de 1.838,10 metros, de los que 1.233,88 correspondían a la antigua traza ferroviaria, otros 337,72 a la prolongación desde las inmediaciones de la antigua estación de Begoña hasta la fuente del León y los restantes 266,5 a la vía de enlace con la red del tranvía urbano en la plaza del Instituto, actual plaza Unamuno.
Llegada del tranvía a Begoña. Fondo Albert González Masip. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

En lugar de explotar aisladamente esta línea, Tramways et Electricité optó por integrarla con la que se dirigía hasta el final de la Gran Vía. De este modo, durante muchos años este itinerario fue conocido como la línea Nº 11 «Misericordia-Begoña», hasta su definitiva clausura el 1 de junio de 1955. Aunque se llegó a redactar un proyecto para su conversión en trolebús, éste nunca llegó a realizarse.

 



 

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