Vista de la estación de Balmaseda en los primeros
años de servicio del ferrocarril del Cadagua. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del
Ferrocarril
Hoy, 5 de
diciembre de 2015 se conmemora el 125 aniversario de la apertura al público de una de
las líneas más antiguas de la actual red de vía métrica de Adif, el Ferrocarril
del Cadagua que, desde dicha fecha, enlazaba el bilbaíno barrio de Zorroza con
la capital de las Encartaciones; Balmaseda. Esta efeméride nos sirve de excusa
para echar una rápida mirada a la historia de este pequeño ferrocarril vizcaíno.
La locomotora de vapor Valmaseda inauguró el
ferrocarril del Cadagua. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Balmaseda fue, en el pasado, una de las principales puertas
de acceso a Bizkaia para las famosas lanas castellanas, en su camino a la
exportación a través del puerto de Bilbao. Por ello, no es de extrañar que uno
de los primeros proyectos ferroviarios de nuestro país, propuesto en la
temprana fecha de 1832, plantease establecer un camino de hierro en este
trayecto. La iniciativa se incluyó en el denominado “Plan de Iguala” impulsado
por Pedro Novia Salcedo pero el inicio, un año más tarde, de la Primera Guerra
Carlista, impidió su construcción. En consecuencia, la capital de las
Encartaciones quedó, durante años, al margen de la nueva red de transportes que
se tejió en la región a partir de 1858.
El primer paso para la definitiva materialización de
una vía férrea entre Bilbao y la capital de las Encartaciones tuvo lugar el 8
de Noviembre de 1888, cuando una Real Orden otorgó al empresario vizcaíno Ramón
Bergé y Guardamino la concesión para la construcción de un ferrocarril de vía
métrica desde Zorroza, barrio situado en la periferia de Bilbao donde se estableció
el enlace con el ferrocarril de vía ancha de Bilbao-Portugalete, y Balmaseda.
Poco después, el concesionario transfirió sus derechos a la Compañía del
ferrocarril del Cadagua, nombre adoptado por la empresa al transcurrir todo el
trazado por el valle de este río, uno de los principales afluentes del Nervión.
La sociedad, constituida el 2 de julio de 1888 bajo la presidencia de Víctor
Chávarri, uno de los más destacados empresarios de la época en Bizkaia, emprendió
de inmediato las obras, facilitadas por una orografía no excesivamente
exigente, lo que agilizó su construcción, al no exigir grandes infraestructuras, salvo
los cuatro puentes metálicos con los que cruza el curso del Cadagua en
Castrejana, Aranguren, Güeñes y La Herrera, así como dos túneles de escasa longitud
en Castrejana y Bolumburu.
Una locomotora de vapor del Santander-Bilbao
maniobra en Balmaseda. Fotografía de Ferrán Llauradó. Archivo EuskoTren/Museo
Vasco del Ferrocarril
Una
inauguración provisional
Las obras de construcción de los poco más de 27 kilómetros del
nuevo ferrocarril se desarrollaron con rapidez, lo que permitió que el 26 de
agosto de 1890 se procediera a su inauguración provisional, aprovechando una
visita al Señorío del expresidente del Gobierno y jefe del partido Liberal,
Práxedes Mateo Sagasta. Es preciso tener en cuenta que, en aquel momento, el
presidente del ferrocarril, Víctor Chávarri, era conmilitón del conocido político
riojano y, por tanto, estaba interesado en dar a su visita el mayor boato
posible. De hecho, las obras todavía no estaban completadas, por lo que fue
preciso esperar más de tres meses para que, finalmente, el 5 de diciembre del
mismo año se pudiera iniciar la explotación comercial del servicio de viajeros
y mercancías en todo el trayecto. Además de las terminales situadas en los
extremos de la línea, Zorroza y Balmaseda, las principales estaciones de la
línea eran las de Sodupe y Zalla.
La puesta en servicio del ferrocarril del Cadagua
pronto incentivó el desarrollo industrial de la comarca atravesada por sus
vías, con la creación de nuevas industrias como la famosa fábrica de boinas La
Encartada, inaugurada en 1892 y hoy convertida en un interesante museo. Además,
a partir del 11 de agosto de 1894, la línea experimentó un notable incremento
del tráfico, sobre todo de mercancías, tras a apertura de las últimas secciones
del Ferrocarril Hullero de La Robla a Valmaseda, cuyos trenes de carbón
continuaban su viaje desde las minas del norte leonés y palentino por las vías
del Cadagua hasta alcanzar los principales centros de demanda de este
combustible en el entorno de Bilbao. Esta situación se mantendría hasta 1902,
cuando Robla construyó su propio ramal hasta la ría deBarakaldo).
Estación de Balmaseda en 1965. Fotografía de Ferrán
Llauradó. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
La Compañía de
los Ferrocarriles de Santander a Bilbao
La inauguración del ferrocarril del Cadagua fue
únicamente el primer paso de un proyecto de Víctor Chávarri mucho más ambicioso:
la conexión ferroviaria entre Bilbao y Santander.
En realidad, a principios de la última década del
siglo XIX todo parecía indicar que la conexión entre las dos capitales cantábricas
se realizaría en vía de ancho normal y por la costa. De hecho, desde 1890 era
posible viajar en esta clase de trenes en los 22 kilómetros
iniciales desde Bilbao, a través del ferrocarril de Bilbao a Portugalete y el
de Triano. Lo mismo sucedía en la otra vertiente, gracias a la inauguración,
el 3 de marzo de 1892, de los 16 kilómetros del ferrocarril de Santander a
Solares. Además, los promotores de esta última línea ya habían logrado la
concesión para prolongar sus vías hasta Santoña, mientras que la concesión del
ferrocarril de San Julián de Musques a Castro y Traslaviña contemplaba el
posible uso de la vía ancha. Por tanto, solamente faltaban por definir los 35 kilómetros que
separaban Castro de Santoña.
Tren de viajeros a Balmaseda, fotografiado en las
cercanías de Bilbao. Fotografía de John Blyth. Archivo EuskoTren/Museo Vasco
del Ferrocarril
Sin embargo, en pocos meses la situación cambió
radicalmente, tras tomar el grupo empresarial de Víctor Chávarri el control del
ferrocarril de Santander a Solares. Poco después, solicitaron al gobierno la
concesión para la construcción de un ferrocarril de vía métrica entre Zalla
(una de las estaciones del ferrocarril del Cadagua) y Solares, que fue otorgada
el 14 de julio de 1893 al ingeniero Valentín Gorbeña, que actuaba como gerente
de la Sociedad del Ferrocarril de Zalla a Solares. Un año más tarde, el 7 de
julio de 1894, la nueva empresa se fusionó con la del Cadagua y la del tren de
Solares, constituyendo la Compañía de los Ferrocarriles de Santander a Bilbao.
La construcción de la línea de enlace entre los
ferrocarriles del Cadagua y de Solares se desarrolló con rapidez, de modo que,
el 6 de junio de 1896 ya era posible viajar en tren desde Bilbao hasta
Santander. Sin embargo, la circulación de viajeros y mercancías se veía
entorpecida por la necesidad de realizar dos trasbordos ya que, tanto entre
Santander y Solares como entre Zorroza y Bilbao la vía existente tenía el ancho
normal en la mayoría de los ferrocarriles españoles, es decir, seis pies
castellanos o, en el sistema métrico decimal, 1.672 milímetros .
Por el contrario, el tramo central, desde Orejo (punto situado en las
proximidades de Solares en el que definitivamente se verificó el enlace) hasta
Zorroza, era de vía estrecha, con un metro de separación entre las caras
internas de los carriles. Además, el tramo entre Zorroza y Bilbao era propiedad
de una empresa ajena al grupo del Santander-Bilbao: la Compañía del Ferrocarril
de Bilbao a Portugalete.
Locomotora Gama, del Santander-Bilbao, fotografiada
en el bilbaíno depósito de La Casilla. Fotografía de L.G. Marshall. Archivo
EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
La primera medida adoptada por la Compañía de los
Ferrocarriles de Santander a Bilbao para solucionar este problema fue la de
proceder al estrechamiento de la vía entre Santander y Solares, espectacular
operación que se llevó a cabo la noche del 19 al 20 de Junio de 1896. A partir de esta
fecha fue posible establecer trenes directos entre la capital cántabra y la
estación de Zorroza, limitando los trasbordos al pequeño tramo, de poco más de cuatro
kilómetros, hasta el corazón de la capital vizcaína.
En principio, se llegó a valorar establecer un
tercer carril en las vías del ferrocarril de Bilbao a Portugalete pero además
de los inconvenientes técnicos que ofrecía esta fórmula, el hecho de que la
empresa concesionaria de este ferrocarril perteneciese a un grupo empresarial
ajeno animó al Santander-Bilbao a estudiar la construcción de un trazado
propio. Con este propósito, el ingeniero Valentín
Gorbeña obtuvo el 21 de diciembre de 1894 una concesión para la construcción de
un nuevo ferrocarril de vía estrecha, con origen en Zorroza, que permitiría crear una nueva
terminal en unos terrenos situados entre las estaciones de la línea de
Portugalete en La Naja y de la línea de Tudela en Abando.
Tren de largo recorrido de Santander a Bilbao en
las proximidades de la capital vizcaína. Fotografía de John Blyth. Archivo
EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
No fue sencillo construir este pequeño trayecto de
poco más de cinco kilómetros de longitud, ya que entre Zorroza y Basurto debía
ir encajonado en el estrecho corredor que conforma la ría del Nervión, que ya
estaba ocupado por la carretera y el ferrocarril de Portugalete. Por otra
parte, poco después de superar este punto era preciso perforar un gran túnel
que permitiera a los trenes acceder hasta la
nueva estación de La Concordia, situada en pleno centro de Bilbao y cuyo soberbio
edificio fue diseñado por el propio Valentín Gorbeña en colaboración con el
arquitecto Severiano Achúcarro. Además, ante la falta de espacio en la nueva
terminal, la estación de mercancías se estableció en La Casilla, punto donde
también se implantaron las dependencias necesarias para el mantenimiento de las
locomotoras y el material remolcado.
La
apertura al servicio de la nueva línea entre las estaciones de Zorroza y La
Concordia tuvo lugar el 21 de julio de 1898, aunque el acontecimiento pasó
prácticamente desapercibido ya que la empresa prefirió no organizar los
festejos propios de una inauguración de esta envergadura ante las difíciles
circunstancias que atravesaba en aquel momento el país. En efecto, tan solo
cuatro días antes se habían rendido las últimas tropas españolas en Cuba, poco
después de que la escuadra fuera aniquilada por la moderna marina
norteamericana en la batalla de Santiago.
Locomotora “Víctor Chávarri” la primera “mikado”
española, fotografiada en la estación de Aranguren. Archivo EuskoTren/Museo
Vasco del Ferrocarril
Impactante,desde luego,el interminable sinfin de "ramificaciones",por asi decir,a modo de datos historicos referentes a esta linea de tan bello paisaje,y que conto,como era habitual a traves de sus epocas,con tal febril actividad.Me ha sorprendido sobremanera el dato de ese ancho de via de 1,672 de origen en los tramos Santander-Solares y Zorroza-Bilbao,siempre pense que habia sido en toda su historia de via metrica!,claro que tuvo que ser espectacular el operativo llevado a cabo esa noche para modificarlo al ancho metrico,y ese pequeño tramo,desde luego tan dificultoso tambien de llevar a cabo ya cercano a la capital Vizcaina...Impagables esas imagenes,con las locomotoras de vapor en plena actividad...
ResponderEliminarCon información sobre un tramo retrochado de vía ancha a métrica, que me ha resultado fascinante...
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