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jueves, 14 de noviembre de 2024

LA VÍA ESTRECHA EN CARTAGENA CUMPLE SU SESQUICENTENARIO (y IV)

 

La fachada de la estación de vía estrecha de Cartagena apenas delata que en su interior se encuentra una activa terminal ferroviaria. Fotografía de Juanjo Olaizola

UNA ESTACIÓN CAMUFLADA

Por lo general, las estaciones ferroviarias, y sobre todo si se trata de terminales en ciudades de cierta entidad, suelen contar con edificios de relevancia con los que la empresa ferroviaria resalta su presencia y atrae a los viajeros s sus servicios. Este no, es, desde luego, el caso de la estación terminal del ferrocarril de Los Nietos en Cartagena.

Si en algo destaca la estación de Cartagena es, precisamente, en que no llama la atención en absoluto. A diferencia de la terminal de la línea de vía ancha procedente de Murcia, que cuenta con una magnífica fachada de estilo neoclásico con elementos modernistas, con la que destaca en el paisaje como imponente remate de la avenida de Las Américas, la del tren de vía estrecha a Los Nietos, situada en las proximidades de la anterior, en la esquina que conforman las calles Orán y Trovero Marín, pasa prácticamente desapercibida, ya que en su exterior apenas se diferencia de cualquier otro edificio de viviendas de la zona.

El edificio de la estación de Cartagena, como se aprecia en la fotografía, apenas desvela en su fachada exterior lo que alberga en su interior. Solo un par de rótulos y un reloj pueden hacer pensar que se trata de una terminal ferroviaria y no un edificio de viviendas. De hecho, tres de sus plantas lo son, ya que sirven como residencia de varios ferroviarios y sus familias. Ciertamente, la cosa cambia cuando, por lo que a simple vista parece un portal, se accede a su interior donde, tras pasar por las correspondientes máquinas validadoras de títulos de transporte se alcanza lo que podría ser un patio de vecindad, pero que, en realidad, alberga una pequeña estación con dos vías y tres andenes, dos laterales y uno central. El conjunto está cubierto con una marquesina metálica que cobija a los viajeros de la lluvia y, sobre todo, da sombra en los muchos días soleados del año.

Feve levantó la actual terminal de la línea a Los Nietos en Cartagena en el año 1972 y aprovechó la operación para trasladar a sus inmediaciones los antiguos talleres de mantenimiento de material motor y remolcado de este pequeño ferrocarril, situados a kilómetro y medio de distancia en Santa Lucía. Años más tarde, en 1995, se construyó junto a estas dependencias la estación de autobuses de la ciudad, lo que, desde entonces, facilita las conexiones intermodales y la movilidad sostenible en la comarca.


jueves, 7 de noviembre de 2024

LA VÍA ESTRECHA EN CARTAGENA CUMPLE SU SESQUICENTENARIO (III)

 

Fotografía de fábrica de los tractores Sentinel de la serie 20 a 23 del ferrocarril de Cartagena a Los Blancos. Se observa su singular configuración, con la caldera vertical, apenas perceptible, a la izquierda; la cabina de conducción en el centro, y los depósitos de agua y carbón a la derecha. También se aprecian las cadenas que transmiten el movimiento del eje motor central al delantero. Archivo de Jordi Ibáñez

UNAS EXTRAÑAS LOCOMOTORAS

En sus últimos años de actividad, The Carthagena & Herrerías Steam Tramways intentó modernizar la tracción de sus servicios ferroviarios con la incorporación de las que, probablemente, hayan sido las locomotoras de vapor más raras que hayan circulado en los ferrocarriles españoles. Se trataba de cuatro tractores construidos en 1930 por la firma británica Sentinel Waggon Works Limited de Sherewsbury, especializada en la construcción de motores de vapor compactos con los que equipaba para el sector ferroviario automotores y locomotoras, pero que también se emplearon con profusión en camiones y otros vehículos de carretera.

Ciertamente, resulta llamativo que en plena crisis financiera, que un año más tarde desembocó en la quiebra de The Carthagena & Herrerías Steam Tramways, se adquiriesen ni más ni menos que cuatro nuevas locomotoras y, además, de un concepto tan innovador. De hecho, apenas había experiencia en España con esta clase de motores compactos de vapor y, por ejemplo, únicamente había en toda la red de ancho español un automotor de estas características, que en esas fechas había suministrado la propia Sentinel al ferrocarril de Zafra a Huelva.

España apenas ha contado con experiencia en vehículos ferroviarios de vapor con caldera vertical, motores compactos y transmisiones mediante engranajes. En la red de vía ancha, el único ejemplo ha sido el automotor de vapor del ferrocarril de Zafra a Huelva, en la actualidad conservado en el museo del ferrocarril de Venta de Baños. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

A diferencia de las locomotoras de vapor convencionales, que disponen de una gran caldera tubular horizontal y dos cilindros, también horizontales que accionan directamente, mediante bielas, un eje motor que, a su vez, trasmite su movimiento, también con bielas, a las restantes ruedas acopladas, la configuración de las locomotoras Sentinel de Cartagena, matriculadas en la serie 20 a 23, presentaban una configuración radicalmente distinta. La caldera, muy compacta, se ubicaba en posición vertical, junto a la cabina de conducción, de la que apenas se distinguía desde el exterior. Junto a ella, un pequeño motor de dos cilindros con un diámetro interior de tan solo 170 milímetros, muy inferior al de las locomotoras de menor tamaño de la línea, las asignadas a las maniobras, que era de 305 milímetros. Lo mismo sucedía con su carrera, de 220 milímetros, frente a los 432 de las de maniobra. Pese a su reducido tamaño, gracias a sus elevadas revoluciones, podía generar 200 caballos de potencia.

Mientras que en las locomotoras de vapor convencionales el movimiento del motor se transmite directamente al eje motor mediante bielas, en el caso de los tractores Sentinel del tren de Cartagena a Los Blancos, lo hacían mediante una cadena de engranajes. Las máquinas eran de tres ejes, siendo el central el que recibía la fuerza del motor y lo transmitía a los aledaños mediante cadenas, en posición interior entre éste y el situado bajo la caldera, y exterior el que impulsaba el emplazado en el otro extremo, bajo el depósito de agua y carbón de la máquina.

Durante años, las singulares locomotoras de vapor Sentinel permanecieron apartadas en una vía muerta hasta su definitivo desguace a mediados de los años sesenta del pasado siglo, sin que nunca llegaran a prestar servicio. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

Tras su llegada a Cartagena, no parece que los curiosos tractores de vapor Sentinel dieran buen resultado. De hecho, según señala el citado libro Los trenes mineros de Cartagena, Mazarrón y Morata el antiguo gerente de la línea, Juan Vidal Rosique, refirió a los autores que pensaba que nunca habían llegado a prestar servicio comercial. Es posible que el fracaso de esta notable inversión precipitase la propia ruina de la empresa concesionaria del ferrocarril de Cartagena a Los Blancos. Sea como fuere, durante años permanecieron apartados en una vía muerta hasta su definitivo desguace a mediados de los años sesenta del pasado siglo.