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martes, 22 de septiembre de 2020

160 AÑOS DE FERROCARRIL EN NAVARRA (II)

 

Jacobo González-Arnao diseñó el ferrocarril de Pamplona a Irurtzun y su posterior prolongación a Alegia (Gipuzkoa). Vista del viaducto de Oskia, cerca de Irurtzun. Fotografía de Jean Laurent. Ministerio de Cultura

JACOBO GONZÁLEZ-ARNAO ELEJALDE

Entre los muchos artífices del primer ferrocarril navarro cabe destacar al ingeniero de caminos Jacobo González Arnao Elejalde, quien participó en la redacción de sus proyectos, en la dirección de las primeras obras y, también, en el estudio de la conexión directa entre Pamplona y Alegia.

Hijo de uno de los juristas españoles más reputados de la primera mitad del siglo XIX, Vicente González-Arnao, Jacobo nació el 30 de diciembre de 1815 en París, ciudad en la que su familia se había refugiado al huir de España, perseguidos por haber participado activamente en el gobierno de José Bonaparte. En consecuencia, Jacobo realizó sus primeros estudios en la capital francesa, en la que permaneció hasta los quince años de edad.

En 1830 la familia González-Arnao pudo finalmente regresar a España, estableciendo su residencia en Madrid. Poco después, en 1834, Jacobo ingresó en la Escuela del Cuerpo de ingenieros, creada ese mismo año por el ingeniero José Agustín de Larramendi, formando por tanto parte de la primera promoción de ingenieros de nuestro país. Finalizados sus estudios en 1837, ingresó en el Cuerpo de Ingenieros del Estado como aspirante segundo.

En 1839 fue nombrado Ayudante segundo, cargo que desarrolló en los distritos de Granada, Madrid y Guadalajara, así como en el Ministerio de Gobernación. Gracias a su acertado trabajo en estos puestos se hizo acreedor de la Cruz de Carlos III. Más tarde, en 1853, fue nombrado Jefe del Distrito de Zaragoza, en una época en la que se iniciaba el desarrollo ferroviario de nuestro país, proceso en el que la capital aragonesa jugaría un papel clave como punto de conexión entre la gran línea que debía comunicar Madrid con Barcelona y la que debía enlazar el Mediterráneo con Euskadi y Navarra.

En plena efervescencia ferroviaria, Jacobo González-Arnao fue nombrado en 1854 Jefe de la Comisión de Estudios de los ferrocarriles de Zaragoza a Almansa y de Pamplona al Bidasoa por el puerto de Zaspiturrieta. Una vez más, su brillante trabajo le hizo merecedor de una nueva distinción gubernamental, en este caso, el nombramiento de Comendador de Isabel la Católica.

También desde el distrito de Zaragoza, González-Arnao participó en la redacción de los primeros estudios del ferrocarril transpirenaico de Canfranc. De este modo, aprovechó su cada día mayor proyección pública para presentarse como candidato al Congreso de los Diputados por el distrito electoral de la capital aragonesa, puesto que alcanzó en las elecciones de 1864 y revalidó en las de 1867.

Con el transcurso del tiempo, Jacobo González-Arnao fue escalando puestos en el escalafón del Cuerpo de Ingenieros, hasta alcanzar el de Inspector General de Primera Clase. El 10 de marzo de 1881 fue nombrado Presidente de la Junta Consultiva de Caminos, Canales y Puertos, y un año más tarde, Presidente de la Comisión de Faros. A lo largo de su vida, su identificación con el Cuerpo de Ingenieros fue plena, sintiendo por él, tal y como señaló su colega Manuel Estibaus, un “cariño y entusiasmo que podía calificarse de idolatría, pues aun enfermo y debilitado en los últimos días de su vida, siempre preguntaba con verdadero interés por todo aquello que pudiera redundar en beneficio de sus compañeros de profesión”.

Jacobo González-Arnao también colaboró con diversas publicaciones especializadas, sobre todo la Revista de Obras Públicas, con artículos sobre los ferrocarriles de montaña sistema Fell o sobre la construcción de ferrocarriles económicos. Su fecunda carrera de más de 45 años en el Cuerpo de Ingenieros fue recompensada con la Gran Cruz de Isabel la Católica.

 


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