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domingo, 26 de febrero de 2023

LOS TRANVÍAS DE GRANADA (IV)

 

Automotor número 1 del ferrocarril de Granada a Sierra Nevada. Fotografía de Trevor Rowe. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

UN TRANVÍA DE MONTAÑA

TEGSA no fue el único operador de tranvías y ferrocarriles eléctricos en Granada, ya que en 1925 se sumó a esta red una nueva iniciativa: el ferrocarril a Sierra Nevada, cuyo primer tramo entre la capital y la estación de Canales fue inaugurado el 21 de febrero de dicho año.

A diferencia de las líneas operadas por TEGSA, en lugar del ancho de vía métrico los promotores del de Sierra Nevada optaron por una medida más reducida, 750 milímetros, con el fin de limitar al máximo los gastos de establecimiento. Además, la tensión de alimentación era de 1.200 voltios en corriente continua, por lo que esta instalación era completamente incompatible con los restantes tranvías y ferrocarriles de Granada.

El objetivo fundamental del ferrocarril de Granada a Sierra Nevada era fomentar el turismo de montaña en la zona, a semejanza de las principales estaciones invernales de Suiza. Promovido por Quesada Cañaveral Piédrola, que entre otros títulos nobiliarios era Duque de San Pedro de Galatino, Conde de Benalúa y de las Villas y Señor de Láchar, su proyecto incluía la construcción de un hotel, al que el tren daría fácil acceso desde la capital.

Las cocheras del ferrocarril de Granada a Sierra Nevada se encontraban en el granadino paseo de la Bomba. Fotografía de Christian Buisson

Tras la apertura de los primeros 12 kilómetros entre Granada y Canales, la vía se amplió otros cinco kilómetros en junio de 1925, hasta alcanzar la estación de Guejar-Sierra, y en 1928 se prolongó otros dos kilómetros hasta Maitena. Sin embargo, la explotación fue deficitaria desde el primer momento, por lo que no pudieron completarse los planes del Duque de San Pedro para llegar hasta el Charcón, así como la construcción de un teleférico que facilitara el acceso de los excursionistas a las cumbres de Sierra Nevada.

A comienzos de los años treinta, la situación de la empresa concesionaria del ferrocarril de Sierra Nevada era desesperada y, finalmente, el 12 de julio de 1931 se vio obligada a suspender la circulación de sus trenes. Tres semanas más tarde, el 3 de agosto, la Explotación de Ferrocarriles por el Estado reanudó el servicio.

Tras la Guerra Civil, la Explotación de Ferrocarriles por el Estado realizó importantes inversiones para la mejora del ferrocarril de Sierra Nevada, incluida la renovación de su vía, en la que sustituyó sus ligerísimos carriles de tan solo 12 kilogramos por metro, por otros de 32 kilos. Además, mejoró la electrificación y reparó los automotores y remolques que había construido la valenciana Lladró y Cuñat en 1924.

El automotor número 4 del ferrocarril de Sierra Nevada fue fotografiado en el Barranco de San Juan. Fotografía de Martin Dieterich. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril

En todo caso, la obra más importante realizada por la Explotación de Ferrocarriles por el Estado fue la prolongación de la vía desde Maitena hasta el Barranco de San Juan, ampliación inaugurada el 11 de diciembre de 1947 y con lo que se añadieron otros tres kilómetros al recorrido. Sin embargo, nunca se llegaron a emprender otras obras fundamentales para el desarrollo de la actividad turística en la zona, como el teleférico, imprescindible para garantizar el futuro del ferrocarril.

La construcción del embalse de Canales, que inundaría el trazado del ferrocarril de Sierra Nevada en unos cinco kilómetros de su recorrido, precipitó el final de este pintoresco tren de montaña que, en poco más de veinte kilómetros, superaba un desnivel de 470 metros. En consecuencia, el 19 de enero de 1974 realizaban su último vieje los pequeños automotores que desde la inauguración en 1925 habían atendido el servicio. Con ellos desaparecía una herramienta que habría facilitado el desarrollo turístico de Sierra Nevada de una forma sostenible y respetuosa con el medio ambiente.

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