Los trenes del metro de Bilbao circulan sobre vías de ancho métrico. Fotografía de Juanjo Olaizola
UN METRO MÉTRICO
Cerca de
200 ciudades del planeta cuentan entre sus sistemas de transportes urbanos con
redes de ferrocarriles metropolitanos. La mayoría de ellos disponen de vías
cuya separación entre las caras interiores de los carriles es de 1.435 milímetros,
el mismo ancho de vía que estableció el ingeniero británico Georges Stephenson
cuando sentó las bases del ferrocarril en la línea de Liverpool a Manchester el
año 1830. Sin embargo, existen importantes excepciones, como es el caso de las
redes de Metro de las principales ciudades de la extinta Unión Soviética, en
las que se optó por una separación de 1.524 milímetros,
la misma que utilizan los ferrocarriles convencionales de la región, o la línea
1 del Metro de Barcelona, que emplea la vía ancha común a las líneas clásicas españolas,
de 1.668 milímetros.
También se pueden encontrar otras medidas singulares, como los 1.600 milímetros que
utilizan en el Metro de Sao Paulo, los 1.220 milímetros
del de Glasgow o los 1.067
milímetros que se emplean en algunas ciudades japonesas
como Fukuoka, Nagoya o Sendai. Sin embargo, en todo el planeta solamente
existen tres Metros que utilizan el ancho de vía métrico, es decir, un metro
exacto entre las caras interiores de los carriles pero, además, se da la
curiosa circunstancia de que esas tres redes se encuentran en España, en
concreto, en Palma de Mallorca, València y Bilbao. Además, Barcelona también
cuenta con este ancho en una de sus líneas.
El de València es también un metro métrico. Fotografía de Juanjo Olaizola
En
realidad, el ancho de vía no resulta un factor determinante a la hora de
construir un ferrocarril metropolitano y por ello, generalmente se ha elegido
la medida propia de los ferrocarriles del entorno más inmediato, de ahí el
predominio del ancho de 1.435 milímetros, en muchas ocasiones
denominado «internacional» al ser el predominante en Europa y Norteamérica.
Esta misma es la razón que explica el ancho de vía con el que se establecieron
los metros soviéticos, o los brasileños, donde una parte importante de los
ferrocarriles de este último país utilizan la separación de 1.600 milímetros e
igualmente sucede en Japón donde, salvo las nuevas líneas de alta velocidad, el
resto de sus trenes circulan sobre carriles con una separación de 1.067 milímetros.
El modesto metro de Palma también utiliza el ancho de vía métrico. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Por lo
visto anteriormente, es fácil deducir que el hecho de que los únicos metros
métricos del mundo se encuentren en España se debe a que, en nuestro país, los
ferrocarriles de vía estrecha, con una separación entre carriles de 1.000 milímetros,
tuvieron en el pasado un notable desarrollo, al representar cerca del 25% de la
red ferroviaria peninsular. De hecho, tanto el metro de Palma como
el de Bilbao son, en buena medida, herencia de los antiguos ferrocarriles de
vía estrecha existentes en el entorno de estas ciudades y lo mismo sucede con
el Metro de Valencia, hijo del histórico «trenet». Como diría un destacado
directivo del metro bilbaíno, ¡son metros al cuadrado!
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