¡Eso
está en la Conchinchina! es una expresión popular que se utiliza para hacer
referencia a algo que se encuentra muy, muy lejos.
El
origen de esta expresión se encuentra en una expedición militar española que
entre 1858 y 1862 y en colaboración con el Imperio francés, invadió el sur de
la actual Vietnam, la región de la Cochinchina (a la que en España se añadió
una "n" para que encajase mejor en nuestro idioma frente a la palabra
francesa original) con el propósito de vengar una matanza de misioneros
católicos, operación que sirvió para asentar la presencia colonial de nuestros
vecinos en aquel territorio. Tras la pérdida de las colonias americanas,
ninguna aventura militar española había ido tan lejos, de ahí que dicha
expresión quedara marcada en el imaginario popular.
Igual
de alejado fue el destino de unas locomotoras construidas en Alemania por
Hanomag, cuyo diseño era prácticamente idéntico al de las primeras locomotoras
de vapor utilizadas por un ferrocarril de vía métrica de servicio comercial en
la cornisa cantábrica, suministradas en 1882 a la Compañía del Ferrocarril Central
de Vizcaya... y lo más llamativo es que, pese a los más de 11.000 kilómetros de
distancia, tanto las vascas como las vietnamitas experimentaron reformas
similares a lo largo de su vida activa.
Para su ferrocarril de vía métrica de Bilbao a Durango, la Compañía del Ferrocarril Central de Vizcaya contrató en 1881 con Hanomag el suministro de cuatro modestas locomotoras-tanque de tres ejes acoplados, que recibieron los números de fábrica del 1458 al 1461. Máquinas extremadamente sencillas y económicas, fueron especialmente concebidas para cubrir las necesidades de esta pequeña línea de 32 kilómetros de longitud, en la que se intentó reducir al máximo los gastos de establecimiento para lograr que su futura explotación resultase remuneradora para sus accionistas, lo que no sucedía con los costosos ferrocarriles de vía ancha construidos hasta entonces en España. Pese a sus reducidas dimensiones y limitada capacidad, demostraron adaptarse perfectamente a la modesta demanda inicial y contribuyeron a consolidarla, hasta el punto que, en 1883 el Central de Vizcaya adquirió otra locomotora idéntica, con el número de fábrica 1572.
Las noticias sobre el buen resultado y, sobre todo, la economía de explotación de las primeras locomotoras del Central de Vizcaya debieron llegar a Francia, ya que los promotores del primer ferrocarril de la Cochinchina eligieron este mismo modelo para la puesta en servicio de la línea de Saigón a Mytho, un trayecto de 71 kilómetros oficialmente inaugurado el 20 de julio de 1885, aunque el puente sobre el río Vàm Cò no entró en servicio hasta el 26 de mayo de 1886. El servicio ferroviario se inició con cuatro locomotoras construidas por Hanomag inmediatamente después de la quinta locomotora del Central de Vizcaya y, de hecho, sus números de fábrica eran consecutivos, del 1573 al 1576.
Una
de las características de las locomotoras suministradas por Hanomag, tanto al
Central de Vizcaya como al Saigón-Mytho era su mecanismo de distribución Allan
de doble excéntrica. A la vista de las reformas que experimentaron estas
máquinas, tanto en España como en Vietnam, es de sospechar que este sistema no
debió dar muy buen resultado, ya que es cuanto menos llamativo que, pese a
la enorme distancia existente entre ambos países, experimentaron la misma reforma, con su
sustitución por el más eficiente mecanismo Walschaerts. En definitiva, aun
estando en la Cochinchina, la distancia no fue impedimento para que los
ferroviarios de España y Vietnam buscaran las mismas soluciones para idénticos
problemas.
Muy interesant me resulta mirar para atrás y ver los comienzos de la revolución industrial con la sustitución del caballo y el empuje del agua en desnivel por el vapor.
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