Locomotora “tunecina” 150-863 en cabeza de un tren de mercancías de la SMMP. Fotografía de Gustavo Reder. Archivo Euskotren/Museo Vasco del Ferrocarril
LAS TUNECINAS
Tras la Guerra Civil, la renovación del
parque de tracción de los ferrocarriles españoles era una necesidad de primer
orden. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial y el posterior bloqueo de las
potencias vencedoras a la España franquista impidieron la importación de nuevas
locomotoras, mientras que la industria nacional se encontraba desbordada por
los numerosos pedidos y la falta de toda clase de materiales y energía para su
realización, consecuencia de las restricciones y de las erróneas políticas de
racionamiento impuestas por el gobierno. Además, la nueva Renfe tenía prioridad
absoluta frente a las demás compañías ferroviarias de vía estrecha. Por ello,
no es de extrañar que algunas de ellas aprovecharan la posibilidad de adquirir
de ocasión vehículos de segunda mano en terceros países, como es el caso del
“trenet” valenciano y sus famosos “portugueses”, los automotores diésel
Brissonneau et Lotz comprados en Francia por Santander-Bilbao, Cantábrico y
Económicos de Asturias o los automotores eléctricos Alsthom del
Toulouse-Castres que obtuvieron Ferrocarriles Vascongados y Suburbanos de
Bilbao.
Entre las compras de ocasión más singulares cabe destacar la de tres lotes de máquinas de vapor adquiridas por tres empresas ferroviarias de nuestro país a los ferrocarriles de Túnez. Joan Alberich, en el Nº 12 de la Revista de Historia Ferroviaria narró con detalle las diversas operaciones realizadas por los Ferrocarriles de La Robla, Minas y Ferrocarril de Utrillas y la SMMP para comprar en el país norteafricano varias máquinas de características prácticamente desconocidas en la vía métrica española.
Robla adquirió en Túnez cinco elegantes “pacific” para el arrastre de sus trenes correo entre León y Bilbao, mientras que Utrillas incorporó a su parque diez grandes locomotoras articuladas sistema “Mallet”, muy apropiadas para remolcar sus pesados trenes de carbón. Por su parte, la SMMP compró tres locomotoras con un rodaje único en España, con un eje libre delantero y cinco ejes motores, “decapod”, máquinas verdaderamente impresionantes para un ferrocarril de vía métrica.
Construidas por la Franco-Belge en 1930, SMMP adquirió sus tres locomotoras en 1953. Tras su llegada a Peñarroya fueron sometidas a un profundo proceso de puesta a punto, en el que curiosamente no llegaron a ser rematriculadas, por lo que en España prestaron servicio con la misma numeración que en su país de origen, en concreto, 150-859, 150-863 y 150-864. En todo caso, su resultado no debió ser el esperado ya que a principios de los años sesenta ya habían sido apartadas. Su breve vida activa pudo estar determinada por la caída que experimentó en aquellos años el tráfico de mercancías, la llegada de las primeras locomotoras diésel y, probablemente, por presentar unas dimensiones excesivas para las necesidades y capacidades del ferrocarril de Fuente del Arco-Peñarroya-Puertollano.
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