Un trenet de la línea de Rafelbunyol fotografiado en el apeadero de San Lorenzo. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Como se indicó en la entrada anterior, la historia del «trenet» de Rafelbunyol
comenzó en 1885 cuando el rentista vitoriano, residente en Madrid, Ricardo de
Álava y Carrión, obtuvo la primera concesión para el establecimiento de una red
ferroviaria de vía métrica en l’Horta Nord valenciana. Lo cierto es que la
legislación de la época facilitaba que personajes más o menos influentes
pudieran obtener esta clase de autorizaciones gubernamentales con el simple
propósito de especular con ellas y venderlas a las empresas interesadas,
obteniendo en la operación interesantes beneficios económicos.
Desde luego, no le faltaban influencias a Ricardo de Álava y
Carrión, miembro de una de las familias alavesas de más rancio abolengo.
Durante cinco siglos, sus antepasados ostentaron el poder en el territorio
histórico alavés: Diputados generales, alcaldes, ministros, juristas y
militares. En su palacio llegaron a pernoctar personalidades como el rey
Francisco I de Francia, en su regreso a su país, tras haber caído prisionero
del guipuzcoano Juan de Urbieta en la batalla de Pavia y sufrir el consiguiente
cautiverio en el valenciano castillo de Benisanó hasta la firma del Tratado de
Madrid. Tres siglos más tarde, durante la Guerra de Independencia, también
disfrutaría de sus estancias el Duque de Wellington.
Ricardo de Álava y Carrión era sobrino de uno de los
personajes más destacados de la historia española durante la primera mitad del
siglo XIX, el General Álava, de quién heredaría la mayor parte de sus
propiedades y títulos. Sin embargo, según Gonzalo Serrats, biógrafo del ilustre
militar, su descendiente dilapidó la fortuna familiar. Personaje pretencioso
hasta el exceso, intentó en varias ocasiones obtener el título de Marqués de
Álava y otras prebendas. Sin embargo, pese a sus magníficas relaciones con el
poder, su carácter derrochador y la ludopatía, le llevaron a la ruina. Incluso
perdió su propio palacio familiar como consecuencia de sus deudas de juego en
favor de Joaquín Ignacio de Figueroa y Mendieta, padre del futuro Conde de
Romanones.
No se conoce con precisión la relación de Ricardo de Álava y
Carrión con València ni los motivos que le impulsaron a solicitar la concesión
de la red de ferrocarriles de vía métrica de L’Horta Nord, pero es más que
probable que, en realidad, actuase como intermediario para algún grupo
empresarial, interesado en aprovechar sus buenas relaciones con el poder,
afianzadas desde que trasladó su residencia a la capital de España.
Al parecer, la del «trenet» fue la única experiencia
ferroviaria de Ricardo de Álava y Carrión, aunque sabemos que también estuvo
relacionado con el promotor de un singular ferrocarril manchego, el de
Valdepeñas a Puertollano, su paisano Pedro Ortiz de Zárate Ucelay. Además,
también hay constancia de su participación en otros proyectos industriales,
como la fábrica de gas y red de distribución y alumbrado que estableció en
Vitoria, inaugurada el 16 de octubre de 1882, empresa que poco después vendería
a otros inversores.
A partir de 1884, Ricardo de Álava y Carrión trasladó su
residencia habitual a Madrid, ciudad en la que falleció el 9 de febrero de
1908.
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