A lo largo de sus cerca de 140 años de historia, fueron
muchos los personajes clave en la historia de La Maquinista Terrestre y
Marítima. Entre ellos cabe destacar a los empresarios que fundaron la compañía
el 14 de septiembre de 1855: Valentín Esparó Giralt, Ramón Bonaplata, José
María Serra, Juan Güell Ferrer, José Antonio Mendiguren y, sobre todo, sus tres
primeros directores: Nicolás Tous Mirapeix, Leandro Ardevol y Celedonio
Ascasibar.
Otro de los personajes fundamentales en la historia de La
Maquinista Terrestre y Marítima fue la del ingeniero Fernando Junoy i Vernet,
natural de Girona, ciudad en la que vino al mundo el 16 de junio de 1862.
Durante su juventud compaginó sus estudios de ingeniería industrial con el
trabajo, como meritorio, en los talleres de La Maquinista Terrestre y Marítima
de la Barceloneta.
Concluidos sus estudios en 1881, a los 19 años de edad,
Fernando Junoy i Vernet fue contratado como ingeniero de La Maquinista
Terrestre y Marítima, empresa a la que dedicó buena parte de su vida
profesional y de la que fue nombrado director, el 11 de junio de 1894, cuando
solo contaba con 32 años.
En 1897, Fernando Junoy fue elegido presidente de la
Asociación de Ingenieros Industriales de Barcelona, puesto desde el que impulsó
la fusión de dicha institución con la Asociación Nacional del ramo.
Fernando Junoy dio un notable impulso a las instalaciones de
La Maquinista Terrestre y Marítima, sobre todo con la introducción de nuevas
líneas de producción, como es el caso de la construcción de equipos para
instalaciones de generación hidroeléctrica. En este sentido cabe señalar que
también fue Presidente e Ingeniero Director de la Electro-Metalúrgica del Ebro,
C.A., desde su creación en 1904. Desde este puesto, concibió la construcción de
un aprovechamiento sobre el Ebro en Sástago (Zaragoza), con una potencia muy
notable para la época, 4.125 Cv. Posteriormente, en colaboración con la firma
canadiense Riegos y Fuerzas del Ebro construyó otra central de 22.600 cv sobre
el mismo río. Naturalmente, la mayor parte de las tuberías, turbinas y otros
elementos, fueron fabricados por La Maquinista en sus talleres de la
Barceloneta.
La construcción de locomotoras de vapor fue otro de los
grandes objetivos de Fernando Junoy, quien, tras los primeros éxitos con el
suministro de pequeños pedidos, supo aprovechar la favorable coyuntura de la
Primera Guerra Mundial para lograr el apoyo de diversos grupos financieros y,
sobre todo, de las dos grandes compañías ferroviarias españolas, y poder así
levantar la primera fábrica de locomotoras de vapor del país.
El agotador trabajo desarrollado para levantar los nuevos
talleres de Sant Andreu, así como la extenuante carga de trabajo diario pasó
factura a Fernando Junoy quien, en mayo de 1929 sufrió un colapso que a punto
estuvo de costarle la vida. Poco después, el 4 de abril de 1930, por petición
de los propios trabajadores de La Maquinista Terrestre y Marítima, el gobierno
le otorgó la Medalla del Trabajo.
Tras el colapso sufrido en mayo de 1929 Fernando Junoy i
Vernet nunca llegó a recobrarse y pese a guardar en los años siguientes un
reposo absoluto, el 25 de abril de 1932 falleció en Barcelona.
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