Portada del nuevo libro de la colección Monografías del Ferrocarril
En diversas ocasiones se ha hecho referencia en este blog al impresionante trabajo divulgador de nuestra historia ferroviaria que realiza el editor (y en ocasiones, autor) Lluis Prieto i Tur, a través de su colección Monografías del Ferrocarril. Recientemente, la colección se ha visto incrementada con un nuevo volumen, que hace el 35 de la saga, obra del historiador y ferroviario aragonés Alfonso Marco Pérez.
Vista de la estación de Borja. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
El año pasado, Monografías del Ferrocarril publicó un libro dedicado a uno de los ferrocarriles de vía estrecha afluentes del gran eje de ancho normal que conforma la línea de Miranda de Ebro a Zaragoza, en paralelo al valle que conforma el gran río ibérico, en concreto, el tren de Sádaba a Gallur. Ahora, es otro de estos pequeños afluentes de vía métrica, el de Cortes de Navarra a Borja (Zaragoza), el que protagoniza la nueva publicación y, según parece, está previsto continuar con el estudio de los restantes ferrocarriles de vía métrica del valle del Ebro, como el de Tudela a Tarazona, ya en preparación.
Hace ya quince años Alfonso Marco publicó un primer trabajo sobre el tren de vía estrecha de Cortes a Borja, obra que en este nuevo libro ha sido ampliamente corregida y aumentada, además de enriquecida con numerosas imágenes, muchas de ellas hasta ahora prácticamente inéditas y con numerosos dibujos y esquemas, en su mayoría obra de Pedro Pintado Quintana. Todo ello contribuye, sin duda, a un mejor entendimiento de las características y vicisitudes de este pequeño ferrocarril.
Locomotora de vapor del ferrocarril de Cortes a Borja bautizada como "Vizcaya" en homenaje a los capitalistas que hicieron posible esta vía férrea. Fotografía de Jeremy Wiseman
La construcción del ferrocarril de Cortes a Borja está estrechamente vinculada a la plaga de filoxera que asoló los viñedos franceses en el último cuarto del siglo XIX. Arrasada la producción vinícola francesa, los vinos españoles encontraron una fácil salida en el vecino país, lo que trajo consigo un rápido desarrollo de la industria vitivinícola en zonas como La Rioja o el Campo de Borja. Naturalmente, la creciente demanda exigió la mejora de los sistemas de transporte y, con ello, la construcción de nuevas infraestructuras, como es el caso del pequeño ferrocarril económico de Cortes a Borja.
Vagón de mercancías construido por la firma bilbaína Mariano de Corral para el ferrocarril de Cortes a Borja en los años veinte del pasado siglo. Archivo EuskoTren/Museo Vasco del Ferrocarril
Fue una empresa vizcaína la que, tras el fracaso de otras iniciativas, impulsó la definitiva construcción del ferrocarril de vía métrica entre la estación de Cortes de Navarra, donde se estableció el empalme con la línea de la Compañía del Norte de Pamplona a Zaragoza, con la villa zaragozana de Borja, al hacerse cargo de la concesión otorgada por el gobierno español a Isidro Benito Lapeña, el 30 de agosto de 1886. Pese a su corto recorrido, apenas 17,5 kilómetros, y la facilidad del trazado, que no presenta túneles ni viaductos de entidad, las obras para su puesta en servicio exigieron cerca de tres años de trabajos, ya que la inauguración definitiva no tendría lugar hasta el 27 de mayo de 1889. Entre tanto, el 26 de marzo de 1888 el concesionario había transferido sus derechos al empresario bilbaíno Juan Alonso Fuldaín y, posteriormente, el 5 de junio de 1891, ésta sería asumida por la Compañía del Ferrocarril Económico de Cortes a Borja, constituida el 4 de agosto del año anterior.
En el libro de Alfonso Marco, el lector puede conocer los orígenes de la línea, los detalles de su construcción y trazado, así como la modesta vida de la empresa concesionaria que, no obstante y en la medida de sus limitadas posibilidades, intentó introducir las innovaciones necesarias para adaptarse a las nuevas necesidades del servicio. En este sentido, sin duda destaca la construcción artesanal de dos autovías con motores de combustión interna con los que se intentó reducir los gastos de explotación y adaptar el servicio a las verdaderas necesidades de la reducida demanda que generaba su entorno.
Abandonadas instalaciones del ferrocarril a Cortes en Borja. Se aprecia a la izquierda uno de los automotores artesanales y en el centro dos de las locomotoras de vapor de la línea. Fotografía de Jeremy Wiseman
En las páginas del libro, el lector puede seguir la evolución de este pequeño tren así como su derrota ante el desarrollo de los modernos transportes mecánicos por carretera, que condujo a su temprana desaparición, el 7 de abril de 1955, fecha en que no hubo más remedio que suspender el servicio ante el precario estado de las instalaciones y del material móvil. Tras el fracaso de diversas propuestas para su modernización o, su integración en Renfe y ensanche de vía a semejanza de lo que unos años antes se había hecho con su vecino de Tudela a Tarazona, finalmente, el 10 de diciembre de 1958, el gobierno autorizaba la definitiva rescisión de la concesión, con lo que se certificaba la clausura del pequeño tren de Cortes a Borja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario